Clara es negra, de clase media-baja y tiene cierta experiencia como enfermera y en el cuidado de ancianos en las afueras de San Pablo. Ana es rubia, de clase media-alta, tiene 29 años y vive sola en un amplio departamento de una zona acomodada (distanciada tanto de su familia como de su ex pareja) y está embarazada de cinco meses. Tras algunas vacilaciones iniciales, Ana contrata a Clara como empleada doméstica y futura niñera del bebé por nacer.
Lo que en principio parece un ensayo realista sobre las diferencias de clase, la maternidad y las relaciones femeninas, en manos de los codirectores de Trabalhar cansa deviene con el correr del relato en algo mucho más denso y provocador que termina en el terreno del cine de género con anclaje en lo fantástico y elementos tan diversos como el sonambulismo, el lesbianismo, el vampirismo, la matanza de animales y mucho gore.
El bebé de Rosemary, El joven manos de tijeras y los mitos de Frankenstein y El Hombre Lobo son algunas de las referencias de una película arriesgada y por momentos desbocada (ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Locarno 2017) que se disfruta en su delirio y sus excesos.