“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Las Lágrimas, la intimidad de una familia rota
    Por Hugo Lara

    Las lágrimas es la prometedora opera prima de Pablo Delgado Sánchez, un filme sencillo y sobrio pero construido sobre una buena estructura y una realización de mano firme.

    La película narra la historia de dos hermanos, Gabriel (Gabriel Santoyo) que tiene 12 años y Fernando (Fernando Álvarez Rebeil), un joven que ronda los 20. Viven con su madre (Claudette Maillé), sumida en una depresión y quien mayormente se la pasa encerrada en su habitación, salvo cuando sale a robarse los cigarros de su hijo mayor.  Un día, los dos hermanos deciden viajar al bosque donde solían pasar buenos momentos en el pasado. El viaje pone a los dos hermanos frente a frente, para confrontarlos pero también para unirlos más.

    Delgado Sánchez es egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica y ha presentado Las lágrimas en diferentes festivales, como el Festival de Locarno, donde obtuvo el premio Carte Blanche, Festival de Cartagena y el de Touluse, donde obtuvo en ambos una mención especial. Delgado Sánchez comentó en una entrevista que se publicó también en CorreCamara.com que en Las lágrimas podía percibirse ciertas influencias cinematográficas como de los hermanos Dardenne o Gus Van Sant, lo que ciertamente aflora a partir del ejercicio que hace opara diseccionar el mundo de un niño y un joven.

    Delgado realizó este filme a partir de un cuento suyo, pero rechazó la posibilidad de hacer un guión para escapar de los convencionalismos de la realización. Al final se nota un filme auténtico y con una buena carga emocional.

    Las lágrimas está construido sobre un ambiente intimista, especialmente a partir del punto de vista del menor de los hermanos, Gabriel, aunque eventualmente cambia al del hermano mayor. Esta doble mirada la procura al filme una gran frescura, toda vez que Gabriel es un niño normal, que juega con su mascota y hace lo que cualquiera a su edad, a pesar del abandono de su madre. Por su parte,  Fernando también parece un joven como cualquiera, distraído por su vida social, sus amigos y sus novias.  Todas esas relaciones fuera de casa las comprendemos por indicios, por las llamadas telefónicas y los diálogos, puesto que prácticamente no hay más actores que los tres personajes mencionados.

    Delgado logra sacar todo el petróleo de su sencilla anécdota y los pequeños sucesos que se encadenan  se convierten en un intenso pero acallado drama familiar. Lo hace a través de la presencia oscura y silenciosa de la madre, y luego lo refuerza durante el viaje, donde se siente siempre cierta tensión, por el alcoholismo del hermano, por un peligro que se siente pero no se ve. Y el director hace bien al alejarse del chantajismo sentimental o la salida fácil.

    El filme, que dura sólo 66 minutos y es narrado con ritmo semilento pero bien llevado, es conmovedor y emotivo, en su tránsito por temas que revisa como el de la familia disfuncional, el desamparo, el amor fraterno y el viaje iniciático. Es una coincidencia su semejanza en temas e intereses a otros filmes mexicanos del año, especialmente a La vida después de David Pablos y Club Sándwich de Fernando Eimbcke.

    Es consistente también el trabajo de fotografía de Juan Pablo Ramírez , edición de Gil González Penilla y la Dirección de Arte de Derzu Campos.


    (Fuente: Correcamara.com.mx)


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