Cocote, la notable película dominicana que desde el 31 de marzo y hasta el domingo 8 de abril se exhibe, a las 21.30, en ocho únicas funciones en la sala Leopoldo Lugones del San Martín (Corrientes 1530), demuestra que el cine no tiene fronteras. Su director, Nelson Carlo de los Santos, se formó entre 2006 y 2011 en la Universidad del Cine, donde conoció a Lukas Valenta Rinner, que se convertiría en uno de los productores de Cocote, film que también recibió aportes económicos desde Alemania y Qatar, premiado en festivales como los de Locarno y Mar del Plata.
Este largometraje se acerca a temas recurrentes en el cine latinoamericano como la religión, la violencia o las fuertes diferencias de clase, pero sin caer en estereotipos, subrayados ni pintoresquismos. No hay lugares comunes ni estampitas, sino una narración de una potencia y de una multiplicidad de matices inusitados. La trama tiene que ver con el regreso de Alberto (Vicente Santos), jardinero evangelista que trabaja para una familia acomodada de Santo Domingo, al pueblo natal, donde su padre acaba de ser degollado por un influyente y poderoso referente de la zona. Mientras las mujeres de su familia le exigen que vengue la muerte de su progenitor, él se verá forzado a participar de una serie de rituales (de varias horas por día durante nueve jornadas consecutivas) con rezos, llantos y cánticos al ritmo de los tambores que remiten a la cultura afroamericana.
Es una película de constantes mixturas: visuales (imágenes en fílmico y en digital, en color y en blanco y negro, con múltiples texturas y formatos), formales (ascéticos planos fijos y coreográficos planos secuencia); sociales (comienza y termina en la piscina y los jardines de una mansión de clase alta, mientras que el corazón del relato está ambientado en un más que humilde pueblo costero del sur), étnicas (la cultura blanca y la cultura negra) y religiosas (lo católico, lo evangélico y el sincretismo). Con todos esos elementos el joven y talentoso director construye un film de espíritu tragicómico que aborda problemáticas extremas como el ojo por ojo, las armas en manos de civiles a los que ni las fuerzas de seguridad se animan a enfrentar sin caer en la solemnidad e incluso con sorprendentes dosis de humor negro y situaciones absurdas.