Para realizar su obra, Bou se inspira de la realidad, cómo vive la gente, los problemas que tienen, las injusticias que se cometen. Su producción se basa más en expresar aquello con lo que no está de acuerdo, utilizando siempre la ironía y un poco de humor. Su intención ha sido despegar de la animación el estereotipo de que es un medio orientado solo a los niños.
Padre, su último trabajo, y el primero que realiza en stop motion, es una coproducción con Francia. Se trata de un corto que cuenta la historia de una anciana que es hija de un militar de la dictadura argentina de los años 70 y cuya obligación es llevarle una bandeja de comida y remedios a su habitación cada vez que suena un reloj. Todo en el corto es oscuro y triste, enigmático y, finalmente, ominoso. Con Padre, este joven realizador muestra de alguna manera el verdadero significado de la opresión, ligado a la actitud de una parte de la gente en torno a lo que sucedió durante los años de gobierno dictatorial. A propósito de este corto, conversé con él.
Para la idea original y escritura del argumento, ¿te basaste en alguna historia real en particular?
Padre junta estereotipos que conforman la historia afín a un personaje y su relación con la dictadura. Simbólicamente, para mí representaba un sector de la clase media y su ligadura a la dictadura en el advenimiento de la democracia. Es una historia muy común, pero no se basa en la de alguien en especial. En lo personal, a mí me gusta mucho contar algo con lo que estoy en desacuerdo.
¿Cómo fue el proceso de elaboración de los personajes?
Casi todo el corto está hecho por mí, pero en el caso del muñeco del personaje principal fue donde más asistencia tuve; toda la parte del matrizado, la silicona, las copias, las hice con Ariel Bernaechea. Yo elaboré el muñeco, que es uno solo y tenía cinco pares de manos de repuestos. Los pájaros también requirieron copias, moldes, pero toda la parte del modelado, el diseño, está hecho por mí, al igual que la escenografía, donde pude meter mano. Otras cosas las encargué bajo planos muy precisos. Aunque no se note, todo tiene un fugado hacia arriba, tiene como una distorsión espacial importante.
¿Probaste no utilizar música en Padre? O sea, usar solamente el sonido ambiente, la radio que se escucha dentro de la casa…
Yo no trabajaba con música, pero me pareció interesante hacer la prueba. Padre es un corto muy denso y de alguna manera la música ayudaba a que no sea tan pesado. Creo que la música facilita digerir lo pesado que ocurre en la pantalla, porque es un tono muy lento, muy expresivo y la música de alguna manera distiende eso. En este caso trabajé una especie de foley emocional; no es tampoco música con una armonía clara, quizás hubiera podido ser un poco más minimalista. Fue un poco problemático hacerla, porque no encontré los músicos que hubiera querido, así que no es que esté muy conforme con ella.
Patricio Plaza vuelve a colaborar contigo en Padre...
Siempre trabajamos juntos, pero él no conoce la técnica de stop motion, entonces me apoyó mucho en la parte del story board, en posproducción, en el sonido también.
¿Cómo fue el proceso de producción de Padre?
Fue un corto de animación realizado a lo largo de tres años. En Bariloche hice toda la preproducción, igual trabajando con gente en La Plata y Buenos Aires. Es decir, la construcción del muñeco, matrizado, copias, color, escenarios, mobiliarios fue casi toda hecha en Bariloche. Después me traslado a Buenos Aires con todas las cosas y allí en un estudio amigo que se llama Gangan Club, que también hace cortometrajes, armo todo y encargo el resto de la producción y paralelamente hago la posproducción. Termino de animar y tuve unas tres semanas para terminar la posproducción, que en stop motion básicamente es remover soportes. Me fui a París y allí hice todo el foley, el trabajo de laboratorio, la mezcla y las copias.
¿Cómo llegaste a esta productora francesa y cómo fue la experiencia con ella?
A la productora francesa la contacté en el Festival de Annecy. Allí conversamos cuando tenía en proyecto a Padre. Estuvieron interesados sobre todo después de ver El empleo, que ya había ganado un premio FIPRESCI en Annecy y además se estaba haciendo allí un homenaje a la animación argentina. Regresé a Argentina y comenzamos a hablar; se presentó el proyecto a CNC, Arte France y se dio toda la dialéctica de las conversaciones para que se terminara haciendo la pre-compra de derechos, que es como se llama.
¿Tienen en Argentina un financiamiento para la realización de películas de animación?
En Argentina está todo muy estructurado para el cine de ficción, pero la animación está fuera de la planificación. La producción de animación es mucho más costosa, el trabajo es mucho más lento, etc. El tema de la realización de cortometrajes y la animación en Argentina casi siempre es un trabajo de un grupo de gente como yo, que quiere hacerlo por amor al arte y lo hace.
¿Te estás dedicando a tener encuentros en los festivales con el público y a hablarles de cómo realizas tu trabajo?
No soy una persona muy comunicativa. Soy profesor en la Universidad de Río Negro en la materia dedicada a la animación y me gusta trasmitir conocimientos. En los festivales tengo la posibilidad de hablar sobre mi trabajo y me gusta que la gente pregunte, pero no es algo a lo que me dedique.
Padre recién comienza su carrera por los festivales ¿a qué próximos certámenes lo has enviado?
El corto ya lleva 17 premios. El número es interesante, teniendo en cuenta que lo terminamos en julio- agosto. Sé que es muy difícil de verlo y valorarlo, sobre todo en los festivales de animación, donde se utilizan otros códigos. Creo que es un corto al que le va costar abrirse camino. Lo hemos enviado a muchos festivales de todo el mundo. Fue seleccionado en festivales importantes, como el de Rotterdam. También hay como un camino allanado por El empleo y de alguna manera esto le facilita las cosas, pero considero que Padre es un corto difícil de digerir.
¿Tu nuevo proyecto?
Tengo que descansar un poco, porque fue largo el trabajo con Padre. Pero sí, tengo otro proyecto en que trabajar.