En tu piel, un reciente estreno chileno y última entrega del galardonado realizador Matías Bize, (En la Cama, La Vida de los Peces, La memoria del Agua) es de esos films donde el espectador se sume plácidamente en la historia, un drama romántico muy bien filmado, muy bien narrado.
Una producción dominicano-chilena protagonizada por Eva Arias (1985), actriz dominicana y ex Miss República Dominicana para Miss Universo (El Idiota, Locas y Atrapadas, Cómplices), en su primer rol protagónico, y Josué Guerrero (1982), reconocido actor de teatro y televisión en su país que ha incursionado en la cinematografía con un éxito ascendente (Duarte, Flor, Traición y Gloria).
Dos amantes, que al igual que en la anterior En la Cama, desarrollan su historia en una misma situación y locación. En este caso un apartamento, en el cual después de un primer encuentro, semanal y puntualmente (a las 19:20 hrs) desarrollan estos posteriores encuentros amatorios.
En contraposición a su anterior obra En la Cama, Bize ha desarrollado una especial sensibilidad para conducir el relato, logrando una impecable dirección en ambos actores. Lejos de relatos y diálogos colaterales algo inútiles, usual en los encuentros de amantes furtivos, aquí el trabajo conjunto con el guionista (Julio Rojas), tiende a funcionar cercano a la perfección, logrando instantes varios, en los cuales los silencios hablan, y a gritos en algunas de las escenas.
La fotografía y cámara de Arnaldo Rodríguez (ACC) en complicidad y al servicio de lo anterior, logra captar imágenes que develan con intensidad ese silencioso conflicto que afecta a los amantes, cual es, la sombra de la finitud. Aquí ese conflicto está apenas dialogado, son las miradas, las acciones y la gestualidad imperceptible a veces de los actores, que con maestría y encuadres muy adecuados de la cámara, convierten esa emoción y sensación contenida de la historia en algo muy verosímil.
La película no regatea en enseñar piel, y más piel, de hecho cada cambio situacional y cronológico en la historia, comienza con sendas y renovadas arremetidas de orden sexual, incluyendo, y valga la contradicción, una pseudo violación consensuada.
La música original de Andrés Rodríguez ofrece y aporta a la atmósfera tensa y conflictuada de la trama, un repertorio ad hoc que funciona como todo en este film, en complicidad con la historia así como todos los demás elementos ya descritos.
En suma, un buen estreno nacional, en el cual podemos apreciar -y se agradece- que los silencios en el cine también pueden decir mucho.