La cinta cubana Personal Belongings, después de algunos amagos en varios festivales internacionales como película en construcción, tuvo su estreno mundial en el cine Charles Chaplin como película terminada, hinchada en 35 mm y con una lujosa edición final. Personal Belongings es la única candidata por Cuba al premio de Ópera Prima en el 29 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Una película hecha con pocos recursos está destinada a dar bandazos. Buena o mala, es esta la ley del cine y Personal Belongings no ha podido evadirla. A su director Alejandro Brugués, y a su productor, Inti Herrera, les ha tomado más de un año lograr que esta ópera prima cierre su ciclo de producción y finalmente sea exhibida como producto acabado. Para ello escogieron el camino difícil: presentarla en el apartado de Cine en Construcción de varios festivales, para optar por premios en metálico que casi siempre se usan para pagar deudas.

Con una historia sólida que recrea un tema tan engorroso como el de la emigración, la película es un intento de acercamiento a la vida íntima de dos personajes con mucho en común, pero decididos de antemano a seguir caminos diferentes. Situación inquietante, según la cual dos personas que se gustan están condenadas a separarse por ideales ajenos a la relación que han empezado, anteriores a ella y, por tanto, ideales vagos.

La historia no solo deslumbra en tanto evade los trillos que se suelen seguir para tratar el asunto de la emigración, sino porque se expresa como alegoría de ciertos obstáculos que se encuentra en su camino un romance acabado de nacer. ¿Es siempre clara la naturaleza de estos obstáculos? Personal Belongings se lanza por momentos entre signos de interrogación al caletre del espectador. Es cosa de cada cual darse una respuesta. La versión final está en manos del público.