La Habana, 1960. Rolo Santos, el guardaespaldas de un ilustre gangster cubano, comienza a sentir el peso de los años. Cansado de la rutina mafiosa e inquieto ante un novedoso proceso político decide empezar una nueva vida. Para hacerlo necesitará dar un último golpe.

Con ese escenario inicia Omerta, la nueva película del joven y laureado cineasta Pavel Giroud, cuyo rodaje concluyó el año pasado y se encuentra en postproducción. Su estreno está previsto para el segundo semestre de 2008.

Manuel Porto protagoniza este filme, que Giroud no duda en calificar como cine negro, "pero de la única manera en que se puede enfrentar la atmósfera noir hoy en día: desde la ironía".

"No por ello dejo de retratar un drama muy serio del ser humano, su resistencia a envejecer", comentó el realizador en una conversación exclusiva con TeleSUR.

Luego de una precoz carrera como autor de cortos y documentales, Giroud logró el reconocimiento internacional en 2006, gracias a su primer largometraje de ficción en solitario, La edad de la peseta. Antes había codirigido Tres veces dos, junto a sus colegas Lester Hamlet y Esteban Isausti.

La edad de la peseta, además de lograr una gran cantidad de premios en festivales, fue nominada por Cuba a los premios Goya y Oscar.

En 2007, con el mismo director de fotografía (Luis Najmías) e igual inquietud por el pasado reciente de su país, Giroud emprendió las labores de Omerta, un guión escrito por él, que traía bajo la manga desde hace algún tiempo.

"Mi idea inicial era hacer una película de gángsters atípica, donde el protagonista fuese el que en las otras películas casi siempre aparece fuera de foco, al fondo del plano y como mucho dándole una paliza a un personaje más importante, o sea, una historia en la que Vito Corleone fuera un extra y el protagónico fuese Luca Brassi", relató el realizador, de 35 años de edad.

"Otra cosa que tenía muy claro es que tenía que ser una historia donde Cuba fuera determinante, que lo que le ocurriese a mi protagonista, aún siendo un conflicto universal, le pudiera ocurrir únicamente en Cuba; ahí entra el periodo histórico en que ubiqué el relato. A partir de esto comenzaron a aparecer nuevas ideas y personajes", dijo.

En parte por esa razón, el realizador situó los segmentos más importantes del relato en una antigua casona del sector habanero de El Vedado, que se convierte en sí misma en un personaje de la película, igual que como sucedió en su anterior filme.

Giroud todavía está asimilando el gran éxito internacional de La edad de la peseta. En una entrevista publicada por la revista digital Cubarte, este director comentó que Omerta es "como la cerveza del día siguiente".

A pesar de eso fue claro en decir que a esa película "tampoco ha de magnificarla como suceso", porque, por ejemplo, a pesar de tener la crítica a su favor, en su país no logró el éxito de taquilla que otras películas contemporáneas han alcanzado.

"Cada premio o comentario me han hecho mucho bien. No quiero privilegiar uno en particular, pues muchos me alegraron malos días, otros me vinieron bien para lograr determinados propósitos, algunos me permitieron conocer gentes y ciudades que no conocía. Los premios ni son tan merecidos cuando los ganas ni inmerecidos cuando no los logras. Son piropos que tres o cinco personas le hacen a tu trabajo", opinó.

Lo que sí asegura este realizador es que ahora, con más experiencia a cuestas, rodar Omerta no se hizo difícil, a pesar de que adrede decidió dejar de lado los elementos que en su ópera prima le fueron efectivos. "Preferí regalarme algo absolutamente diferente".

Con respecto a repetir el éxito anterior, dijo que prefiere espantar esos pensamientos de su cabeza. "Ni los magos de Hollywood pueden tener la certeza del éxito o el fracaso de un filme. La conclusión que siempre saco cuando pienso en esto es que prefiero dejarlo en manos del destino y que pase lo que tenga que pasar".

Fuera de foco

Graduado del Instituto Superior de Diseño de La Habana, Pavel Giroud está claro que ya no es el mismo cineasta que comenzó haciendo cortos y promociones comerciales en la década de los 90, y confiesa que lo más determinante en su evolución como realizador ha sido el rigor, "que va desde aprender a escuchar de todos a saber imponerte a todo".

"El Pavel de ahora tiene canas, peor carácter, disimula mejor su ansiedad por hacer películas, tiene mucha más necesidad de aprender, pasa más tiempo en casa y es menos severo con las películas ajenas, pues ha entendido lo complicado que es hacer un filme", aseveró.

Perteneciente a una nueva e impetuosa generación de cineastas cubanos, reconoce que la valentía es la mayor virtud de este movimiento. "Es una generación sin miedo", apuntó.

"Su peor defecto, en comparación con las que nos precede, es una evidente levedad cultural, que se hace más evidente con esa falta de miedo al decir y al hacer", sentenció.

En cuanto al cine latinoamericano de hoy, Giroud no quiso adentrarse en los sempiternos temas relacionados con la distribución, pero se confesó optimista, al menos al concentrarse solo en el resultado de las obras.

"Creo que si hay algo que tipifica hoy al cine latinoamericano es su pluralidad. Ya no es como antes, donde simplemente nos mirábamos al ombligo y éramos reacios a cualquier contaminación. El cine latino se ha abierto a géneros y poéticas como nunca antes", destacó.

Giroud, uno de los "hijos de la revolución", es decir, nacido en la Cuba socialista, también dedicó unos comentarios a los momentos que vive su país, y destacó que uno de los más grandes legados que el líder Fidel Castro le ha dejado a su pueblo es la resistencia. "Un cubano nunca morirá en una isla desierta luego de un naufragio".

En cuanto al futuro de Cuba, cuya revolución se adentra en nuevas etapas, comentó: "Espero que crezcamos como nación, que se mantengan los logros, se enmienden errores y nos recuperemos de nuestros fracasos. Creo advertir esas intenciones en todos los cubanos".