La ópera prima de Claudia Llosa, la imaginativa Madeinusa, es una fábula de hechura clásica aunque con un acento personal, acerca de la colisión entre lo viejo y lo nuevo en un extraño poblado andino del Perú. A grandes rasgos, el relato de Llosa –extranjero que arriba al pueblo, y lo remueve todo, incluyendo el corazón de una bella chica– desciende directamente de los westerns de Hollywood, sin embargo Madeinusa es un film peruano hasta la médula. Con una estupenda plataforma de festivales lista y un estreno en España programado para la primavera boreal, las posibilidades de una venta internacional son muy grandes para este magnífico proyecto. Distribuidoras especializadas dentro de los EE.UU. harían bien en estrenar este film.
Si bien el título parece un juego de palabras de “Made in USA”, es también el nombre de la joven heroína (algo común en el Perú), pronunciado “Mah-day-noosa”. Representada con sutileza por la novata Magaly Solier, Madeinusa es la favorita de su papá Cayo (Ubaldo Huamán), el alcalde del pueblo, cuyos perturbadores acercamientos sexuales hacia su hija originan los celos de la hermana, Chale (Yiliana Chong). Desde que la madre tuvo que viajar a Lima, el desencanto descendió sobre la casa, simbolizado por la presencia de ratas muertas.
Viajando a dedo desde Lima hacia la mina donde trabaja, Salvador (Carlos De La Torre) es detenido por un camino inundado. Varado en el pequeño pueblo de Cayo, habitado enteramente por peruanos de ascendencia inca, el extranjero Salvador es encarcelado de inmediato, hasta que Cayo acepta darle alojamiento en su granero (establo).
Salvador está aún retenido en la casa de Cayo en la noche previa al Viernes Santo, cuando el pueblo se alista para su extraña celebración de Semana Santa, durante la cual se cree que Dios está muerto (antes que resucite el Domingo de Pascua) y donde todos los pecados son permitidos. El rito es puramente ficticio, y sugiere un escenario más cercano al irreverente surrealismo de Luis Buñuel que al de aquellos escritores peruanos como el novelista Mario Vargas Llosa, tío de de la directora.
Es amor a primera vista, cuando Salvador ve a Madeinusa en un camino de piedra, en una maravillosa escena presentada silenciosamente, donde la joven, usando un traje especial para la ocasión, se apresura en llegar a la procesión de Semana Santa. Pero luego de una evocadora misa de Viernes Santo, en la que una estatua de Jesús es doblada como una marioneta que se guarda en su caja, la acción llega a un punto de erupción carnal que envolverá a Salvador, Madeinusa y, más adelante, a Cayo.
En Madeinusa, los naturales del pueblo no son representados como puramente inocentes o crueles, más bien como absolutamente involucrados en un mundo que mezcla costumbres andinas y cristianas. Llosa inserta toques fantásticos, como las impresionantes secuencias de fuegos artificiales durante la noche y las siluetas de los pobladores danzando en grupos, contando con la ayuda del experimentado director de fotografía, Raúl Pérez Ureta, cuyo trabajo en video digital de alta definición es fabuloso.
El reparto (todos no-profesionales, salvo De La Torre y Huamán, quien es un conocido actor cómico en Perú) logra comprender la dimensión humana de sus arquetípicos personajes, con una Solier que ilumina un guión muy bien elaborado, el relato de una inocente criatura buscando la fuerza de voluntad para escapar de un pueblo sumamente retorcido.
Es notable el hecho que Llosa no haya dirigido anteriormente, considerando cuan logrado es el film, y cuan exquisita es la puesta en escena. Todas las áreas de producción son de primer nivel, incluyendo la delicada música incidental de Selma Mutal.
(Traducción libre de Madeinusa by Robert Koehler. Thanks to Beth for help with the translation)
(Crítica publicada originalmente en Variety.com)