“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Bárbara Sarasola Day habla sobre el estreno de Sangre blanca

    Oriunda de Salta, descendiente de vascos y desarrollándose en el cine no sólo como directora, sino también como productora, Bárbara Sarasola-Day ("Deshora", 2013) se arriesga con el thriller "Sangre blanca" (2018) a jugar con los límites del género para contar algo local. Protagonizada por Eva de Dominicci y Alejandro Awada, la película es una propuesta de climas y atmósferas, de tensión, disparada a partir de seguir a Martina en el derrotero que debe sobrellevar tras la muerte de su compañero en la frontera con Bolivia. Sangre blanca es un recorrido emocional intenso en el que uno puede descubrir un universo que está más cerca de lo que uno cree", sostiene en diálogo con nuestros compañeros de EscribiendoCine.

    - ¿Qué sabía que no ibas a ser en "Sangre blanca" como exponente de este subgénero?

    No sé si tenía tan claro qué no iba a hacer, si tenía un interés muy puntual de contar esta historia en dos niveles, el del contexto del menudeo del narcotráfico, el de la gente a pie, digamos, y ver qué pasa en una situación muy límite a quienes podes acudir, y pedir un favor muy grande, si a gente que querés mucho o gente que te debe demasiado. En relación al narcotráfico, viajo mucho, a lugares de fronteras, lugares que me parecen que tienen una tensión muy particular.

    - Es un lugar de tránsito…

    Es que en general nunca las fronteras son un destino final, no vas a pasar las vacaciones, no comprás postales allí, y hay algo completamente desdibujado allí, las identidades, es una operación mental eso, pensar que sos argentino, por ejemplo en ese lugar. Y también es raro que en la frontera se construya una idea de nosotros y otro, porque la gente que habita allí, por ejemplo donde filmamos, en Pocitos, son argentinos pero tienen más intercambio con Bolivia que con Argentina, todo es una continuidad, Salvador Mazza y Yacuiba, tienen más en común que con Buenos Aires. Ví películas y series, como "Narcos".

    - Pero no cae en estereotipos, uno imagina en el arranque algo y luego lo cambia todo, ¿tenía claro esto?

    Es un negocio tan amplio que no siempre sucede que el narcotraficante está encerrado en un galpón, suceden cosas de días, y la posibilidad para que se vea tiene que ver con las ofertas de posibilidades de trabajo y la ausencia del Estado. Donde filmamos había aserraderos cerrados, estábamos cerca de General Mosconi, en donde comenzaron los piquetes, entonces hay que ver cómo pensamos este negocio y quiénes lo hacen y hay algo relacionado con la necesidad de la gente de sobrevivir de alguna manera.

    - Martina elige la plata fácil por una cuestión de aventura, no de supervivencia…

    Para mí era importante identificarme con el personaje para poder escribir, yo nunca estuve en los bordes de esa marginalidad, me he encontrado en situaciones, pero no así.

    - Entonces no es autobiográfico (risas)…

    No, pero sí necesitaba para hacer algo honesto tener un punto de contacto con Martina, pensé "mochilera", yo siempre lo hago, y luego algo de la inconsciencia, de ver la oportunidad de hacer algo rápido, vivir una experiencia diferente, algo así como querer tomarte la vida de un sorbo, adrenalina, así puede imaginarla, como gente asumiendo riesgos innecesarios para juntar plata para ir a algún lugar. También ver qué pasa con gente que juega juegos que le quedan grandes.

    - Se arriesgó y salió de su zona de confort en un rodaje con 40 grados a la sombra, pero uno ve imágenes del rodaje y estaban todos felices ¿cómo logró eso como directora?

    No sé si como directora, sino como persona, todo se fue dando, yo he sido obrera del cine, no empecé en la silla de directora o productora, comencé sirviendo café y comprando cigarrillos para los actores, desde ahí a controlar cuatro horas seguidas que funcionara un generador, si bien estudié comunicación y guion, mi aprendizaje en cine se dio como oficio, tuve muchos rodajes en cine y con diferentes roles, conozco mucho, he viajado, conozco mucha gente con la que trabajé, sé mantener el nivel de ánimo del equipo, hay muchos amigos trabajando conmigo, y así superamos cosas como el clima, el lugar.

    - ¿Disfrutó del rodaje?

    Sí, me encanta escribir, para otros, para mí, me encanta la instancia pero es de una soledad tremenda, está buenísimo, pero eso es la previa y cuando se empieza a sumar gente todo se vuelve más interesante. El trabajo en solitario, por más que haga el esfuerzo y tácticas, todos los personajes son hablados por mí, y cuando se suma gente podés ver un abanico de posibilidades que no veías. El rodaje te presenta contingencias, es el mejor accidente que te puede pasar, el rodaje es muy vivo, y lo que no está ahí en ese momento no existe, eso me encanta.

    - Como cineasta salteña ¿busca volver allí?

    Tengo un equipo cuando filmo allí, me gusta trabajar con ellos, estar cerca, pero no lo pienso como salteña o no, voy a rodar y convoco porque va a estar bueno hacerlo.

    - Pero en su cine, no sólo sus películas, sino las que produce, que tienen otra sensibilidad…

    Son cosas con las que me identifico y también mi socio, hay algo del gusto, cosas con las que se identifica, en el caso de Tigre (2017), El movimiento (2015), "Rojo" (2018), son cosas que tal vez no hubiese escrito o dirigido, pero quiero estar ahí, que existan, así que tengo el rol de hacerlo posible.

    - Sangre blanca tiene una mirada femenina y una sensibilidad particular, y Eva destaca el trabajo que hicieron juntas…

    Con Eva charlamos mucho, no sólo de cosas de la película, teníamos en claro que teníamos que conocernos y que teníamos que construir nuestro propio lenguaje. Eva es descomunalmente bella, pero a mí me interesaba como actriz, lo que había visto de ella me había llamado la atención, y luego conocí su sensibilidad para trabajar. Pudimos dialogar mucho, estoy muy feliz del proceso que atravesamos. Tuvimos un equipo muy unido, fue una experiencia muy particular, en la frontera, con los camiones, la gente, que es muy especial, nos recibió y pensábamos que se iban a enojar por la historia, pero no, fueron grandes semanas.

    - ¿Por qué la gente tiene que ver Sangre blanca?

    Primero por el gran trabajo de los actores, estoy muy contenta, y creo que en ese sentido se puede disfrutar. Sangre blanca es un recorrido emocional intenso en el que uno puede descubrir un universo que está más cerca de lo que uno cree y por ahí después se puede hacer uno preguntas sobre las relaciones familiares corridas de lugar y pensar los lazos sanguíneos y el afecto dónde está, en una relación padre e hija qué prima, el amor, el afecto, o la deuda. No creo que se aburran.


    (Fuente: Noticine.com)


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