“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • A orillas del mar, primer punto positivo del 2016 del cine dominicano
    Por Orlando Santos

    Es raro encontrar un director dominicano que haya encontrado su voz desde temprano como narrador. Abud es uno de ellos. Al igual que otros antes que él, también sintió la necesidad de experimentar con otras voces por varias razones: ver si estaba en él experimentar con otros géneros y probar la suerte taquillera con el género más famoso del país. Al final, sin embargo, es bueno poder decir que Abud regresa a lo que mejor ha hecho: el drama, el retrato del barrio dominicano, el reflejo de la miseria.

    A orillas del mar se convierte en el primer punto positivo (esperamos que no sea el único) del 2016 del cine dominicano. La película muestra a un director más maduro y con las facultades para lograr una mejor producción que en años anteriores. Esto lo podemos ver en la fotografía y la edición y mezcla de sonido (talón de Aquiles de sus producciones anteriores).

    El filme retrata la pérdida de la inocencia y como la sociedad es responsable de cultura violenta que implementa. La paciencia y la escasez de diálogo incrementan la fuerza de la puesta en escena. Sin embargo, Abud parece no tener la confianza suficiente en algunas de las cosas que presenta, puesto que la mayoría de ellas se tornan reiterativas.

    La miseria real siempre será peor que la retratada en cine o en el arte en general, pero esto no da cabida a la necesidad de ser lo más atroz posible con tu protagonista. En la vida real las cosas son mucho más peores, pero intentar retratar eso en la ficción lo hace menos creíble y más banal. Esa es la principal crítica que le hemos hecho al cine de Iñarritu anterior a Birdman.

    La tercera película de Abud también abre con una escena fascinante de un monólogo de Cheddy García (la cual continúa demostrando que debería hacer roles que la reten y no los que usualmente realiza, pero esto es #eRReDé: hay que “buscarse el peso” y se entiende) donde hace una anécdota de como perdió su hijo en un incendio por dejarlo sólo en la casa y de cómo el culpable es el mayor porque es un delincuente.

    A primera vista esta escena parece estar completamente disociada de la película porque García no es la protagonista y su historia tampoco es del todo relevante para el filme. Más adelante se comprende que es la actitud de “no hacerse responsable de nada” -ni de las tragedias provocadas por la negligencia de uno mismo ni la de engendrar un asesino- es el tema central que retrata Abud.

    Punto negativo a resaltar del filme de Bladimir Abud es la influencia que tiene del cine de festivales. El “festivalbait” es igual -o peor- que el “oscarbait”. Son películas que se hacen exclusivamente con la intención de agradar a los festivales o a los premios. El primero consiste en estas tomas lentas, estáticas y/o con movimiento muy pausado en donde se busca retratar todo por amor a la belleza.

    El filme de Abud se hubiese beneficiado mucho más por una narrativa más convencional similar a la tratada en La lucha de Ana que su influencia de filmes como Heli de Amat Escalante, la Chronic de Michel Franco o el peor Carlos Reygadas de todos en Post Tenebraux Lux (Reygadas es un gran director, sólo digo que su peor versión está en esa película).

    Ese estilo de narrativa hace que la película se sienta más extensa de la cuenta y hace que por momentos uno deje de estar inmerso en la historia.

    Las actuaciones, mejor dicho la presencia de los/as actores, es un punto a favor que tiene la película. Abud ha sabido retratar a sus personajes aunque en esta ocasión las actuaciones no sean tan extraordinarias como las de Cheddy y Jalsen Santana en La Lucha de Ana.

    De todas formas, Sonny Kelly es un casting perfecto, igual que la dupla Cheddy García/Teo Terrero y el personaje silente de Miguel Ángel Martínez. Y digo presencia más que actuaciones porque es en esas escenas sutiles donde la actuación es “mínima” que la película triunfa.

    Uno de los tantos daños que recibe el personaje de Kelly es cuando es escoltado por el personaje de Martínez mientras se escucha a su padre (Terrero) y el personaje de García teniendo sexo en la casa del lado. Es el mejor momento de la película y es el trato que debió darle durante todo el filme.

    Dos cosas pueden suceder si Abud continúa este paso narrativo: su cine puede mejorar hasta el punto de encontrar el tacto adecuado/perfecto como lo hicieran Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas en Dólares de Arena o puede llegar al punto de lo insoportable. Abrigo esperanzas de que será la primera y que Abud no volverá a hacer ningún experimento con la comedia.


    (Fuente: Cinedominicano.net)


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