Acaba de dirigir su primer largometraje, pero a Lucía Puenzo (Buenos Aires, 1973) su pasión por el cine le viene de lejos. Lógico, si tenemos en cuenta que es hija del realizador argentino Luis Puenzo (cuya película La historia oficial ganó en 1985 el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa) y que, siendo pequeña, asistió a bastantes rodajes.

Tras haber escrito varios guiones (La puta y la ballena y series para la televisión de su país), Lucía debuta tras las cámaras con XXY, un drama que narra la difícil situación por la que pasan los hermafroditas en una sociedad que les mira como 'bichos raros'.

¿De dónde le vino la idea de rodar un filme sobre un tema tan desconocido como es el hermafroditismo?
– La génesis del proyecto fue la lectura que hice de un cuento escrito por mi marido, Sergio Bizzio. Me pareció tan hermoso que él decidió regalármelo para lo que adaptase. Fue entonces cuando preferí que nadie más me ayudara en dicho proceso. De hecho, opté por no mostrar a nadie el guión definitivo hasta no tenerlo terminado. Aunque yo proceda de una familia muy cinematográfica y mi esposo sea escritor, necesitaba encontrar el tono que hiciera mío el proyecto. Prefería equivocarme sola a que la cinta no pareciera algo que fue creado por mí.

¿De qué manera se documentó antes de ponerse a rodar? ¿Conoció antes a algún/a hermafrodita?
– Entré en contacto con varios y muchos de los que conocí me causaron una grata impresión. Lo que más me llamó la atención fue su lucha por no tener que tomar la elección de ser una mujer o un hombre. En su caso defienden que vinieron al mundo con un cuerpo que es de otra identidad sexual. Ellos quieren permanecer así, sin hacer de su cuerpo un lugar de pasaje; pelear contra la concepción que todos tenemos de que en el mundo sólo hay hombres o mujeres es algo muy duro.

De ahí que su película no apoye claramente que los hermafroditas tengan que operarse obligatoriamente...
– Me parece que lo más interesante de una historia así guarda bastante relación con una pregunta que muchos hermafroditas suelen hacerse: ¿porqué todo el mundo espera que yo me adapte a este mundo y no es el mundo el que hace lo mismo conmigo?

Sorprende bastante que Álex (Inés Efron), la chica protagonista, muestre sus pechos en bastantes secuencias...
– A medida que iba reescribiendo el texto fui madurando la idea de que el cuerpo desnudo de la chica debía aparecer muchas veces en escena. Pero no más de la cuenta. Me parecía muy importante no cruzar la línea de mostrar más de lo necesario. No quería sensacionalismos de ningún tipo.

¿Esa decisión la tomó por temor a que alguien fuera a escandalizarse?
– Más bien porque, de haber enseñado más, habríamos destrozado la historia de amor de un plumazo. Aun así, no tuve problemas en que Inés enseñara su cuerpo. Lo exigía una historia tan sexual como es ésta. Pensándolo mejor, creo que tuve mucha suerte al encontrar una chica que pudiera hacer esas escenas y no fuera menor de edad. Para alguien por debajo de 18 años hubiera resultado tremendo para su cabeza.

¿Es cierto que le costó trabajo reunir el elenco de actores que usted quería?
– Aquí he experimentado una sensación de lo más curiosa: la falta de tiempo. Todos los actores se comprometían siempre y cuando filmásemos rápido. Por ejemplo: Ricardo Darín estaba pendiente de rodar La señal (película que más tarde acabaría dirigiendo tras fallecer Eduardo Mignogna); Valeria Bertuccelli estaba embarazada y había que taparle la 'panza', y los chicos, que tenían 23 años (aunque den imagen de adolescentes), cada vez crecían más. Así que hubo que hacerlo todo rápido...

¿Le costó rodar la escena en la que varios chicos violan a Álex?
– Bastante. Fue tan complicada como aquella en la que los protagonistas se acuestan. En ambos casos decidí que se rodara todo en dos días y que salieran casi todos los técnicos del lugar para aliviar así un poco la violencia que pudiera generarse en el set.