“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • La reconstrucción, cuando lo traumático es permanente
    Por José Luis García

    Tuvo una muy buena acogida de público en la Argentina cuando se estrenó y fue aplaudida en festivales como los de Venecia o de Valladolid. La reconstrucción ha supuesto un giro importante en la ya de por sí exitosa carrera de Juan Taratuto pues pasa de la comedia directamente al drama y lo hace con la aprobación de los espectadores ante el difícil reto profesional que también suponía la oportunidad de ver a Diego Peretti fuera de la veta cómica. Los dos eran conscientes de la presencia de ese desafío, pero a la vista está que lo pudieron superar logrando representar una historia muy convincente que habla sobre lo traumático.

    Eduardo (Peretti) es un tipo que trabaja en una empresa petrolera del sur del país a quien algunas circunstancias de su pasado le han hecho acentuar su carácter introvertido con evidentes signos de dejadez personal y apatía por las relaciones con las personas de su entorno. En plena angustia existencial, el día a día lo hace comportarse de una manera inadecuadamente incisiva y siempre actúa de mala gana en las cosas que hace públicamente.

    Uno de los temas centrales de La reconstrucción es la necesidad de redimir los traumas del pasado. Eduardo es efectivamente uno de esos individuos a los que la vida les ha golpeado con dureza mientras se dedica en cuerpo y alma a su trabajo, y que acepta a regañadientes la oferta de su amigo Mario (Alfredo Casero) y antaño compañero de trabajo, de trasladarse por unos días que coinciden con sus vacaciones a Ushuaia, en el sur argentino, para acompañarles en su casa familiar junto a su esposa (Claudia Fontán) y sus dos hijas adolescentes.

    Taratuto emplea esta historia para mostrarnos cómo las personas tenemos fórmulas diferentes para salir adelante después de alguna situación problemática. Un hecho súbito que sucederá durante su estancia en esa localidad lo va a hacer replantear algunas actitudes personales a través de la visión de las posturas de otros frente a similares coyunturas de tragedia. Al tratarse de un personaje introvertido, Taratuto no muestra en la película ese debate interno sino las consecuencias de todo ello.

    El realizador argentino nos da una buena muestra de su capacidad narrativa en este cambio tan beneficioso, pues los encasillamientos en el cine muchas veces nos privan de la posibilidad de ampliar las miradas que un profesional concreto nos ofrece y lo mismo ocurre con Diego Peretti, quien desempeña de manera notable este importante giro actoral en su carrera al igual que ya antes lo hicieron otros, como es el caso de Guillermo Francella que había laburado en innumerables trabajos interpretativos de comedia televisiva y cinematográfica.

    A La reconstrucción pueden encontrársele dos partes diferenciadas, una primera que intenta explicar el estado de soledad del protagonista Eduardo, con pocos diálogos y en los exteriores con esas largas carreteras de la Patagonia, que sirve de introducción necesaria para la segunda donde ya se encuentra con la familia de su amigo y comienzan a surgir los cambios que se suceden durante la película. El resultado es impecable, toda una reflexión sobre la finitud de nuestras vidas, la necesidad de expresar a otros seres cercanos nuestra visión sobre la vida, el significado del dolor y las formas de superarlo.


    (Fuente: Cinestel.com)


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