Caídos del cielo (1991), es una de las obras de Lombardi más elogiadas por la crítica. Premiada en Montreal, es una descarnada trilogía sobre la crueldad del destino y las miserias humanas. Fue premio Goya a la mejor película de habla hispana.
El cine peruano es una rareza. Su filmografía a lo largo de la historia es corta, y no se puede hablar del surgimiento de un cineasta incaico realmente personal hasta la aparición de Francisco J. Lombardi, quien en 1980 se da a conocer internacionalmente con Muerte de un magnate. Cinco años más tarde adapta la novela de Vargas Llosa La ciudad y los perros, vigoroso retrato del ejército peruano. Con La boca del lobo consigue su mejor filme, lo que le reporta la oportunidad de hacer Caídos del cielo, con coproducción española.
Cuenta el filme tres historias paralelas que se entrecruzan: un locutor de radio de cara deformada que cree casi ciegamente en el hombre; un matrimonio de ancianos que proyecta su última morada, pasando de la vida acomodada al panteón ilustre; y una vieja vagabunda, sus nietos y una cerda descomunal recibida en donación.
Lombardi traza un relato medianamente naturalista del Perú de Alan García, no muy lejano a los posteriores de Fujimori y Alejandro Toledo. Buen pulso narrativo y cierta inclinación al feísmo le confieren un peculiar carácter a este extraño filme.