“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Refugiado, miedo y huida a la desesperada
    Por Cinestel.com

    Una de las características principales de las películas del argentino Diego Lerman es su buena capacidad para acercarse a los sentimientos y las problemáticas femeninas. En Refugiado, su cuarto largometraje que cuenta con una admirable actuación de la actriz Julieta Díaz, llega a uno de los temas que más están preocupando hoy en día a políticos y medios de comunicación, el de la llamada violencia de género que atenaza y aflige a muchas mujeres que soportan las amenazas de un marido que sólo atiende a la razón de la fuerza. Con gran acierto, Lerman emprende todo el relato a través de la mirada del hijo, el pequeño que acompaña a la madre en su impetuosa y decidida huida hacia ninguna parte.

    Todo comienza cuando Matías, de 7 años, al regresar de una fiesta de cumpleaños encuentra a su madre extendida en el suelo del departamento donde viven en uno de esos enormes bloques que podemos ver en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires. La mujer está inconsciente en ese momento, pero cuando se recupera, decide trasladarse con el niño a un refugio para mujeres maltratadas.

    Lo que ocurre después es una búsqueda desesperada de Laura, la madre, para encontrar un lugar seguro en donde vivir con su hijo, siempre con el terror de que puedan volver a reproducirse los insultos, las amenazas y los golpes de su todavía esposo. La decisión de abordar el personaje masculino desde un lugar marginal en la película es acertadísima en este caso, sobre todo si tenemos en cuenta el argumento esgrimido por él para desencadenar su último episodio de violencia, que no es otro que un falso pretexto que quienes agreden de esta forma suelen emplear con mucha frecuencia. Y es que, en estos complejos y dolorosos temas, la agresión y el ensañamiento no es solamente físico, sino que tiene otras formas más sutiles y enrevesadas de expresarse, y precisamente una de las principales es el uso de la mentira, aunque hay algunas más que el filme deja también entrever de forma muy inteligente.

    Con todos estos condicionantes, tal vez la parte masculina merecería una película específica desde la que ser tratada porque, efectivamente, tiene un universo propio que es lo que complejiza todo aunque, en definitiva, lo que aquí se está tratando es la incapacidad, la imposibilidad o la impotencia que tienen los personajes para relacionarse entre sí sin dañarse, como muy acertadamente contaba el realizador en su presentación que, recordémoslo, fue en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes.

    En el terreno técnico, el trabajo de fotografía y cámara de Wojtek Staron está impecable, sabiendo transmitir esos momentos de tensión y desesperación con un movimiento de seguimiento de cámara por momentos muy cercano a los personajes, en una película cuya parte final, rodada al norte de la ciudad de Buenos Aires, va a ser crucial para que con mucha sutileza en los diálogos y las miradas, lleguemos a comprender (o no) unas cuantas cosas más sobre lo sucedido.

    (Fuente: José Luis García)


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