“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Román Chalbaud, el señor del cine venezolano
    Por Victoria P. Simme

    SE CELEBRAN cien años de un cine que no parece poseer la fortaleza suficiente para aguantar los problemas económicos del país y la indiferencia del público. Sin embargo Chalbaud sigue trabajando, filmando
    Román Chalbaud palmea con cariño a la perra de pelo miel. Ella responde juguetona al contacto. Él la mira y sin embargo, por segundos, parece no estar presente en el lugar. Su mente, quizás, revisa las escenas que faltan por montar de Pandemonium, su más reciente película.

    Es como el monstruo de Frankestein -comenta con voz pesada, ajena- va creciendo, adquiriendo vida propia. Cuando se hace una obra, se piensa que determinada escena es maravillosa, pero luego al verla en pantalla, te das cuenta de que no era tan buena como tú pensabas. Y otra cosa a la que no le diste importancia, como un detalle de transición, resulta que cobra un gran valor.

    Las horas de montaje se ven reflejadas en su rostro, en su cuerpo.
    Ahora es mucho mas rápido montar, porque se tiene el video a mano, ya tengo montados cinco rollos y son diez - dice mientras observa por el balcón el grupo de edificios, el trozo de Ávila, el retazo de un cielo azul casi blanquecino.

    Estas últimas semanas han sido de mucho trabajo para Román Chalbaud, pues además de dedicarse al montaje de Pandemonium, prepara el reestreno de Reina Pepeada en el Teatro del Paraíso. Y seguramente, con la celebración de los 100 años del Cine Venezolano no faltará quien le haga otra entrevista o solicite afanoso alguna declaración al respecto.
    Fui a mejorar mi inglés a la Universidad de Nueva York. Estando allí conocí a los Strasberg. Un día, Ana Strasberg me comentó que su esposo, Lee, iba a dictar un curso para directores profesionales de todo el mundo. Me inscribí. Los participantes eran directores consagrados de Japón, Alemania, Estados Unidos, México, Transilvania. Ese fue el último curso que dio Strasberg.

    Durante doce martes, de diez de la mañana a cuatro de la tarde, Chalbaud y los otros cineastas se reunían y trabajaban en el Teatro Marilyn Monroe.
    Teníamos como tarea dirigir escenas de obras, las cuales previamente eran aceptadas o no por Lee. Los actores eran los alumnos del Actor`s Studio. El ejercicio consistía en presentar la escena, el la criticaba y por lo general la hundía. Recuerdo que a mi me tocó de primero: había preparado una escena de Yerma, de García Lorca. A la actriz la destrozó, pero elogió mucho la puesta en escena, cosa que el nunca hacía, de esto último me enteré después.

    Uno aprendía de sus críticas, de sus observaciones

    Si vas a dirigir por el método, los actores que están bajo tu égida tienen que conocerlo perfectamente. Cuando hago una película, no puedo usar el mismo método con todos los actores, porque unos no saben lo que es, otros vienen de la televisión, otros son novatos. Sin embargo, esos conocimientos te permiten guiar a un intérprete y darte cuenta de la entrega que es la actuación.

    En el cine la mirada es muy importante, los ojos dicen todo, como si fueran una radiografía. Si vas por una calle, miras a un hombre a los ojos y captas que algo terrible le sucede... y él no está hablando. Eso es cine.

    Ensayo mucho cuando estoy por hacer una película. Hago muchos ensayos de mesa, leemos una y otra vez el guión. De manera que cuando los actores llegan a la filmación, saben perfectamente en que momento de la película están, que es lo que quiero de ellos. Si, el primer día de rodaje, empezamos a filmar en la escena cuarenta, ellos saben a que situación se enfrentan, de donde vienen. En cambio, en la televisión, no se ensaya nada y los directores por lo general no dirigen, las cámaras lo hacen. Lee Strasberg llamaba a los de televisión directores de tránsito: Entre por aquí, abra la puerta, siéntese en esa silla, párese, vaya a la ventana... es como dirigir el tráfico y eso no es dirigir.

    ¿Y el dinero?
    Por mi haría una película al año, tengo innumerables ideas, por ejemplo quiero llevar al cine la pieza Reina Pepeada. Si tuviera el dinero ahorita, la filmaría. Pero no, primero tengo que buscar quien pone dinero. El único ente que invierte dinero aquí es el Centro Nacional de Cinematografía y antes era Foncine. Aquí no hay productores que metan dinero en el cine.

    Porque realmente no es un negocio. En los setenta, las películas se pagaban y eso me permitió hacer 16 filmes. Uno al año, una vez hice dos en un año. La quema de Judas costó 900 mil bolívares, la siguiente, Sagrado y obsceno costó un millón 200 mil. Así ha ido subiendo hasta Pandemonium que costó 130 millones. Solo el negativo, 70 mil pies, fueron 20 millones. Entonces, si la película cuesta 120 millones y a ti te toca el 28% de la taquilla, para recuperar la cinta se tienen que recaudar en Venezuela 360 millones... yo no sé si eso ha sucedido. Creo que no, pero si los da son películas como Rambo.

    Pasa también que la televisión no ha querido entrar en el negocio del cine. En la Ley de Cine aparecía que la televisión debería invertir dinero en películas venezolanas, pero se han negado. En otros países hay lo que se llama el derecho de antena: por ejemplo se va a hacer una película española y si es de interés para Televisión Española, te dan el 40 % del costo y a cambio les das el derecho de transmitirla dos años después. Esa es la lucha tan terrible que se mantiene en el país, porque eso aquí no se hace.

    Volví a la televisión porque uno tiene que vivir de algo. Además lo hice con proyectos considerados dignos dentro del medio: Nuestra Señora de Coromoto y los 30 primeros capítulos de El perdón de los pecados, de Ibsen. Me gané un dinero que invertí en la película y además necesitaba para vivir... los quince y los últimos tienes que pagar una serie de cosas. Sin embargo, estuve fuera del medio televisivo desde el 81, porque el cine me lo permitió.

    El cine es la expresión cultural de nuestro país. ¿No tenemos derecho a opinar artísticamente sobre nuestros problemas, el amor, la economía o los problemas del mundo?
    Pienso que me tengo que expresar en mi país y seguir el hilo de lo que aquí sucede. Vivo aquí, soy venezolano. Sin embargo, me contratan afuera, estuve año y medio en Puerto Rico haciendo una novela. Tormento, de Pérez Galdos. ¿Ves?, me llaman pero no para quedarme, pienso que tengo que hacer mi labor en Venezuela.

    Tengo que agregar a Luís Alberto Lamata, porque después de Jericó y Desnudo con naranjas se ha convertido en uno de los mas importantes directores venezolanos.
    La que más me sigue gustando es Araya, porque es cine puro. Es un poema. También admiro muchísimo a otras películas del cine venezolano: `Oriana`, `Disparen a matar`...aunque a Araya yo le tengo un cariño muy especial.

    Es muy difícil escoger. El pez que fuma es una película que todavía me trae grandes alegrías, me llevan a todas partes del mundo cuando exhiben El pez que fuma. A estas alturas se ha convertido en un clásico, en una cult movie. Fue elegido dentro de las 20 mejores películas latinoamericanas de todos los tiempos. Por otro lado pienso que La oveja negra es superior técnica y artísticamente. Y pienso que la mejor va a ser Pandemonium- afirma Chalbaud, mientras en su mirada se percibe la obstinada pasión de un hombre obsesionado por hacer películas... puro cine.

    En Especial para El Universal

    (Fuente: geocities.net)


CINEASTAS RELACIONADOS
Román Chalbaud


BUSQUEDA DE TEXTOS









RECIBA NUESTRO BOLETIN

APOYO DE
COLABORACION
Copyright © 2024 Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Todos los derechos reservados.
©Bootstrap, Copyright 2013 Twitter, Inc under the Apache 2.0 license.