“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA
  • Las constantes búsquedas de Estela Bravo
    Por Estrella Díaz

    Estela Bravo es una realizadora con una intensa y premiada obra que tiene como denominador común, además de su talento, la hondura para buscar, encontrar, enfocar y desentrañar historias que apuntan al corazón, pero también hacia la justicia y a favor de lo mejor del ser humano.

    ¿Quién soy yo? - Los niños encontrados de Argentina, con guión suyo y producción de Ernesto Bravo y Susan Sillins, es un acercamiento a un tema todavía actual y sensible de la realidad latinoamericana. Es, como dice su autora,“una historia muy escondida, muy tapada, y recién ahora –con el actual gobierno argentino–, se están abriendo los archivos y comienzan a enjuiciar a los asesinos. Hay casi 1000 procesos judiciales pendientes a gentes que hicieron cosas horribles y todavía muchas madres procuran los restos de sus hijos y muchas abuelas buscan a sus nietos. De los 500 niños desaparecidos, se han encontrado ochenta y ocho. ¡Un logro!, pero no se puede obviar que muchas de esas abuelas se acercan o sobrepasan los ochenta años”.

    El tiempo biológico se está acabando...
    Sí, pero hay un banco de sangre genética y si una persona duda de su identidad, puede ir a ese banco y extraerse sangre y comprobar su ADN. Así pueden saber si pertenecen a alguna de las familias que se están buscando. Existe un hospital donde hacen las pruebas. Allí se presentan muchos jóvenes que, aunque no son hijos  de desaparecidos, son adoptados y también a ellos se les trata de ayudar a encontrar su verdadera identidad. Es impresionante el trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo.

    Le toca muy de cerca el tema argentino…
    En 1984, junto a Tristán Bauer, hicimos Niños desaparecidos. Viví en Argentina entre 1955 y 1963. Pienso que si me hubiera quedado a vivir en ese país, podría habernos pasado a nosotros. Mi esposo, en 1951, fue muy torturado y si no fuera por los estudiantes argentinos, nunca hubiera sido
    puesto en libertad.

    ¿Es por eso que retoma el tema con tanta fuerza?
    Y también porque me encontré con Estela Carlotto durante un intercambio con las Abuelas de Plaza de Mayo en la Universidad de Nueva York. Estuvimos juntas en una mesa y ella prácticamente me hizo prometerle y jurarle que terminaría la película de Niños encontrados.

    Entonces, ¿esta es como una segunda parte?
    Sí. En 1986 filmamos, pero nunca lo sacamos a la luz. Esta película tiene dos partes: la primera data de 1986, y luego filmamos veinte años después. Ese material, que era inédito y filmado en cine, lo pasamos a video y lo incluimos en la película. Fue bastante difícil porque son dos épocas. En la segunda parte dice Estela Carlotto: “Hace 20 años dijimos que, en el futuro, los niños van a ocuparse de nosotros”. Y eso está pasando. Los niños son adultos y están buscando su propia identidad.

    ¿Qué facilidades tuvo para hacer este documental?
    Las que siempre me han dado las Abuelas de Plaza de Mayo. La cosa fue así: Juan Cabandie, que es el personaje principal de la película, me llamó y me comunicó que fue a Costa Rica a conocer al tío; es decir, al hermano de su mamá. Él era uno de los encontrados y su relato fue muy impactante.
    Cuando empezó a contármelo le dije, ¡para!. Busqué a Sara Gómez, que trabajaba en la Escuela de Cine, y lo filmamos contando su historia. Eso fue el centro de la película.

    ¿Esas imágenes se filmaron, casi, por casualidad?
    Por casualidad y en NTSC. Tuvieron que pasarse a PAL y, aunque se perdió un poco de calidad, el sentimiento está en esa entrevista.

    Usted es una mujer muy sensible y esa sensibilidad aparece, también, en sus trabajos. ¿Acaso no se desgarra demasiado a la hora de enfrentar un tema tan duro?
    Me afecta tanto a mí como a Ernesto (mi compañero en la vida y productor del documental), pero siempre he querido transmitirle a la gente lo que iento: quiero que los demás vean lo que yo veo y sientan lo que yo siento. Deseo compartir información, dolor o alegría.

    ¿Cuál cree que sea la utilidad de este documental?
    Si algún joven, en cualquier lugar del mundo, lo ve y tiene dudas de su identidad, pues que vaya a las Abuelas de Plaza de Mayo para que le hagan la prueba de ADN. Quizás sea de los que andan buscando todavía. Eso está pasando, los que eran niños y ahora son adultos están indagando. Antes eran solamente las abuelas, ahora no.

    Pero, esos encuentros engendran una serie de conflictos y contradicciones posteriores…
    Y hay casos de niños que no quieren saber: tienen la duda o la certeza y se niegan a hacerse el análisis de sangre. Estoy convencida de que más tarde o más temprano querrán saber su verdad.

    Por eso el nombre del documental ¿Quién soy yo?... ¿Quién es mi verdadera mamá? ¿Quién es mi verdadero padre? ¿Quiénes sonmis abuelos? ¿Están vivos todavía? Aún en Argentina, hay reparos para llevar adelante esos juicios porque los militares no quieren que se sepa la verdad. Hay muchos involucrados. También existe un pacto de silencio: no están hablando.  

    Los militares no dicen la verdad y muchos de ellos saben, perfectamente, qué se hizo con esos niños. Es muy triste y doloroso, pero esa es la realidad aún en 2007.

    Usted y Ernesto han realizado 34 documentales. ¿Tienen algo nuevo en preparación?
    Queremos juntar todas las películas que hemos hecho y comenzar un exhaustivo trabajo de archivo. Contamos con un banco de imágenes sobre América Latina muy completo. Materiales muy interesantes que, en algún momento, han sido “descartes”. Queremos poner todo este material en
    orden y conservarlo para que no se eche a perder.

    De cara al futuro esa es, sin dudas, parte de la memoria fílmica latinoamericana. ¿No cree?
    Tenemos muchas imágenes de la película Fidel - la historia no contada que no usamos y todo ese material puede servir para un libro porque está lleno de anécdotas. No todo lo que se filma se incluye en el producto final y quedan “descartes” que son, realmente, valiosísimos, no se pusieron por diversas razones, pero ameritan que se empleen en otros fines.


    (Fuente: Diario del Festival No. 6)




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