Palpitando el estreno en nuestro país de Rara (2016), película chilena que participó de la edición 66 de la prestigiosa Berlinale, EscribiendoCine dialogó con su directora Pepa San Martín, quien supo crear una ficción en la que una niña debe tratar con los típicos problemas de su pre adolescencia, con los problemas de sus padres divorciados y con un tema universal que es la orientación sexual. “Entender el mundo de los pre adolescentes y sus contradicciones. La vida tiene muchas capas y ahí está lo entretenido, ahí está la pulsión de la vida”, afirma la directora chilena.

La película trata varios temas y algunos de ellos son muy sensibles, todos vistos desde la mirada de una niña, ¿Cómo fue abordar este desafío y estructurar todos los temas que se ven?

Fue un gran trabajo que realizamos con Alicia Scherson, la observación fue lo principal. Entender el mundo de los pre adolescentes y sus contradicciones. La vida tiene muchas capas y ahí está lo entretenido, ahí está la pulsión de la vida.

Rara trabaja mucho con el contrate entre planos con un solo personaje y otros donde hay varios en cuadro y el espectador debe elegir qué mirar, ¿Fue planeada así la puesta en escena? ¿Cómo sino?

Exactamente, el desarrollo de un yo como ser sociable, insertado en la sociedad, el público debe decidir qué mirar, ahí está el detalle, la elección de la sociedad, lo que quiere mirar.

¿Cómo fue el proceso de casting, especialmente de Sara y su hermana Cata?

Fue largo, sabíamos que aunque tuviéramos un buen guion y todas las condiciones para hacer una película, si las niñas no funcionaban no tendríamos un buen resultado, por esto le dedicamos tiempo, recorrimos varios colegios de Santiago en su búsqueda y las encontramos.

Luego realicé un taller de preparación con las chicas, armando la relación entre ellas, fuimos de paseo, a exposiciones, etc, queríamos que tuvieran una memoria en común.

Se da a entender mucho de lo que pasa solo visualmente ayudado por el arte y la fotografía, ¿De qué manera fue pensado y trabajado esto?

Siempre pensamos en una cámara que siguiera este cuento que queríamos contar, que no fuese una cámara impuesta. El arte y la fotografía son elementos que también cuentan la historia y creo que en este caso Enrique Stindt y Amparo Baeza fueron los mejores compañeros y llegaron a entender, en profundidad, lo que queríamos narrar.

¿Fue complejo elaborar tantos planos de larga duración como los que aparecen en la película haciendo hincapié en la frase que dice que es complicado trabajar con niños?

La verdad es que no, los niños juegan con una seriedad que un adulto debe envidiar, nos preparamos para eso, dejar que las cosas pasen y aunque parece que no fue así, no hay ninguna escena que no venga del guion, es decir, no hay improvisación en el set.

El film participó del prestigioso Festival de Cine de Berlín, ¿Qué tipo de experiencia fue esa?

El recibimiento del publico fue notable, estrenamos a sala llena (600 personas) era la primera vez que enfrentábamos la película al público, estábamos nerviosas, estábamos felices.