“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Bolívar, el hombre de las dificultades, patriota en apuros
    Por Rubén Padrón Astorga

    Quizá no muchas cosas se diferencien tanto como la vida de un patriota y su biografía oficial. Historiadores, políticos, periodistas y maestros alteran las anécdotas, los datos históricos y la personalidad de estas figuras remotas según sus gustos e intereses. Las creencias particulares de cada época van idealizando su carácter y amontonándose sobre ellos como una segunda tumba de desmemoria y desinformación. Al cabo de unas décadas de culto, el patriota se parece más a la estatua que le construyeron que a la persona que fue.

    Para desacralizar y humanizar un poco a estos hombres ilustres de nuestro pasado, varias productoras de Latinoamérica acogieron la idea de crear una serie televisiva llamada Libertadores, donde un cineasta de cada país debía reconstruir un pasaje relevante de la existencia de un prócer de su nación. Bolívar, Martí, Hidalgo, Artigas, O’Higgins, San Martín, Tiradentes y Túpac Amaru fueron los héroes que se eligieron para esta revisión histórica, realizada para celebrar el bicentenario de independencia de la mayoría de los países del continente. En Cuba ya fue vista la escabrosa adolescencia del Héroe Nacional cubano en Martí, el ojo del canario, de Fernando Pérez, y ahora el Festival incluye en su programación, como presentación especial, el filme Bolívar, el hombre de las dificultades, largometraje de ficción de Luis Alberto Lamata.

    A mediados de 1815, pobre y exiliado, Bolívar vive con unos pocos seguidores en una pensión jamaiquina de mala muerte. Hace dos años le fue concedido el título de Libertador, y unos meses después es derrotado en la batalla de Aragua, por lo que tiene que abandonar, moribunda y en manos realistas, a la Segunda República venezolana. Convencido de que es imposible liberar a América del dominio español, decide suicidarse. Carga el arma, se apunta a la cabeza, pero la dueña de la pensión se lo impide a gritos: si el general quiere suicidarse, que lo haga, pero después de que le page el hospedaje.

    Quizás lo más valioso de Bolívar, el hombre de las dificultades sea el personaje contrariado que fabrica, tan distinto del superhombre encartonado que conocemos, del Bolívar de panfleto que nos inculcaron. En uno de los peores años de su vida, entre 1815 y 1816, el héroe venezolano tuvo que viajar a Jamaica a pedir ayuda a los ingleses, y luego a Haití, la nueva nación independiente que apoyaba las causas republicanas. Sin dinero para comer, rodeado de subordinados que lo insultan y que dudan de su liderazgo, perseguido por asesinos anónimos que tratan de matarlo a traición, este Bolívar dice groserías, grita, golpea mesas y manda a callar a los demás. Es duro con quienes no lo apoyan, inflexible con quienes no entienden su proyecto emancipador y además es un poco mentiroso y manipulador.

    Sin embargo, la película no escoge este año trágico solo porque revele los rasgos menos atractivos de su carácter. Bolívar no está todavía muy seguro del rumbo que debe tomar la independencia, se cuestiona la igualdad de derechos de las mujeres, la conveniencia del sufragio universal y el fin de la esclavitud. Es precisamente en este año de exilio cuando sus ideas políticas comienzan a madurar, cuando se da cuenta de que no basta con emancipar Venezuela o Nueva Granada para lograr una independencia fuerte y duradera. Es entonces cuando retoma el proyecto de Miranda de crear una Gran Colombia que aglutine a todos los pueblos de la región —proyecto al que dedicó el resto de su vida—, en una época en que buena parte de los americanos preferían mantener un estatus federativo o de autonomía de provincia, sin dejar de pertenecer a la corona.

    Producida por la Villa del Cine venezolana y el ICAIC, la película fue filmada en Trinidad, La Habana y Puerto Cabello, en Venezuela, con un escaso presupuesto de producción. A pesar de ello, realizó una notable reconstrucción histórica de este Bolívar de a pie, que no es atractivo ni interesante porque sea prócer, sino porque padece, se equivoca y siente miedo, en esta etapa poco conocida de cambios en su manera de entender la vida y la política, sin los cuales se hace difícil entenderlo.





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