Ingenuidad que despierta ternura. Ingenuidad que despierta tristeza. Por ver cómo ese candor se traduce en padecimiento. Una angustia que hará que la inocencia se vea siempre recompensada con trágicos dictámenes.
Empezamos con Desde allá, que se nos antoja el reverso de Lama azavtani (Why Hast Thou Forsaken Me – Hadar Morag, 2015). Si en la israelí seguíamos el punto de vista del niño que sigue a “su protector”, buscando un referente paterno, aquí el personaje principal, del que conoceremos sus deseos e intuiremos sus miedos infantiles, es el maduro hombre que esconde un trauma, nunca plenamente revelado aunque acabará siendo conocido por el espectador. El afilador de la primera ahora convertido en un taciturno moldeador de dentaduras postizas que busca el placer mirando el cuerpo desnudo de chicos jóvenes. El nuevo padre de Muhammad se convierte en el nuevo padre de Elder. porque aquí también seremos testigos de cómo los adolescentes transforman el respecto en afecto, y el afecto en amor… confundiendo sentimientos.
Desde allá basa su éxito, como Why Hast Thou Forsaken Me, en confiar más la fuerza de su argumento que en experimentar con las imágenes para condicionar al espectador, objetivando así la mirada de la cámara para que seamos nosotros los que decidamos cómo interpretar cada mensaje que puede ser no más que una sutil mirada u oportuno comentario revelador, pero sobre todo silencios, que nos permiten comprender el por qué del comportamiento de Armando, nuestro protagonista de mediana edad.
Y es que Desde allá destaca más por lo que se permite presentir que por lo que se dice abiertamente, destacando un efectivo cierre que resuelve cualquier duda en cuanto a los sentimientos del protagonista.
No obstante, un elemento es imprescindible en el filme, y no es otro que el trabajo de sus dos protagonistas. El enfoque de Armando (Alfredo Castro) es el de un hombre que se desplaza por la ciudad sin esconderse pero pasando desapercibido, tal y como él desea. La postura y forma de hablar son básicos para que, en el fondo, no empaticemos en ningún momento con él. La indumentaria seleccionada apoya su interpretación: Impersonal, fría, gris, monótona, vulgar.
El trabajo de Luis Silva es también una muy buen baza de Desde allá, y convence en el desarrollo de su personaje, el paso de matón callejero a confuso niño despreciado por su propia familia. Un excelente debut.