“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano.
Así de simple, y así de desmesurado”. Gabriel García Márquez Presidente (1927-2014)
El filme argentino La vieja de atrás (2010) de Pablo José Meza es
un desencantado retrato sobre la soledad en la vida citadina. Dos
personajes que pasaron sus vidas ignorándose mutuamente —a pesar de
vivir en el mismo piso del mismo edificio— descubren que se necesitan y
tienen más de una cosa en común. A pesar de haber participado del Festival de Mar del Plata y llevarse el premio a la mejor actriz en Huelva solo se estrena en los cines Gaumont y Showcase Norte.
La vieja de atrás se centra en la relación entre una anciana de ochenta años (Adriana Aizemberg) y un joven de la Pampa que vive al final del pasillo (Martín Piroyansky). Sus vidas empiezan a fusionarse por una falta que compete a ambos: su soledad en el mundo.
La narración lenta, por momentos tediosa, remarca la falta de reacción de sus protagonistas ante la vida en el filme de Meza, que peca de contar con una cantidad de frases y situaciones inverosímiles. La relación entre protagonistas resulta forzada en algunos pasajes. Por ejemplo la anciana pasa de cascarrabias a bondadosa bruscamente.
Aunque, y más allá de lo mencionado, el segundo film de Pablo José Meza (Buenos Aires 100 km) se destaca por la descripción de pequeños momentos y climas y por priorizar los gestos de sus protagonistas ante cada situación, logrando inmiscuirnos en la tediosa rutina de dos seres que se encuentran en la soledad de la vida en la ciudad, ese extraña circunstancia que produce el vivir rodeado de una multitud de gente.
Con esta simple pero atractiva premisa La vieja de atrás sostiene su extenso metraje gracias a una gran actuación de Adriana Aizemberg y la continua confrontación con el personaje habitual de Martín Piroyansky.