“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Te prometo anarquía, viaje al centro del corazón
    Por Raúl Liébana

    Te prometo anarquía es el quinto largometraje de Julio Hernández Cordón, sin tener en cuenta Territorio liberado, largometraje que únicamente produjo. Ha sido seleccionado dentro de la Competición Internacional del Festival de Locarno. El director guatemalteco ya había participado en la edición de 2012 con su anterior filme, Polvo. Miguel y Johnny se conocen desde que eran niños. Se dedican a patinar y a pasarlo bien. Son socios y consiguen dinero fácil, vendiendo sangre, hasta que reciben una transacción grande en la que llegan a involucrar hasta cincuenta personas y no resultará como ellos esperaban.

    Te prometo anarquía, título obtenido de un blog de poesía, como nos cuenta Hernández Cordón en la entrevista que le hemos realizado, es una película filmada desde el corazón, con honestidad y con actores amateurs que dotan al filme de una mayor naturalidad y realismo. Su historia se vertebra a partir de la rutina diaria del skateboard en las calles de la ciudad de México. Los dos protagonistas viven con intensidad esta actividad y sus monopatines se convierten en prolongaciones de sus pies. Los actores, además, se encuentran íntimamente ligados en la realidad al mundo del skate en México.

    Película que trata acerca de la homosexualidad y la bisexualidad, orientación sexual que ocultan sus protagonistas. Así, Te prometo anarquía es una mirada hacia un país, el México actual, que se mueve entre las apariencias y lo que en realidad hay detrás de cada uno, aunque no sea una cuestión de intolerancia social. No obstante, lo que en realidad parece interesar a Hernández Cordón es la relación entre Miguel y Johnny. Se dibuja una relación llena de aristas, compleja, explorada con gran delicadeza. Se trata de una relación que, por donde se mire, parece estar abocada a cierto fatalismo. Hay una dependencia mutua envenenada. Los personajes se hacen daño, pero continúan juntos. Surge, por tanto, constantemente, la necesidad de desprenderse el uno del otro, lo que siempre terminan negando sus protagonistas.

    En este sentido, el tráfico de sangre es otro elemento importante, al actuar como desencadenante de los hechos que ponen a prueba la amistad y la relación que mantienen los dos jóvenes. Hay, en la película de Hernández Cordón, una extraordinaria voluntad de captar la realidad sin manipular, de lo que es reflejo la fotografía, con un predominio de tonos poco saturados, por ejemplo. Asimismo, también es reflejo de esa idea el hecho de que Hernández Cordón consiguiera sus actores a través de Facebook, prescindiendo de un proceso de casting. Otra de las joyas que se ha visto este año en Locarno.


    (Fuente: Elespectadorimaginario.com)


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