Este largometraje de sangre canadiense, española y venezolana se realizó en el año 2001 en las hermosas locaciones del Páramo Andino. Este filme está protagonizado por el actor español Imanol Arias, el canadiense Gabriel Arcand y los venezolanos Leandro Arvelo, Alejo Felipe y Héctor Manrique. Este proyecto se rodó a lo largo de siete semanas.
El director, Alberto Arvelo, se ha caracterizado por obras experimentales como: La canción de la montaña (1986), Candelas en la niebla (1986), Una vida y dos mandados (1997) y La hoz y el forastero (1998).
La historia se desarrolla en Los Andes, en el año 1948. Tomás Alonso (Imanol Arias), un estoico campesino de los Andes, pierde a su esposa. Buscando una manera de aliviar el dolor de su hijo Santiago (Leandro Arvelo), le da a éste lo único que queda de su madre: una fotografía sacada frente a un lejano mar.
La ansiedad de Santiago por el mar, lleva a Alonso a tratar de hacer de los páramos un lugar de ensueños. La llegada de un forastero, un fotógrafo itinerante (Gabriel Arcand) y un incidente inesperado desatan los nudos de la trama. Provocado por los lugareños crueles que lo desprecian por su pobreza, el pacífico Tomás se verá frente a un dilema: ser un hombre bueno y cobarde o un asesino que defiende a su hijo.
La trama se basa en la novela de Freddy Sosa, Vicenzino Guerrero, y en la pregunta de un niño de las montañas de los Andes sobre lo que es el mar y la imposibilidad de conseguir una respuesta satisfactoria.
Una casa con vista al mar ha ganado una docena premios durante los 57 festivales internacionales de cine donde ha participado desde el 2001. A estos logros, se le suma el hecho de haber sido estrenada comercialmente en Europa en el año 2003, abarrotando las salas en cada una de sus presentaciones. En enero de 2004 es el turno de Venezuela, cuando el público local podrá conocer la belleza de esta cinta que ha logrado cautivar al público extranjero.
Según la crítica, Una casa con vista al mar es una historia íntima desarrollada sobre las pasiones y adversidades de un puñado de campesinos en los páramos venezolanos en 1948. Pero a la vez es una historia violenta y esperanzada de dos personajes primitivos y elementales: Tomás Alonso y Santiago; así como la relación entre éstos, tras la muerte de la madre. Mientras se suceden las escenas de padre e hijo, se va desarrollando de modo paralelo otra trama que introduce a un nuevo personaje, el Fotógrafo, sobre el cual se estructura el desenlace de la historia.