La ópera prima de la realizadora cubana Marilyn Solaya, Vestido de novia, suscita numerosas interrogantes sobre la relación entre amor y género, a propósito de su presentación en el XXXVI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
El filme invita también al análisis de las consecuencias de los prejuicios sociales, con una prueba irrefutable de los daños psicológicos y físicos de la intolerancia.
Género y amor, ¿existe relación? El aplauso cerrado del público asistente la víspera a la premier de la película en el cine Chaplin tradujo la respuesta que algunos, todavía por prejuicios, no son capaces de expresar con palabras.
El amor no tiene apariencia definida, va más allá de los estereotipos, de lo aprendido y lo forzado, por otra parte, la represión conduce a caminos de tortura, falsedad, corrupción del ser humano.
La cinta ganadora del Primer Premio de Postproducción Nuestra América, otorgado por el ALBA Cultural en la edición anterior del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, expone un guion basado en hecho reales hirientes.
Sobresalen dos actuaciones magistrales: Luis Alberto García (protagonista) e Isabel Santos (actriz secundaria), quien da vida a un travesti creíble hasta la médula, un alma de mujer apresada en el cuerpo de un hombre.
El guion presenta algunas lagunas porque deja abierto conflictos como el del padre embustero y el jefe corrupto y acosador, además, aún no me explico cómo un hombre tan machista permite que su mujer lo engañe a sabiendas y no le exige confesar dónde estaba, entre otros deslices escriturales.
Pero las excelentes actuaciones del elenco en general, la fotografía de Lourdes y Rafael Solís, el maquillaje de Magdalena Álvarez y la música de X Alfonso inclinan la balanza hacia lo positivo.
Solaya dedicó este primer largometraje a todas las mujeres maltratadas y a los hombres sensibles porque, según declaró, hay más hombres sensibles de lo que parece.
El público recibió muy bien la obra en un cine abarrotado, y una multitud de gente en la calle, en una cola de más de 40 metros, se quedó con las ganas de entrar, deberá esperar una segunda puesta.