Antes de iniciar el rodaje de Manos sucias, Jarlín Martínez visitó una cancha de fútbol en su natal Buenaventura junto con el director Josef Wladyka y una parte del grupo de producción. “Unos jóvenes en moto se me acercaron y me dijeron: ‘La próxima vez tienen que pedir permiso para venir por aquí o los vamos a matar’. Pasé saliva. Me dio mucha tristeza que ni siquiera pudiera regresar a mi barrio”, recuerda uno de los protagonistas del filme colombo-estadounidense.

Por encima de todas las dificultades, Manos sucias fue una realidad, sobre todo por la insistencia de su director: durante casi una década este estadounidense, el menor de los tres hermanos Wladyka Kubota (hijos de una japonesa y un polaco), se acercó a las historias de los nativos de Colombia en la costa Pacífica, a sus necesidades, el entorno violento que los asedia y su inevitable relación con actividades ilegales, como el narcotráfico.

“Esta es una película sin prejuicios, dirigida por un extranjero que conoce bien la zona, lleva años viendo a gente que no es buena ni mala, sino que ha vivido en situaciones marginales. Creo que quienes no vivimos ya en Buenaventura no nos enfrentamos a diario con eso. Esta película es muy puntual, con mucha información y contada en el tiempo justo”, agrega Martínez, que da vida a Jacobo, quien sueña con dejar su vida de dificultades e irse para Bogotá y que es el hermano mayor de Delio, un apasionado por el rap. Los dos se dedican a la pesca y con esta excusa transportan cargas de drogas ilegales en contenedores submarinos.

“Mi personaje es el de un muchacho entusiasta, trabajador, un poco ingenuo, a quien ese viaje le abre los ojos a una realidad muy dura. En mi vida, jamás he pensado en la maldad, y Delio debe enfrentarse a algo terrible. Fue muy complicado actuar esa escena”, comenta el actor Christian Advincula, que al lado de Martínez debuta en el cine con Manos sucias.

No obstante el sentido de aventura del director, un rodaje en Buenaventura representó un reto mayúsculo. “Cualquier cosa representó un problema allí: no hay estructura para rodar una película, así que los líos iban desde conseguir un equipo de producción hasta mi pobre español para poder comunicarme. Hacer escenas en el agua es muy complicado, y muchos de la producción se enfermaron. Fue muy difícil, pero sobrevivimos”, cuenta Wladyka, quien fue escogido como el mejor director en el pasado Festival de cine de Tribeca en Nueva York.

Manos sucias llega a los cines de Colombia para reflejar el drama humano de cientos de personas en Buenaventura que a diario se enfrentan a dilemas de vida. El mismo Spike Lee (director de Malcolm X y 25th Hour) conoció el proyecto y lo respaldó desde que era solamente un guion.

“Creo que él se siente orgulloso de lo que hicimos. En la escuela –la New York University, donde Lee fue profesor de Josef–, él enseña que un cineasta no debe renunciar nunca a hacer el filme que quiere y como quiere. Así sea un trabajo duro (…) Cuando vio Manos sucias, adoró todo: los actores, las locaciones, lo que la película es, un relato de acción pero con un enfoque muy emocional. Incluso creo que ya está pensando qué haré ahora”, bromea el realizador.