“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Para hacer animación es necesario ser terco
    Por Karla Bañuelos Sáenz

    El defecto puede ser efecto. Eso, en el trabajo de animación de Dominique Jonard (L’Albresles, Francia, 1956), considerado uno de los animadores más importantes del país. Cambió el camino de la plástica —estudió Bellas Artes en Lyon— por el de la animación. Desde hace más de 20 años radica en México, donde ha trabajado con niños de varias comunidades indígenas, en una especie de colaboración en la que los pequeños realizan los personajes y escenarios que luego él anima. Realizó estudios de animación en el College of Arts and Crafts en Oakland y ha trabajado con técnicas como el recorte, stop motion, pixilación y, actualmente, con programas como After Effects. Ha realizado trabajos para la Unicef, Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente del estado de Michoacán, donde actualmente radica, y es miembro del Sistema Nacional de Creadores. En 1997 fue galardonado con el Gran Coral en el Festival de Cine de La Habana por Desde adentro (1996). Un año más tarde recibió el Ariel de Plata por la calidad cinematográfica y participación de niños indígenas en la realización de Santo golpe.

    ¿Qué es la animación para usted?
    Un medio para poder decir las cosas, más que narrar una historia. Y también es un medio de expresión artística. En la animación he encontrado una manera de extender la expresión plástica y darle movimiento.

    ¿Por qué cambió el rumbo de la plástica por el de la animación?
    Nació de forma accidental. Empecé a hacer animación jugando con los niños. En mi pintura empezaba a buscar el movimiento, hacía trípticos, y poco a poco pasé de la pintura a la animación. La pintura fue como una escuelita para que pudiera entrar a la animación.

    ¿Cómo es trabajar con niños y, en particular, con los de las comunidades indígenas?
    Daba clases con un libro que se llama Lo que el niño enseña al hombre, de José Gordillo, un mexicano que pasa la mayor parte de su tiempo trabajando con niños. Ahí decía que si Braque y Picasso buscan pintar como niños están equivocados, porque el chiste es ir a trabajar directamente con los niños. Sabía que los niños no me podían hacer un trabajo profesional, pero me hacían un trabajo fuera de lo académico, con una propuesta más propia.

    ¿Cómo se da la dinámica de trabajo con niños de una comunidad que tienen otra cultura?
    Les enseño cómo es el movimiento y luego ellos hacen sus personajes con dos perfiles un frente, una espalda y diferentes brazos. Cuando los hacen se proyectan y surgen protagonistas que son parte de la comunidad.

    ¿Qué es lo que más significativo de trabajar con niños?
    La narrativa, la propuesta de los niños. Cuando empiezo una historia trato de no proponer soluciones, me quedo callado, la propuesta tiene que salir de ellos y te sorprende lo que te pueden decir.

    ¿Con qué trabajos de animación de otros creadores comulga?
    Trato de desarrollar lo mío, aunque a veces se pudiera sentir retrógrada. Aunque no tengo su estilo, Jan Švankmajer es un animador que reconozco; también Frederick Back, a quien conozco personalmente.

    ¿Cómo se pude lograr una propuesta original en la animación?
    Para hacer animación es necesario ser terco. Empecé animación cuando no era una moda. Está en cada quién, lo original no se busca.

    ¿Qué opina de la animación que se ha desarrollado en México?
    Sobre todo aquí en Guadalajara hay bastantes propuestas. México es un pueblo artista y es forzoso que la animación, que es una manifestación artística, tenga una propuesta.

    ¿Qué otorga la animación que se aleja de la industria?
    Una expresión humana sofisticada, personal. Lo difícil es su difusión; los festivales son muy celosos.

    ¿Por qué la animación se presta para fines educativos?
    Sirve para manifestar cosas que urgen. Urge un cambio de actitud y la sociedad de consumo no va a hablar de eso. Hay que usar la animación para proponer cambios culturales.

    ¿Por qué le interesa dar voz a niños de comunidades indígenas y adolescentes de centros tutelares?
    Su trabajo va a reflejar algo que ellos ya han visto, retratar una cultura que me interesa. Es una narración diferente, a la que no estamos acostumbrados; y están reflejando una cultura mexicana, una cosa que tenemos que aprender, y que no se ve.

    ¿Qué le interesa generar con su trabajo?
    Para decidir que voy a pasar seis meses en determinado trabajo o proyecto de animación, primero tengo que enamorarme de la historia, de algo qué decir. Me interesa lo que tiene que contarse y todos los trabajos que se suceden para este fin.

    ¿Qué hace falta para que haya más difusión en México de la animación?
    Todo está por hacerse. No hay que tirarle a hacer un Hollywood 2, sino a cosas más personales, reflejando la cultura mexicana. Hace falta inversión, pero si hay posibilidades de hacerlo. 


    (Fuente: Milenio)


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