“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • El lugar más pequeño, de Tatiana Huezo, sensibilidad subversiva
    Por Ulises Pérez Mancilla

    El lugar más pequeño, de Tatiana Huezo, ópera prima documental del CCC, reacciona al compromiso social por retomar la historia de las atrocidades más profundas de las guerras civiles latinoamericanas; en este caso, centrándose en el pueblo de Cinquera en El Salvador, a través del viaje expiatorio de una comunidad que halló consuelo en la reafirmación de sus ideales, para aprender a vivir dignamente con su dolor, sin que ello los privara de volverse a rodear de las cosas más bellas de la vida.

    A diferencia de los documentales donde el impacto está dado por la temática abordada, El lugar más pequeño reconstruye el pasado a través de un temple extraordinario que radica en comprender-aprehender el alma de quienes sobrevivieron a una afrenta injusta, acaso necesaria cuando se es consciente de que “exigir derechos es hacer una guerra”. La directora se toma el tiempo preciso para procesar el dolor de las vidas que nos comparte y se responsabiliza de ellas incluso más allá del rodaje, procurando los detalles más significativos de su discurso a través de una postproducción que a todas luces es una asimilación genuina de los procesos amargos de la vida.   

    No es una cámara registrando imágenes, rostros o fantasmas del pasado utilizados para innovar el lenguaje cinematográfico, es la sensibilidad de una realizadora nata con la valía capaz de hilar historias de ayer mediante un tiempo presente vital, de poner color a las heridas más duras, de narrar con sobriedad y compromiso la confianza que han depositado aquellos que se decían “decepcionados” de la vida y renacieron para contarlo.   

    Lo que vemos, jamás está desvinculado de lo que oímos, incluso en nuestra imaginación. Detrás de cada testimonio, hay un desborde de humanidad que indigna, pero también reconcilia de sobremanera, pues se está en el momento ideal en que el peso de la realidad es más fuerte que el rencor más arraigado. Donde la sabiduría de la gente es como un impacto de bala dotado de una lucidez imposible de esquivar, incluso para ellos mismos. Pero no solo eso, además de su relato íntimo sobre los procesos de duelo y la vuelta al hogar como símbolo de serenidad en medio del caos (ese esperanzador y eterno sentimiento de “volver a empezar”), El lugar más pequeño transforma los lamentos más desgarradores en poesía subversiva. Invitación e inspiración clara a recoger, como a los muertos, la memoria de una sociedad oprimida más no arrepentida de alzar su voz.   

    El documental se presentó en México por primera vez en la gira AMBULANTE y en el pasado Festival Internacional de Cine de Guadalajara, habiendo ganado ya el premio del público en el Festival Documenta Madrid 2011 y los de mejor largometraje y del Jurado Interreligioso de Signis en el Festival Visions du Réel en Suiza.


    (Fuente: Correcamara.com.mx)


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