“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Exito contra todo pronóstico

    ¿Cómo nació tu deseo de hacer cine?
    Empecé a estudiar cine cuando tenía diecinueve años en Cuba. En realidad yo pienso que el cine vino tarde a mi vida, porque no empecé desde los diez años ni nada por estilo. Yo quería ser médico como mi papá, así que entré a la Universidad Central y fue ahí en que me sentí como pez fuera del agua. En mi casa siempre hubo un ambiente culturalla. Empecé a ir a la cinemateca y poco a poco me fui inclinando por el cine.

    Entonces empecé a buscar dónde, pues en mi país no existía donde y mirando una revista sobre la Escuela de San Antonio de los Baños me quedé encantada. Eran estudiantes de toda América Latina, eso para mí ya era una escuela y luego, pues, fue creada por García Márquez. Tenía un lenguaje muy innovador. Para mí fue un sueño irme allá. No sé cómo me dieron la beca, pasé las pruebas de ingreso. Tuve mucha suerte. Había mucha gente que ya había hecho cine, pero;!cómo es la vida!, la escuela estaba llevando gente nueva que no tuviera experiencia sino que fuera a aprender.

    ¿En algún momento dudaste?
    No, desde que fui admitida, para mí estuvo claro a pesar de que el camino de cine nunca sea cierto.

    ¿Cómo te sentiste dentro de la Escuela?
    Esos cuatro años fueron un intensivo increíble. Tenía diecinueve años cuando llegué allá y durante ese tiempo no sólo fue el aprendizaje del cine sino también de la vida. !Había que absorber tanto!. Por otro lado era una época de transformación en la manera de hacer cine. No hay que olvidar que la escuela había sido fundada por gente que venía de una militancia política intensa y nosotros, los estudiantes, lo que queríamos era renovar el lenguaje desde una postura de autor. Sentíamos que estaba agotado el lenguaje del realismo social a rajatabla, había necesidad de proponer cosas desde los ejercicios más pequeños. Por otro lado vivíamos en un mundo poco real pues teníamos todo el acceso a una súper videoteca y a todos los recursos para practicar. No nos faltaba nada. Lo duro fue volver. Fue salir de ahí a un mundo donde no había nada, donde no solamente no estaban las condiciones para que se diera la realización sino al contrario, estaban todas las condiciones para que no se diera.

    ¿Entonces qué hiciste?
    Fueron años que ahora al verlos con perspectiva, me sirvieron mucho porque he ido aprendiendo cosas que a la larga me han sido totalmente necesarias. Empecé a relacionarme de forma más real con mi país. A nivel laboral, trabajé en muchas cosas, hice documentales institucionales, asistencia de dirección de cortometrajes, de miniseries para televisión, de largometrajes nacionales e internaciones y desde el año 96 comencé a dar clases. Por otro lado, como me encanta estudiar y sentía que a mí personalmente me faltaban más lecturas, me fui a España a hacer un curso de letras y luego hice una maestría en estudios culturales.

    ¿Realizadores que te hayan marcado?
    Muchos y según las etapas diferentes. En los años de estudiante el primer Wim Wenders y el primer Jim Jarmusch. Son road movies y ellos me mostraron que el cine podía ser de otra manera. Más adelante Tarkovski, él me enseñó toda una visión del mundo. También Titón con Memorias del subdesarrollo.

    ¿Autores literarios?
    Octavio Paz, Vallejo. La literatura latinoamericana me cambió la vida y la forma de ver el universo.

    Tu madre en la película fue de una importancia extrema, háblame un poco de ella.
    Lo de mi madre para mí misma es una revelación. Ella es una persona que ha trabajado en ciertos asuntos relacionados con la gestión cultural. Mis papás son muy cinéfilos y cuando ya yo me meto de cabeza en el proyecto y dentro de la lógica de que esto sale porque sale, comienza a interesarse. Un día leyó el guión y al terminarlo me dijo: Yo te voy a ayudar porque no puede ser que este guión se quede dentro de un cajón. Ella nunca había hecho producción ejecutiva, ni en sueños sabía cómo se podía conseguir financiamiento para una película y menos aún manejaba la tecnología cinematográfica. Lo único que ella sabía era que ese guión había que producirlo. Empezó a apoyarme haciendo un seguimiento de los auspicios que nosotros habíamos solicitado. Para eso ella tiene mucho talento. En menos de un mes, la Mary pasó a ser “la productora ejecutiva”. Tenía las riendas del potro más chúcaro.

    ¿Les apoyaron?
    A la larga sí, pero después de un proceso tortuoso, largo y agotador porque la norma era que nos dijeran que no y luego de hacernos esperar y de ilusionarnos.

    ¿Hace cuánto fue esto?
    Hace tres años. Sin embargo esta espera a la larga resultó buena porque a mí me permitió madurar el guión, hacer casting con paciencia, y que el proyecto como tal creciera. El tomar la decisión de hacerlo en 35mm. fue todo un proceso, de sopesar en qué nos íbamos a meter en términos económicos y en términos estéticos y para mí, como directora, el tomar la decisión de tener tan poquito material para filmar. Yo creo que al cabo de un año y medio cuando habíamos conjugado la película ideal con la película posible el proyecto había madurado un montón y claro ya en ese momento la Mary era la productora ejecutiva. Estábamos en sus manos. A ella le tocó durísimo. Excepcionalmente salía un auspicio, por eso yo digo que yo creo en el Ecuador excepcional. La Mary en un momento dado dijo: Aquí esto se hace porque se hace.

    ¿Crees que hubieras podido hacer el proyecto sin tu mamá?
    Creo que me hubiera tomado mucho más tiempo. Probablemente me hubiera quedado endeudada toda mi vida. Hubiese sido muy difícil. Es una mujer con una tenacidad para asumir los retos que en los momentos de flaqueza cuando yo decía: esto no va a salir, ella decía: no, esto sale. Me tranquilizaba para que yo pudiera dirigir con tranquilidad y a la larga nos fue bien. Tenemos una deuda y eso se va a pagar con la taquilla.

    La película, a pesar de que acaba de ser estrenada, tiene ya algunos premios.
    Tiene un premio importante que es el del festival de cine ecuatoriano Cero Latitud a la posproducción y acaba de ganar el segundo puesto a las óperas primas en Montreal. También quedó finalista en un concurso de guiones en Francia.

    ¿Te sientes en la etapa más feliz de tu vida?
    Estoy muy sorprendida. Ha sido muy fuerte el darme cuenta que este proceso tan íntimo, tan mío, de pronto le provoca cosas a la gente. Tengo emociones que no esperaba tener en este momento. Es el momento más importante. Haber terminado la película ya es una sensación de satisfacción enorme, más allá de que a la gente le guste. Esa fe valió la pena. Sí se puede hacer. Tarkovski dice en sus memorias que desde el momento en que uno escribe el guión parecería que hubiera un conjuro para no poderla terminar. A veces la única manera de consolarme era pensar que si a este genio le pasó esto en un lugar donde hay todos los recursos para terminar, pues qué podía esperar yo. Esta sensación de que todo estaba en contra para que se terminara, es parte del proceso creativo. Finalmente iba a pasar lo que tenía que pasar. Si para la experiencia de la vida era más importante que la película no se realizara, pues habría que vivir con eso y habría que procesar eso. Pero mientras la pasión dure, una tiene que estar ahí luchando.

    “Lo que a mí me tiene conmovida es que la gente se interese por nuestra producción. Sin eso no tiene sentido hacer cine: si el Ecuador no ve lo que producimos, ¿para qué lo estamos haciendo? Estoy super contenta porque siento que el público está conmovido por la cinta y eso para mí es fundamental, es la razón por la que una la hace. Eso, por supuesto, es el más grande premio para un director: sentir que su película significa algo para los otros”.

    “Si bien es innegable que tenemos conflictos sociales y económicos profundos, también es innegable que somos mucho más complejos como sociedades que simplemente el país de la pobreza o el narcotráfico. Tenemos muchas otras cosas que contar, pero esas son las propuestas que mejor venden afuera. Yo me niego a hacer un cine para la mirada ajena. Para mí, lo más importante es mi propia mirada, y en esa mirada cabe mucho más que esos problemas, que de hecho tenemos, que los vivimos a diario y que yo no quiero negar de ningún modo, y que con Qué tan lejos no niego. Pero lo pongo en otra perspectiva. Pongo en primer plano otras cosas más personales”.

    ¿Recuerda cuál fue la primera película que la emocionó?
    ¡Ay! Me acuerdo que de niña, no iba demasiado al cine. Mi papá era más partidario de darnos libros; yo crecí leyendo mucho. El siempre fue de la idea de que las películas de Hollywood, o las de acción, no nos iban a aportar mucho. Recuerdo cuando nos llevó a ver una, justamente porque íbamos poco: 101 Dálmatas. Me acuerdo que me emocioné, grité, chillé, y pasé mucho tiempo como muy impresionada por la película. Que no tiene nada que ver con el cine que yo quiero hacer ahora, pero si hay algún largometraje que me emocionó muchísimo, fue ése.

    ¿Y cuál es el cine que quiere hacer ahora?
    Quiero hacer un cine muy mío. En esa medida pienso que mis películas no se van a parecer a ninguna de las que he visto. Naturalmente, hay directores que me han marcado bastante, vitalmente, no solo como cineasta. Como el primer Wim Wenders, el primer Jim Jarmusch. (...) Decididamente, mi cine siempre va a ser como muy de acá. Yo no me veo formándome como directora para dirigir en otras industrias. Ese no es mi objetivo. Mi propósito es hacer mis propias películas, y hacerlas aquí. La vida da miles de vueltas, una nunca puede decir “nunca jamás”; pero lo que me interesa, y lo que me interesó desde que empecé a estudiar cine, es poder contar historias que nadie más puede contar porque son las mías, las que tienen que ver con mi lugar, mi gente, mis emociones. Y mis emociones, obviamente, también pueden ser universales en un momento dado, pero parten de lo local.

    ¿Cuál es su película soñada, o todavía no la ha escrito?
    Todavía no la he escrito. Bueno, Qué tan lejos es una de mis películas soñadas. Yo soñé con esta película y cada vez que la veo en pantalla, me parece... ¡uff! De verdad me sorprendo del trabajo que hicimos, de que conseguimos ponerla en la pantalla, y ponerla como la pusimos, de que suene como suena... Además, no sé, supongo que la primera película siempre contiene tanto porque de algún modo, una vuelca ahí años y años de aprendiezaje. Como tener el primer hijo, debe ser.

    ¿Cómo es su proceso creativo?
    Solo he hecho este largometraje, tengo tres cortos, y casi siempre lo que me pasa es que voy durante mucho tiempo acumulando ideas que se van quedando así, como en rincones, pero en desorden. No intento ponerles una estructura desde el principio porque siento que así les corto las alas. No soy metódica. Dejo que crezca, que crezca, que crezca, como mala hierba (risas), hasta que llega un día en que me siento a escribir. Y cuando me siento a ponerlo en un papel, me demoro poco porque es como que ya se asientan (las ideas), y ahí quedan como una gran masa, la dejo leudar (risas) y luego le voy retocando. Necesito siempre tomar mucha distancia con el guión para poderlo seguir puliendo; entonces, es como un proceso de ida y vuelta. Acercarme, meterme, cambiarle cosas, y luego ¡pum! Es un proceso que dura hasta que yo misma siento que es un todo coherente.

    ¿Sueña con subir al escenario a recibir el Oscar al mejor filme extranjero?
    No, no, no, mi sueño va por otro lado. Obviamente, si me lo dan, yo lo recibo con todo gusto, ¡ah! (risas). Y diría: “Bueno, yo no soñé con esto, pero ¡muchas gracias!”.


    (Fuente: revistahogar.com y cosas.com )


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