“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Biutiful, la absorbente puesta en escena de Iñárritu

    Biutiful supone el retorno de Alejandro González Iñárritu al cine tras cuatro años de silencio, y su primera película rodada principalmente en lengua castellana desde su debut con Amores Perros. Después de la sonora ruptura con el guionista de sus tres primeras películas, Guillermo Arriaga, había expectación por ver cómo el mexicano se desenvolvería con otros guionistas. Y lo cierto es que la ausencia de Arriaga se nota fundamentalmente en temas de estructura narrativa, aunque la temática y el estilo visual siguen destilando el aroma inconfundible del director de Babel.

    Biutiful cuenta la historia de Uxbal (Javier Bardem), un tipo de la calle que malvive en Barcelona a base de trapicheos varios, como ejercer de intermediario entre un taller ilegal de chinos y los manteros africanos que venden los productos salidos de dicho taller. Sin embargo, una enfermedad terminal hará que todo su mundo comience a desmoronarse. Uxbal tendrá que aprender a aceptar el fin de su propia existencia, y al mismo tiempo, atar cabos para asegurar el futuro de sus hijos.

    De esta manera, Iñárritu entrega una cinta de tono eminentemente triste y desolador, aunque también se molesta en introducir una especie de realismo mágico en el relato con el que contrarrestar de alguna manera la dureza de la trama. Ayudado por su habitual colaborador, el director de fotografía Rodrigo Prieto, Iñárritu presenta una Barcelona en las antípodas de la imagen de la ciudad que se lleva vendiendo desde hace dos décadas:  sucia, inhóspita, fría, y llena de egoísmo. Sin embargo, nada de esto es óbice para que Prieto e Iñárritu incluyan ciertos momentos de lirismo, e incluso de calidez y leve optimismo.

    El guión de Biutiful, al contrario que el de Babel, es bastante lineal, sin demasiados maniqueísmos, y tampoco da pie a situaciones excesivamente forzadas … pero sin embargo, carece de esos momentos emotivos que sí había en el anterior trabajo de Iñárritu. La película mantiene un tono demasiado homogéneo, y aunque no llega a aburrir, la monotonía acaba por instalarse durante las dos horas y media de proyección.

    Pero si Biutiful consigue aguantar el tipo a pesar de todo, es en buena medida gracias a la presencia de Javier Bardem, en un papel muy agradecido para un actor con su idiosincrasia: jincho varonil por fuera, pero tierno y sensible por dentro. No sería de extrañar que el actor español consiguiese hacerse con el Oscar al mejor actor en la próxima entrega de estos premios, a poco que Universal sepa vender la película entre los miembros de la Academia de Hollywood.

    En conclusión, Biutiful es una más que correcta película, gracias sobre todo a Javier Bardem y a la absorbente puesta en escena de Iñárritu. Ciertamente, el retrato de Barcelona que ha hecho el mexicano, con toda su sordidez y poesía, es todo un regalo para nuestro cine. Esperemos que tenga continuación.

    (Fuente: Notasdecine.es)


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