“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Los insólitos peces gato es una de las mejores películas en el cine mexicano reciente
    Por Manuel Cruz

    Los insólitos peces gato, de Claudia Sainte-Luce, es una de las mejores películas en el cine mexicano reciente. Aparece en un momento oportuno, y lleva consigo un tono que aliviará a muchos espectadores de emociones predecibles, fabricadas y repetidas en el centenar de telenovelas y anuncios que aparecen en las rutinas diarias.

    Eso de las voces alegres y chillonas, anunciando motivos para ser parte de la gran felicidad que curiosamente elude a todos los demás. Los vivos, como Claudia (Ximena Ayala), que fuera de vender salchichas en la Comercial Mexicana, lleva una existencia regular: atrapada en su espiral de aburrimiento con dolor e indiferencia del mundo hacia ella, y viceversa.

    Su encuentro en un hospital con Martha (Lisa Owen) es incluso poco “realista" al considerar la paranoia natural que rodea un país como este; donde no hablar con extraños es la regla, y no la excepción.

    Pero esta cinta, lejos de pintar un crudo retrato de la actualidad, con narcos y muertos incluidos (como años atrás lo hizo Días de gracia, la gran súper producción que casi fue) presenta una imagen de como deberían ser las cosas. Y no solo en México, sino la importancia del contacto humano, como única puerta a una vida realmente feliz.

    Así, Claudia se vuelve miembro no-oficial de los Peces-Gato, compuestos por Alejandra (Sonia Franco) la hija mayor y preocupada, Wendy (Wendy Guillén) la hija mediana, homeópata y espiritual, y Mariana (Andrea Baeza) y Armando (Alejandro Ramírez-Muñoz), dos hermanos sustancialmente más grandes que como aparenta su físico. A través de diferentes escenas, cargadas de un sarcasmo que define instantáneamente a los personajes y los deja bien lejos de estereotipos cómicos, Claudia se integra a la familia cada vez más, sin hacer preguntas ni tomar decisiones racionales. Y es que así funciona genuinamente la amistad.

    La película, pese a tener una historia coherente e ingeniosa en su guion (cosa ligeramente inusual) se enfoca en esta dinámica, y la solidaridad orgánica que nace de ella. Esto se expresa particularmente bien en escenas donde la actuaciones de Lisa Owen y Andrea Baeza brillan.

    La soledad separa a estos personajes de la alegría universal que deberían tener, como siempre notan en la radio y en la tele — pero también los une en algo más íntimo y esencial, como muestra la astuta dirección de Claudia Sainte-Luce (también guionista) y la fotógrafa Agnès Godard, alternando puntos de vista entre ellos. Una clase de amor sin prejuicios que ha sido enterrado en la realidad por mucho tiempo. Y merece salir, como sale en esta película y hacia afuera, del país, y de cada uno.


    (Fuente: Correcamara.com.mx)


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