La alegoría sobre el poeta Pablo Neruda realizada por Pablo Larraín se ha convertido en una de las cintas favoritas presentadas en lo que va de Cannes 2016.
Separada de la sección oficial (división donde debió haber sido incluida), Neruda se convierte en uno de los títulos más sólidos de La Quincena De Realizadores.
Más allá de ser sólo una biopic convencional acerca de la vida del escritor, la película se convierte en una versión lírica y ficcionalizada dentro de un espléndido montaje. Describe con libertades la persecución de la cual fue víctima Pablo Neruda en 1948, cuando sufrió de una traición por parte del presidente Gabriel González Vidala.
Larraín y Guillermo Calderón (coguionista y con quien laboró en la espléndida El Club), inventan el personaje de Oscar Peluchonneau (Gael García Bernal), un obsesivo policía que sigue la pista de Neruda (Luis Gnecco) una vez que este último es imputado de insurrecto por parte del gobierno.
El logro de Larraín radica en presentarnos la figura del célebre autor y diplomático con una fuerte dosis de contrariedad; por un lado la figura romántica del poeta quien firmó frases como “… puedo escribir los versos más tristes esta noche…”, y por otro la imagen de la celebridad hedonista e inquieta por los acontecimientos que le rodean. Sobre todo está la tesis de la identidad de un pueblo que se representa a través del arte de sus propios artistas, de suministrar voz al civil común y corriente.
Entrañable el propósito de Peluchonneau de no convertirse en un personaje secundario en una historia estelarizada por Neruda cuando al final caemos en cuenta que la misma poesía del escritor da vida al personaje ficticio.
A manera de una visión, Larraín construye los pasajes significativos en este periodo sustancial en la vida del poeta como si fuese un sueño cargado de humor y causticidad, terminando en una conclusión por demás conmovedora.
Tuvimos la oportunidad de estar presentes en la función gala de Neruda y ser testigos de la ovación que siguió después de la proyección. Es curioso que a pesar de la falta de representación de la cinematografía mexicana en esta edición de Cannes, hayamos encontrado una de las mejores actuaciones de Gael García en esta espléndida cinta chilena que confirma a Larraín como una de las voces más interesantes a seguir.