“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Vacío, de China a Ecuador y de Ecuador al mundo
    Por Iván Romeo

    Las barreras de la comunicación y el choque entre culturas se han explorado infinidad de veces en el cine en distintos contextos y quizá décadas atrás con menor importancia a diferencia de la actualidad, que resuenan con mayor potencia estos retratos fílmicos, en gran medida por la situación contemporánea tanto política como social que vivimos. Las razones podrían ser más, pero en definitiva las redes sociales han magnificado cada situación y expuesto globalmente el enorme y descarnado fenómeno de la migración.

    Esto no sólo se vive en Latinoamérica (aunque hay un gran porcentaje aquí), sino también con habitantes de diversas partes del mundo. Vacío, primer largometraje de ficción del ecuatoriano Paúl Venegas narra el trayecto de dos inmigrantes chinos, cuyo pasaje resulta ser un viacrucis con tal de obtener una redención en un lugar que ni ellos conocen, pero que a lo lejos parece ser mucho mejor de donde provienen. Venegas, no es un improvisado es su labor, ya que ha fungido como productor y escritor de otros proyectos previos; su ópera prima fue un documental titulado: Alberto Spencer, ecuatoriano de Peñarol, basado en la vida del famoso jugador de fútbol.

    Vacío se centra en Lei (Jing Fu) y Wong (Lidan Zhu), dos inmigrantes que llegan a Ecuador. En el camino a la ciudad portuaria de Guayaquil, las cosas se complican para ambos: primero porque para Lei Ecuador sólo es un lugar de paso para llegar a Nueva York y Wong lo único que quiere es traer desde China a su hijo de 12 años. Segundo, Chang (Day Min Meng), un mafioso encargado de una red de corrupción que opera la llegada de inmigrantes chinos envuelve a Wong en esto, lo cual complica el sueño principal de los protagonistas.

    Venegas mezcla el drama con la crítica social y el suspenso que, sin duda, es el motor de la historia, sobre todo al introducir a esta especie de villano que resulta Chang. De pronto es interesante el poder del sistema sobre el destino de los migrantes que en este caso Chang representa y utiliza a su beneficio sin importar pisotearlos. En sentido estricto el viaje de Vacío no resulta novedoso ni es un retrato fresco per se, aunque el ejercicio de ser una película coproducida entre Ecuador, Uruguay y Colombia y ser hablada en cantonés en su mayoría resulta interesante tanto su país de origen como para el cineasta. Se agradece y es valiente indagar en culturas ajenas dentro de un mismo espacio conocido, a final de cuentas, el sentido de pertenencia hacia un lugar es el mismo en todos los idiomas.

    “Migrar es ir en busca de un sueño propio y es como dar un salto al vacío” es lo declarado por Venegas al hablar sobre Vacío y el por qué del título de su obra. La cinta fue filmada en 32 días a finales del 2017 y su proceso de producción duró un año. Algo que también es de apreciar del trabajo de Paúl es la necesidad de exponer la ciudad de Guayaquil, la cual es el personaje más fuerte: sus calles, rincones, todo lo que la constituye y donde sus dos protagonistas deambulan sabiendo que están de paso, pero irremediablemente necesitados de identidad y arrinconados por el abuso de poder. Todo un contraste que resulta lo mejor del filme, que al final es parte del objetivo: visualizar a estos dos seres que representan a centenares más en un lugar ajeno.

    La película fue ganadora de Mejor largometraje ecuatoriano en la quinta edición del Festival Internacional de Cine de Guayaquil en enero del 2020 y, aunque no se diferencia por tener alguna esencia distinta de otras cintas hablando del retrato del migrante, es una voz más. De eso está hecho el corazón de la diversidad y la necesidad de reproducirlo, de voces de todos los países e individuos. Quizá un poco menos de suspenso y un poco más de intimidad de sus personajes principales nos hubiera quebrado. Aun así, hasta su escena final la desazón de pertenecer permea. Habrá que seguir a Venegas en sus próximos trabajos para continuar explorando su discurso

    (Fuente: Sensacine.com)


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