Tras el éxito de El hijo de la novia, Juan José Campanella regresa para deleitarnos con una nueva comedia social argentina. En La Luna de Avellaneda, el protagonismo es de un barrio y su club social. Ricardo Darín vuelve a protagonizar una película de Campanella, con la sencillez y cercanía que lo caracterizan. En la historia, el club del barrio de Avellaneda en Buenos Aires está a punto de ser vendido, unos inversionistas quieren construir un casino. Así, conocemos a Román, un hombre que ha pasado su vida entera en el club formando ahora parte de la comisión. Por problemas de presupuestos, el centro no ha podido ser arreglado ni mejorado, y ahora deberán todos juntos en el barrio tomar la decisión de qué sucederá con el club, que no solo es un centro antiguo con goteras y con deudas, sino un lugar que simboliza los recuerdos y la memoria de la historia de cada uno de las personas que alguna vez pasaron por allí. Campanella nos permite con este filme, viajar al pasado y conocer el esplendor que vivían los clubes creados por inmigrantes en la ciudad de Buenos Aires, donde celebraban diferentes eventos que servían de excusa para estar juntos. Un filme que cuenta con unas grandes actuaciones de Darin y Eduardo Blanco, que consiguen emocionarnos y llegarnos a lo más profundo del corazón. La música de Ángel Illarramendi es esencial en esta historia, que nos transporta a otro mundo, el mundo de un barrio, de un grupo de personas con un lugar en común. Un trabajo artístico desde todos los ángulos. Preciosa y emotiva, nos permite conocer una parte de la historia argentina que nace a partir de la llegada de los inmigrantes. Nos permite disfrutar de la sencillez humana con un toque de comedia, que Campanella dirige con éxito.