“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Paz Encina desde su “Hamaca paraguaya”
    Por Gabriel Quispe y Antolín Prieto

    El principal idioma aborigen peruano es el quechua. Por nuestra idiosincrasia, su uso en cualquier tipo de discurso sabe a rescate, reivindicación y hasta descubrimiento. ¿Qué representa socioculturalmente en Paraguay un largometraje hablado en guaraní y con una puesta en escena de tono particularmente quieto, contemplativo y melancólico?

    Es que con Paraguay siempre pasa lo mismo, siempre siento como que nos desconocen. Si yo quería hacer una película 100% paraguaya solamente podía estar hablada en guaraní y tener esos tiempos, esos tonos, esas tristezas. El guaraní es nuestra lengua oficial, el 90% de la población paraguaya lo habla, algunos más perfectos que otros, pero es algo totalmente cotidiano para nosotros. Los adjetivos calificativos son en guaraní, muchos de los comerciales de radio y televisión son en guaraní, en mi casa se habla guaraní, se enseña en los colegios. Quizá muchas veces se lo quiso suprimir, pero más allá de voluntades de rescate de mucha gente, el guaraní es un idioma que se pudo defender solo. Y respecto a la quietud, a lo contemplativo y melancólico de la película, yo creo que simplemente nosotros somos así, que no podría haber filmado de otra manera, creo que tenemos otros tiempos a, por ejemplo, nuestros países vecinos, creo también que debemos ser uno de los pueblos más melancólicos de América del Sur, creo que “tomamos” el tiempo, y lo hicimos propio.

    ¿Ha habido otros filmes hablados en el idioma guaraní?

    Creo que no, Hamaca paraguaya es la primera película enteramente hablada en guaraní.

    ¿Existe simbólicamente la “hamaca paraguaya”, es decir, los paraguayos de alguna manera viven entre la ilusión del regreso de algo ido y la asimilación de la pérdida?

    Es como si viviéramos en la observación de un tiempo que transcurre y al mismo tiempo se detiene, una repetición de lo mismo en distintos tiempos y sólo aquello que fue, es lo que puede volver a ser. Pienso siempre que aquí se siente que hubo un tiempo pasado que fue mejor, es como si siempre “se quisiera esperar”, a veces pienso que tanto es lo que se espera, que se vive eternamente un después muy parecido a un antes. Y como siempre se espera, siempre se está en pérdida. Lo que se fue, ya se fue… ya no va a volver.

    La imagen sugiere un tiempo lento, pero los textos tienden a la réplica mucho más rápida. ¿El contraste es una concesión por el ritmo, o las conversaciones en los pueblos guaraníes son así?

    Es un poco complicado para mí hablar “del pueblo guaraní”, quizá en regla no sea así, nosotros a diferencia del Perú o Bolivia, tenemos un poco separados el tema de indígenas y campesinado, no forman ellos algo similar donde se los pueda aglutinar, y por otro lado, estamos los urbanos, pero que constituimos solamente el 50% por ciento de la población. Creo que toda la población rural, vive como se ve en Hamaca paraguaya, pero creo que mucha gente de Asunción y áreas urbanas, también viven esos diálogos de esa manera. En realidad, todo lo que hice es porque creía “que era así”. Las conversaciones son así, es como si tuvieran el ritmo del mismo día. Creo que la cinta tiene eso, no sé, quizá solamente yo lo veo así, pero creo que al principio tiene un ritmo muy distinto al del final. Yo también quería lograr con los diálogos la línea decreciente que tiene toda la película. La luz, los actores, las pequeñas acciones, todo decae con el día, y creo que el ritmo de los diálogos también. Aparte, quería mostrar que a pesar de tanta quietud, existe como algo dentro de ellos, que atormenta, que se mueve, que está ahí, todo el tiempo, dando vueltas.

    Por lo poco difundida que es la lengua guaraní, daría lo mismo que los diálogos estén en chino o alemán, para cualquier latinoamericano resulta lejano a pesar del referente rural. ¿Crees que eso universaliza la historia?

    No sé, porque yo no puedo pensar como cualquier latinoamericano. Quizá sí, en realidad, algo que a mí me pasaba al ver las películas de Ozu, es que pensaba que él manejaba la tonalidad con tal maestría, que yo aunque no leyera podía entender qué decían los personajes, o qué sentían. Yo quería hacer eso de alguna manera, para mí el guaraní no puede ya ser indiferente, porque lo hablan en mi casa, lo aprendí en el colegio. No sé si universaliza la historia, ojalá que sí.

    ¿Cuando brotó la inspiración del relato, las primeras ideas fueron visuales o sonoras?

    En realidad, lo primero fue visual, una vez fui al interior del país, simplemente por ir, y quería grabar en la casa de una familia campesina, y cuando me dispuse a grabar, la dueña de la casa, madre de muchos hijos, llamó a todos sus hijos para que salieran en la foto, pero yo tenía una cámara de video, y nunca podría haberles sacado una foto. Igualmente los grabé, y tuve que decir al final “ya está” y me sentí muy mal, porque pensé que les di una ilusión que no era real, que les hacía esperar una foto, que jamás llegaría. Entonces, la primera semilla fue visual, pero yo debo aceptar que pienso a través de los sonidos. Hay una anécdota que siempre cuento, y es que cuando tenía cuatro años de edad, mi madre me envió a estudiar guitarra clásica. Yo todavía era demasiado pequeña para ejecutar una guitarra normal, y entonces tuvieron que hacerme una especial muy pequeña. Pero no es esto lo importante. Sino que con el correr del tiempo, me di cuenta que antes de aprender a leer y escribir con letras, aprendí a leer y escribir con notas musicales, y fue eso lo que quedó en mí como aprendizaje de lectura y escritura. Cuando escribí Hamaca paraguaya, fue para mí, como escribir una partitura.

    ¿Cómo se trabajó la expresión corporal y la voz de los intérpretes? ¿Qué tanta conciencia tenían del estilo peculiar del filme?

    Yo tenía en la cabeza aquello de la línea decreciente, y quería que ellos, por la luz, pero también por ellos mismos, fueran desapareciendo, como que se fueran consumiendo, porque sé que el dolor consume, y por eso, quería que todo, que la luz, que sus voces, que sus cuerpos, vayan siendo cada vez más pequeños. Pero ambos, Ramón y Georgina, habían trabajado conmigo en un cortometraje que se llamó también “Hamaca paraguaya”. Ambos hablan guaraní perfectamente, y ella, ahora vive en Asunción, y es celadora en una escuela, pero vivió toda su infancia en el campo, es campesina, lo que ayudó muchísimo a la historia.

    ¿Qué investigaciones fueron necesarias para crear la historia y el background del proyecto?

    Este proceso fue raro en realidad. Para la primera escritura del guión no hice investigaciones, simplemente lo escribí, pero luego que tuve como un tercer borrador, las investigaciones fueron muchas, sobre todo para hacer el arte de la película. Fuimos a museos, para ver cómo eran las hamacas de la época, de qué material se hacían, y esas hamacas ya casi no las hace nadie, se hacen de otros materiales, pero no de la fibra del coco como eran las de los años 30, y entonces tuvimos que ir hasta el fin del Paraguay para encontrar a la única persona de casi noventa años que las hace. Luego hubo investigación también para el vestuario, los elementos que usan, investigaciones sobre la guerra, qué hacían las familias, dónde se escondían los chicos que no querían ir. Quizá no haya sido lo más importante de la película, pero hubo mucha, el director de arte tiene un archivo maravilloso.

    Sabemos que la Guerra del Chaco estuvo motivada por la posible existencia de yacimientos petrolíferos en la región del Chaco Boreal, lo que años después se descartó. ¿Ese detalle forma parte de la memoria colectiva en Paraguay o ya quedó en el olvido?

    Yo creo que quedó un poco en el olvido, cada tanto se sigue escuchando la canción de que quizá en el Chaco haya tal o cual cosa, pero no es algo que ronde todo el tiempo.

    ¿Qué reacciones ha tenido la película en el público rural y urbano y en la prensa especializada?

    La prensa, tanto paraguaya como la de afuera, me ha mimado notablemente, me ha tratado muy bien, y eso para mí es muy importante, porque me dio una confianza que quizá me faltaba, aquí y afuera. Y con el público en Paraguay, me fue hermoso, hasta hoy me sigue diciendo: “así somos”. Es la crítica más hermosa que recibí hasta hoy. Quizá no debiera de decir eso, porque me podría parecer a esas madres que dicen “qué linda es mi hija”, pero fue hermoso pasar la película aquí y ver que todos la miraban como si fuera la única película que estaban dispuestos a ver.

    Gracias, Paz.


    (Fuente: Cinencuentro)


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