“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • De Pandemónium a El Caracazo: habla Román Chalbaud
    Por Jorge Ruffinelli

    ¿Por qué elegiste el tema del Caracazo? Tú no habías vivido ese momento histórico.
    Los de El Caracazo son los mismos hechos con que termina Pandemónium, y la verdad es que no es extraño que haya retomado el tema. En ese momento yo estaba en Puerto Rico, dirigiendo Tormento, de Benito Pérez Galdós para televisión, una telenovela que ya había hecho en Venezuela con muchísimo éxito. Los puertorriqueños me contrataron para que la hiciera en San Juan, con actores de Puerto Rico, y volvió a ser un éxito enorme. En un canal que nunca ganaba el rating, y lo ganó. Tanto que me contrataron para otra novela. Allí viví durante un año.

    El 28 de febrero [de 1989] fui al estudio a las 8 de la mañana, para ensayar algunas escenas. Entonces en las pantallas de televisión aparecieron imágenes del Caracazo. El técnico de sonido, puertorriqueño, me dijo: "¿Pero no acaban ustedes de nombrar a ese Presidente...?"

    De manera que todo lo vi allí. Tú sabes que al tercer día impusieron el toque de queda en Caracas, y yo regresé el día en que terminaba el toque de queda. Vivo en un penthouse -en realidad un dúplex-, de un edificio de veinte pisos, y la gente que estaba en mi casa me contó que desde la azotea se veía todo lo que sucedía en la calle. Y leí los periódicos. Y vi los reportajes en televisión. No viví ese momento, pero era casi como haberlo vivido.

    Una diferencia entre las dos películas es que en Pandemónium se ve el saqueo, en El Caracazo el movimiento es de reacción política....
    En El Caracazo de trataba de contar lo que sucedió históricamente, aunque en clave de ficción. Por eso, tuvimos que hacer una investigación histórica. En cambio Pandemónium está basada en una obra de teatro mía, Vesícula de Nácar, en la que no hablaba en sí del Caracazo, y hasta creo que no había aún sucedido. Pero hablaba de que la gente se iba a cansar un día, e iba a hacer este tipo de cosas. En mi país tengo un poco la fama de que en mis películas digo cosas que van a pasar después. Pero es tan fácil adivinar, que si tú estas tapando un tubo que se va a reventar, pues llega un momento en que se revienta. Así fue.

    ¿Cuándo empezó a tener ese nombre, "Caracazo'? No fue inmediato.
    No, ni se lo pusieron en Caracas ni en Venezuela, creo que fue en Argentina, y en varios países latinoamericanos. La gente de Guarenas, donde realmente empezó todo, (Guarenas es una ciudad dormitorio que queda a una hora de Caracas), esa es la gente que se levanta más temprano para ir a trabajar, porque tiene que recorrer un hora de viaje... -cuando se levantaron y vieron lo que les estaban pidiendo por un pasaje de autobús, 13 veces más que el día anterior... Además era día 27 de febrero, y pagaban [salarios] al día siguiente, 28, la gente no tenía dinero, y aunque lo hubiera tenido. Y ahí fue que comenzó todo, en Guarenas. Evidentemente eso pasó en Caracas también, inmediatamente, cuando la gente fue a pagar el pasaje y se rebeló.

    Yo recuerdo pagar tres bolívares para ir a un centro comercial, y de repente me están cobrando 28 bolívares. Sentí que me estaban robando. Fueron unas medidas muy equivocadas... El presidente Carlos Andrés Pérez pensó que el haber ganado con el 70 % de los votos le permitía hacer lo que quería. Era una especie de rey ¿verdad? Hasta se habló de una "coronación". En el Teresa Carreño estuvo García Márquez, estuvo Fidel, todo el mundo estaba allí, aupándolo, y esas medidas que él tomó lo llevaron fuera de la presidencia. Fue una torpeza. Y sin embargo la historia parece no aprender de sí misma, porque años después, en Argentina, hubo lo del "corralito" y volvió a suceder lo mismo. Tú no puedes imponer unas medidas económicas tan fuertes como para impedirle a la gente defenderse en su cosa cotidiana, ¿verdad? Y eso es lo que ocurrió.

    Ahora, ese hecho del Caracazo, donde hubo tantos crímenes -porque esos fueron crímenes- , sirvió para que una parte del ejército reaccionara. No es posible que nuestro ejército esté matando a la gente. Como se dice en la película: era como una guerra contra un enemigo que no estaba armado. La gente saqueaba pero no estaba armada. Y los mataban como a perros, como se dice en la película. Realmente una cosa muy lamentable, pero de eso el ejército tomó conciencia. Parte del ejército, por supuesto, y eso ha dado pie a lo que estamos viviendo actualmente.

    El Presidente Chávez ha dicho haberse inspirado en los hechos del Caracazo.
    Sí. En el año 92 dio un golpe de estado contra Carlos Andrés Pérez. El consideró que la corrupción había llegado a tal extremo, tanto que la gente se puso inmediatamente a favor de él. Y al principio, por ejemplo, a mí no me parecía bien lo que estaba pasando, el movimiento de Chávez. Uno siempre tiene como resquemor contra los militares, por miles de experiencias que hemos tenido en todas partes, pero evidentemente él había participado con un grupo, y tomó la doctrina de Bolívar, que sigue allí, y poco a poco ha ido como abriendo los ojos a la gente, y demostrándole que se puede vivir de otra manera.

    En varias partes adonde he ido con la película -en Francia por ejemplo-, me han pedido que les envíe la Constitución, y yo se las he mandado. La constitución venezolana es una de las más democráticas que existen. Chávez llama a los industriales a trabajar con él, y hay muchos que acuden. Pero también hay mucha gente que se decía de izquierda, y que no está a favor de él, y eso es sorpresivo y sorprendente porque él está siguiendo todas las líneas que plantea la izquierda. Entonces, esta gente de izquierda, ¿por qué no está con él? O bien no eran realmente de izquierda. Aquí se está haciendo un nuevo experimento de la izquierda.

    El golpe al que te referiste fue el que reconstruye Carlos Azpurúa en Amaneció de golpe (1998), con guión de Cabrujas y un punto de vista muy positivo con respecto a los golpistas. Entonces, de alguna manera el cine venezolano ha ido "acompañando " el curso histórico del país.
    En su libro sobre mis películas, Alfonso Molina afirma que a través de mis películas se puede ver todo el proceso histórico, político, social de Venezuela. Agarra las películas más significativas, y las que tratan esos temas. Curiosamente Molina es antichavista. El Nacional, donde él trabajaba, era cha-vista, y cuando El Nacional se cambia, muchos de los que trabajan allí se cambian también; hay una explicación sobre esas cosas. Yo pienso que uno debe tener convicciones y defenderlas. De todos modos, cada uno es libre de pensar como quiera.

    Varias de tus películas se basan en tus obras de teatro, pero no son "teatro filmado". Uno podría pensar, en Pandemónium, que hay un origen teatral porque el personaje central es lisiado, y maneja sus programas de radio desde un solo lugar. No puede salir a la calle, participar. En cambio buena parte de El Caracazo transcurre en exteriores. Y El Caracazo no se basó en una obra teatral. ¿Cómo te sentiste saliendo de esas estructuras, no pudiéndote basar en una obra anterior?
    Cuando empezamos a llevar mis obras de teatro a la pantalla, lo hice con José Ignacio Cabrujas - que desgraciadamente ya no está con nosotros y era un gran guionista. El decía que yo le enseñé a escribir guiones. Lo que le enseñé es: "Aquí a la izquierda pones lo que se ve, y a la derecha lo que se dice". Eso es todo. El ya tenía esa facilidad, ese talento, para escribir los guiones, y José Ignacio, cuando fuimos a adaptar la primera obra, que fue La quema de Judas, teníamos el libro, es decir la obra de teatro, la agarró y la tiró en la papelera. Y me dijo, "Cuéntame cómo es La quema de Judas..." El había trabajado como actor, en la obra, de modo que la conocía bien, por eso fue un juego. Cuéntame. Le conté, hice como una sinopsis, y dijo: Bueno, ahora vamos a escribir un guión sobre ese argumento. No usamos los diálogos porque hubieran sido teatrales -el diálogo en el teatro es diferente al de cine-, y entonces se reescribió ese tema desde el punto de vista cinematográfico. Y así hicimos también con El pez que fuma, Sagrado y obsceno...

    Después, cuando José Ignacio nos dejó y se fue a otro mundo, conseguí a David Suárez, que era extraordinario también. Por ejemplo, David llegaba a mi casa, y yo decía Mira, quiero adaptar Vesícula de Nácar al cine -lo que luego fue Pandemónium. Y él me dice: "Yo no vi la obra de teatro". Porque era muy rebelde. "Nunca la fui a ver". "Bueno, tómala y léela". Y eran las dos de la tarde; al día siguiente, como a las diez de la mañana, no había dormido y llegó con ochenta páginas ya escritas de la adaptación. Y era sorprendente David porque escribía unos diálogos perfectos -no usaba los de las obras de teatro, inventaba cosas, tenía una gran imaginación. Pero me llevó esas ochenta páginas y las empecé a revisar y -no olvido- veo unos diálogos casi iguales (lo llevé a la computadora para que los leyera) a los que había escrito yo una semana antes en una obra de teatro que estaba escribiendo y él no conocía. Lo que quiero decirte es que David sí conocía muy bien mi mundo, ese mundo que yo trato siempre.

    También he hecho óperas, como Manon y Carmen. Y me gusta mucho lo policial. Y hasta con un policial puedes estudiar cómo es un país, como cuando hice 4 crímenes, 4 poderes, de Fermín Mármol León, que fue también adaptación de un libro -un best seller en Venezuela, en ese momento. Con Mármol León pasaba un poco lo que pasaba con Balzac: que él, sin darse cuenta, hacía una vivisección de la Francia de aquella época desde un punto de vista socialista, lo cual no era su ideología expresa. Claro, 4 crímenes, 4 poderes no abolió las injusticias, de los cuatro crímenes y los cuatro poderes. Había demostrado que el sacerdote era culpable, y lo dejaron libre; que el diputado de Acción Democrática -el partido de gobierno-, también era culpable, y lo dejaron libre, lo mandaron de agregado cultural a un país centroamericano; había demostrado que el militar había matado a la esposa, y había hecho creer que eran unos guerrilleros quienes le habían disparado. Y el otro caso, el económico, los niños de la clase media alta que secuestraron, y nunca se supo quién realmente había matado al niño.

    En El Caracazo, lo "teatral" es el comienzo, el prólogo, porque ahí hay unos personajes hablando, la única acción es el diálogo.
    Es cierto. A Diego Galán, que gustó y mucho de la película, me dice que ese comienzo Y le molestó muchísimo. No le gustaba para nada, y después, cuando la película realmente empezaba, tomaba otro camino. A veces uno no se da cuenta. Rodolfo Santana, el guionista de El Caracazo, también es un dramaturgo, de quien sí se han hecho películas como La empresa perdona un momento de locura, que realizó Mauricio Walerstein, y como obra teatral es una de las piezas teatrales venezolanas más representadas en el mundo entero. Pero él, cuando escribe cine, tampoco cae en lo teatral.

    Pero ese comienzo, y hablarle ala cámara...
    En ese momento no me di cuenta de que era una cosa como teatral. Sí, puede ser.

    Como a Diego Galán, ese comienzo me molestó. Sin embargo, pensé: "Si fuera deliberado, si fuera una búsqueda experimental, irónica o brechtiana, podría aceptarlo". No lo es. Es el único momento en que se "explica" con palabras todo lo que va a suceder o ha sucedido.

    Vuelvo a una pregunta anterior. Lo demás de la película es muy narrativo, de "acción ".
    De acción, sí. Una de las cosas que más me preocupó es que tenían que estar muy bien hechos los efectos especiales y para ello volví a llamar a unos técnicos mexicanos, los Farfan, a quienes siempre llevé para mis películas: La quema de Judas, Sagrado y obsceno, El pez que fuma. En los ochentas, para La oveja negra, llamé a Federico Farfan, y estaba sordo por una explosión de una película, y no me oía bien, y por fin se dio cuenta de que era yo quien lo estaba llamando desde Caracas. Y me dijo: Yo no puedo ir pero te voy a mandar a mi hijo, a quien preparé para que siguiera mi carrera. Y me mandó al hijo (que se llama Federico, como el padre), y el hijo hizo La oveja negra, todos los efectos muy bien hechos. Yo le puse al lado un venezolano, para que aprendiera con él, y se hicieron amigos y él después se llevó el venezolano a México para trabajar. En este caso, en El Caracazo, con mucha anticipación les mandé el guión, y ellos llegaron a Venezuela, con otros cinco técnicos, e hicieron una discriminación de todas las cosas que tenían que hacen Fue el costo más alto de la película, en el sentido de que tuvieron que venir tres meses antes de empezar la filmación, preparar todo, estudiar los asuntos, ensayar con la gente. Los efectos especiales son siempre difíciles, delicados, con riesgos de accidentes. Federico trabajaba para Sam Peckinpah. Y yo sabía que teniendo a los Farfan cualquier problema estaría de antemano superado.

    El otro problema era la colaboración del ejército, porque sin ella iba a ser imposible filmar. Otra era los uniformes, que en 1989 eran diferentes a los de ahora. Y los 5000 extras y los actores. En las fotos y en los documentales tú ves que la mayoría de los hombres usaban pantalones de tubito, y tienen el pelo largo, no iban a la barbería, se dejaban el pelo. Por lo tanto no se trataba de conseguir 5000 extras, sino de preparar a 5000 extras, conseguirlos con tiempo, medirles la ropa de la época, y ese trabajo fue muy acucioso y se hizo. Alta Gracia Martínez, la vestuarista, lo hizo muy bien. Y los encargados de casting. Las 5000 personas no salían el mismo día pero había que adiestrarlos. Sin embargo muchos de ellos habían participado en los hechos leales. Tanto la alcaldía como la dirección de cultura de la gobernación de Guarenas nos ayudaron mucho, convocando a la gente por radio. Al principio se inscribieron 200, se siguió haciendo la campaña, se escribieron 400, y así siguió. Esa gente reaccionaba estupendamente porque muchos de ellos habían vivido la situación, y las historias que ellos nos contaban a veces eran más terribles que las que contamos en la película.

    ¿Sucedió alguna cosa inesperada -buena o mala- durante el rodaje?
    Yo siempre tengo mucha suerte. Los técnicos dicen que es muy difícil cobrar horas extras en mis películas, porque lo tengo todo tan planificado que a veces terminábamos a las cuatro de la tarde. Y era una película muy difícil, para hacer en nueve semanas. Lo más grave que nos pasaba, a veces, era necesitar un helicóptero, y eran las dos de la tarde y no había llegado. Por esos problemas burocráticos de los permisos, por la rigidez de los militares. Y a veces eso fallaba porque no podían mandar a la gente que necesitábamos. Pero siempre lo solucionamos para bien, y la película se hizo en las nueve semanas en que estaba planificada. No recuerdo nada que sucediera imprevistamente, ni en contra ni a favor, simplemente tuvimos suerte, la gente se entregó con mucha mística.

    ¿Se trata de la película "más cara" en la historia del cine venezolano?
    Esta película costó medio millón de dólares. Dificulto que otra gente haga una película con medio millón de dólares, que tengan tantos extras, tres cámaras -en las escenas de acción teníamos tres cámaras-, la grúa. Alguna gente me atacó por el presupuesto, por los "tres millardos", porque la envidia siempre está en primer plano. Tres millardos es medio millón de dólares, y en Hollywood se ríen de ti si dices que vas a hacer una película de medio millón de dólares. De manera que no fue cara, al revés, pienso que para lo que significa, resultó muy barata, ¿no?

    ¿El presidente Chávez te sugirió la película? ¿Qué dijo cuando la vio?
    La historia fue la siguiente. Cuando Fernando Solanas fue a Caracas a exhibir su película La dignidad de los nadies, me pidieron que lo presentara en el teatro Teresa Carreño. Yo presenté a Pino, me senté entre Pino y Chávez durante la exhibición de la película, y el presidente nos invitó a cenar a Miraflores al día siguiente. Llegamos a cenar a Miraflores. Estaba Carlos Azpúrua; estaba Rodolfo Santana, con quien estábamos haciendo Amores de barrio adentro, una serie de televisión de 52 capítulos, y de pronto el Presidente me dijo: "¿Chalbaud, y qué película piensa usted hacer?" Le contesté que tenía varios proyectos, y le enumeré dos o tres, cuyos guiones tengo pero que no me decido a hacer porque no estoy contento con ellos. Y él me dijo: "¿Y por qué no se te ha ocurrido hacer el Caracazo en cine". "Bueno, mi última película, Pandemónium, termina con el Caracazo. Me interesaría". Y nos empezó a contar anécdotas del Caracazo. El no participó en el Caracazo, creo que estaba enfermo o algo por el estilo, pero se enteró de miles de anécdotas. Una de ellas era sobre unos muchachos soldados, que habían agarrado a unos zagaletones que habían robado un abasto, o algo, y los tenían allí. Pasó el día y llegó la noche y no sabían qué hacer con ellos, si soltarlos o no. Y llamaron a sus superiores. "Nosotros los pasamos a buscar", les contestaron. Y efectivamente como a la hora llegaron los militares - que eran unos soldados del interior, porque para disparar contra la gente llevaron soldaditos del interior del ya que los de Caracas no querían disparar contra su propia gente, sus madres, sus hermanos, sus novias, la gente de los Cerros. Y entonces entregaron a los muchachos. Como a la hora, los soldados jóvenes terminaron la guardia y se fueron, y empezaron a caminar, y a las cinco cuadras encontraron los cadáveres de los cinco chicos, Cinco chicos, muchachos de 14 ó 15 años, que habían robado café, azúcar, en un abasto. Y los mataron. Esa anécdota me la contó Chávez, y cuando Chávez estaba viendo la película, y vio cómo habían matado al personaje cuyo papel hace Fernando Carrillo, me dice: "Eso fue lo que yo te conté..." El se entusiasmó y emocionó mucho con la película, y cuando terminó la proyección subimos al escenario, y él dijo: "Esto es un peliculón…" Fue como una gran propaganda para la película. Estaban todos actores presentes, y la película fue un éxito, manera que para él el Caracazo era muy importante, porque allí se dio cuenta de lo injusto que era ese gobierno, de la corrupción, de los terribles crímenes que se cometieron.

    Aunque sigues siendo amigo de tus amigos, ¿cómo te sientes al ver que algunos de tus actores, grandes protagonistas de tus películas, se ubican en posiciones políticamente antagónicas con el gobierno actual?
    En lo personal creo lo que dice Benito Juárez, que el respeto al derecho ajeno es la paz. Pienso que cada gente debe pensar y defender sus ideas. Pero una cosa es eso y otra es llegar a decir públicamente, en una estación estadounidense de televisión, que a Chávez hay que matarlo. Eso es totalmente absurdo, y es el caso de Orlando Urdaneta. Pero no solamente me pasa a mí, le pasa a la gente que está allegada a él, y a la misma gente antichavista. La posición de Orlando es totalmente absurda, como si se hubiera vuelto loco. Hay otros casos como el de Miguel Ángel Landa, que no es chavista, pero nos respetamos mutuamente; Miguel Ángel no sale en la televisión diciendo que hay que matar a nadie. ¿Me entiendes? Eso otro es absurdo, no puedes proceder de esa manera.

    Existe una oposición apasionada, y debe de ser doloroso palpar esos desencuentros de gentes que tenían convicciones parecidas, y hoy están en posiciones opuestas.

    Los medios de comunicación antichavistas han exacerbado la situación, le han dicho a la gente que el gobierno les va a quitar sus casas, y miles de otras cosas que no son ciertas. Y mucha gente cree lo que dicen los periódicos v los canales de televisión, y algunos reaccionan de una manera totalmente absurda, increíble. Yo en eso he tenido mucha suerte porque no me ha pasado lo que a otros. Por ejemplo al principio, cuando los chavistas llegaban a un restaurante de lujo, al este de Caracas, los caceroleaban. Hasta en los aviones había caceroleadas, y esto le pasó a la esposa de un gobernador: iba rumbo a Santo Domingo, creo, y otros pasajeros del avión empezaron a cacerolearla, a gritarle cosas horribles, a un punto en que el piloto del avión decidió regresarse a Caracas. Una cosa primitiva y salvaje.

    Y bueno, cuando dieron el golpe de estado, parecía una cosa de nazis... Chávez ha tenido algo que algunas personas dicen que es debilidad: no ser feroz con los enemigos; ha como dejado pasar... Cosa maravillosa, porque si no, hubiera sido algo terrible. En ese sentido él ha sido muy acertado. Ellos dicen que hay presos políticos, y eso es mentira; todo está según la ley. Si tú tratas de hacer algo que está contra la constitución, pues te tienen que mandar a un juez, y te tienen que meter preso y hacerte un juicio. En cualquier parte del mundo lo harían.
    Yo he tenido suerte, porque, por ejemplo, la primera vez que declaré que estaba a favor de este proceso -después de pensarlo mucho- fui a un restaurante, y hubo ciertas miradas de la gente, desconocidos para mí, pero no pasó nada.

    Cuando salía del restaurante pasé por una última mesa en que había una señora, con muchos anillos y collares, y me dijo: "Usted, Chalbaud..." Y yo pensé: "Aquí viene el ataque". "Sí, a la orden", le digo. Y ella: "Usted no me conoce, pero yo vi las declaraciones que hizo en el Canal 8, y lo felicito, porque yo soy de clase media en positivo..." Sí, hay una reunión de, señoras de clase media en positivo, que están a favor del chavismo y ella era una de estas. Son señoras de la alta sociedad que están a favor del gobierno. Y los contrastes son enormes.

    Hay respeto. Y una de las cosas que más me emocionan es cuando yo camino por la calle, y alguien a quien no conozco me dice: "Gracias por estar con nosotros." Eso es muy bello, porque es la gente, es el pueblo.

    ¿Tú crees que esas pasiones venezolanas se van a ver representadas en el cine? Un cine panfletario, a favor o en contra (de lo que sea).
    Yo creo que no. Actualmente una gran parte de los cineastas es antichavista. Pero ellos se han dado cuenta, con el tiempo, de que las leyes son para todos, de que el estado, cuando se estrena su película, les da los mismos beneficios -como los anuncios del Ministerio de Cultura, o los afiches, que son una obligación del Centro de Cinematografía-, como a cualquier otro. Los beneficios son para todos, no para uno.

    En la Villa del Cine, por ejemplo, ya hay tres edificios construidos y se está haciendo una miniserie sobre Francisco de Miranda -dirigida por Luis Alberto Lamata-, y se está preparando algo de Zamora, que lo hace Pablo de la Barra. Y ahí hay gente trabajando que no son chavistas, pero son buenos profesionales. Las Comisiones fueron integradas como siempre fueron antes, con un distribuidor, un exhibidor, uno del Consejo Nacional de la Cultura, uno del Centro Nacional de Cinematografía, un director de la ANAC (la Asociación nuestra), uno de Cabeprol (Cámara de Profesionales del Cine), o sea que es muy amplio, y en ningún momento se puede pensar que esa gente va a favorecer a alguien porque piensa de una u otra manera, sino que estudian los proyectos desde el punto de vista artístico y económico. A fines de octubre entraron 160 proyectos, entre cortos, animación, largos. De largos hay 11 proyectos, entre ellos uno mío, y espero que comisión, que es muy amplia, apruebe mi proyecto. De manera que esa lucha por el cine la seguimos todos.


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