Según su experiencia, las películas que retratan estereotipos no funcionan con el público iberoamericano y reducen al cine de la región a ser puramente tópico. “Lo que nos hace falta es un pensamiento original. Noto que hay falta de imaginación. Los jóvenes guionistas que se presentan en los talleres de los festivales necesitan saber qué quieren contar y cómo hacerlo atractivo para el gran público. Es importante que respeten su propia autoría y no dejen que les manoseen los guiones. Deben recurrir al trabajo con las emociones ya que son universales y ser rigurosos con lo que escriben”.
En ese sentido, recordó la lectura del guión de La ciénaga, de la argentina Lucrecia Martel, presentado en el Festival de Sundance. “En un principio, creíamos que en ese guión no pasaba nada. Pero después entendimos el sentido que tenía esa historia para Argentina y lo que la guionista quería contar”. En 1999, este texto ganó el premio al mejor guión en aquel festival de cine independiente.
Una de las inquietudes que más se repitieron en el Encuentro fue la de saber si un guionista puede vivir de su trabajo. Al respecto, Fuentes Berain destacó que el término “entretenimiento” no es negativo, sino que significa mantener a la gente atrapada. Para la autora, no debería ser mal visto que un guionista quiera ganar dinero con su trabajo. “Viene de la mano con la profesionalización. El guionista debe poder vivir de ser guionista. No digamos irse a Hollywood y desfilar por la alfombra roja sino simplemente comer, pagar su renta, pagar su luz, su papel y la tinta de su impresora”. Fuentes Berain dicta talleres de guión en México, Colombia y Cuba.
¿Habría que modificar aspectos de la educación para tener mejores escritores?
Yo no sé por qué se sorprenden tanto. Si hay clases de iniciación musical, debería haber clases de iniciación literaria. He tenido alumnos que son buenísimos en cine. Película que le menciones, se saben la ficha técnica completa. Pero nunca han leído Anna Karenina de León Tolstoi. No la tienen puesta en el cerebro. No es culpa de los muchachos sino del sistema. Los analfabetizan. Yo estoy segura de que algunos de ellos son analfabetos funcionales. No les dan libros. Es un problema que viene desde la educación básica.
¿Cómo es posible que la gente tenga inquietudes de escribir y no se encauce?
Parece que la creación literaria fuera un lujo cultural. La gente llega a mayor y cree que porque lee y escribe es escritora. Pero cuando doy clases en Cuba, veo una diferencia muy grande. En Cuba las humanidades están muy bien plantadas, en la escuela secundaria y en la preparatoria. Aquí en México no. De hecho, ya han quitado Filosofía del plan de estudios secundarios y han reducido muchísimo la carga horaria de las humanidades del bachillerato”.