La película Antonia, escrita y dirigida por la directora Tata Amaral, acaba de estrenarse en Manhattan, Newark y Los Ángeles. Esta es la segunda película que atrae la atención de la crítica neoyorquinayorkina en este mes, después de la reciente exhibición de El cielo de Suely. El filme se exhibe con el mismo nombre y subtítulos en inglés.
Antonia es un intrépido melodrama brasileño que se mueve al ritmo de las calles. El filme sigue un año en las vidas de cuatro mujeres jóvenes que forman un grupo de rap, como única forma de huir de sus tragedias personales.
Cansadas de hacer el coro de las estrellas masculinas de rap, Preta (Negra Li), Lena (Cindy), Barbarah (Leilah Moreno) y Mayah (Quelynah) —todas ellas cantantes de éxito en la vida real— comienzan a probar su propia música y se buscan un agente. Pero cuando el grupo cae presa de la violencia brutal, de los celos internos y de un embarazo prematuro, las muchachas aprenden que ese escape de la pobreza requiere más que rimas y ritmos originales.
El tercer largo de la trilogía de Tata Amaral, Antonia, vibra lleno de color y movimiento. La película fue filmada en el suburbio de Vila Brasilândia, en São Paulo. Posee un realismo directo subrayado por las actuaciones naturalistas y una cámara inquieta. El director explotó al máximo el elenco de actores no profesionales, artistas brasileños cultivadores del hip-hop. Por su parte, la banda sonora está compuesta por una mezcla vibrante de Rhythm & Blues, soul y rap. Cuando el grupo canta una versión a capela de Killing Me Softly, resulta tan emocionante que perdemos el aliento.
Conducida por un guión realizado por la propia Amaral y Roberto Moreira, el cual fue desarrollándose y enriqueciéndose durante los ensayos; Antonia explora la opresión cultural y sexual con sensibilidad y brío. Puede que a la historia le falte complejidad, pero está indudablemente cargada de una energía irreprimible y de una valoración profunda de los lazos de la amistad femenina. Y este es siempre un motivo válido sobre el cual cantar y filmar.