"Es el mejor guión y el mejor filme que he hecho en toda mi vida", responde Barreto sin pensarlo dos veces, al referirse a la cinta 174, que rodó en ocho semanas en Río de Janeiro y que retoma el caso real de un adolescente que secuestró un bus de pasajeros en la ciudad.
La afirmación impacta, porque el realizador venía de una estela de proyectos emparentados más con la comedia. Precisamente su más reciente producción estrenada, Caixa 2, hace un retrato de la corrupción a partir de una serie de equívocos, en los que una caja llena de dinero termina en las manos de la novia de un empleado que no tiene nada que ver con la transacción. Barreto habló con El tiempo, en Brasil:
¿Qué puede decir acerca de Caixa 2?
Yo quería hacer un filme que hablara de un problema que se da en todo el mundo y que en América Latina es muy pronunciado. Es una mezcla de comedia y tragedia que se sostiene en una serie de confusiones. Además de ser una caricatura de Sao Paulo, una de las ciudades más ostentosas de Latinoamérica.
Dada esa tendencia tragicómica, ¿por qué decidió rodar una historia social más fuerte con 174?
Cuando supe la historia de Sandro (el secuestrador del bus) sentí que tenía que contar la historia, adentrarme en el hecho y tratar de responder con el drama y la ficción algunas preguntas que me hice cuando sucedió todo.
De esa historia se hizo un documental (Ómnibus 174) que mostraba paso a paso el hecho, ¿lo mismo hará su película?
No. Mi filme no se basa en el secuestro, eso solo es el clímax o una catarsis de un joven que tenía un destino marcado por la tragedia. Va más allá de lo que mostraron los medios.
¿Qué tanto?
En el filme no se habla de secuestro, Sandro no tenía la intención de robar el bus. Una persona vio que tenía un arma y lo denunció, entonces la Policía emboscó la ruta y se vio forzado a retener a los pasajeros.
¿Está preparado para la polémica que puede causar esa visión en Brasil?
No tengo una bola de cristal para predecirlo, pero espero causar polémica alrededor del tema.
Eso significa que usted está muy ligado a lo que dirige. ¿Pasó lo mismo con su película El casamiento de Romeo y Julieta, que hablaba de fútbol, un deporte que en su momento usted dijo que odiaba?
No, todavía me aburre. Lo de ese filme fue una tentativa para lograr entender por qué todos se ponen locos con el fútbol. Mi papá (Luis Carlos Barreto) es un fanático del Flamengo y mi hermana se casó con un jugador, ese tema estaba muy ligado a mí aunque yo no podía estar más desligado de él.
Dejando el tema deportivo, ¿dónde se siente más cómodo, en Hollywood o Sao Paulo?
En ambos. En Brasil es difícil tener el dinero para la producción, mientras que en Estados Unidos es más fácil conseguirlo pero a veces hay que lidiar con gente que le gusta interferir. Hay cosas buenas y malas que enfrentar siempre.
¿Qué le atrae de un guión, que define su trabajo cinematográfico?
Que tenga una curiosidad por los personajes, unas ganas inmensas de conocerlos y contar lo que les pasa. Es un cine muy humano.
Entonces, ¿qué piensa de la revolución tecnológica del séptimo arte?
Que es fantástica porque democratiza y acerca al medio, dándole una visión más humana y abierta.
¿Pero cómo ve el cine actual?
Lo veo con una crisis de creatividad, sobre todo en lo que tiene que ver con las historias. Hay un trabajo muy bueno en lo visual, pero no tanto en las historias. Por eso me gustan los cortos, porque son rápidos y tienen esa capacidad de sorprender.