El Festival de San Sebastián consiguió celebrarse finalmente este 2020 a pesar de la presencia del COVID-19, con las convenientes restricciones y medidas de seguridad nuevas películas llegaron a la ciudad vasca. Dentro de la sección Horizontes Latinos, una selección de largometraje producidos total o parcialmente en América Latina, dirigidos por cineastas de origen latino, o que tengan por marco o tema comunidades latinas del resto del mundo, se pudo visionar La Verónica (2020), filme chileno escrito y dirigido por Leonardo Medel. La cinta fue presentada como un filme experimental, que más que ver con su narratividad, esta connotación hace referencia a su propuesta visual. La Verónica es el resultado de una idea que el cineasta lleva dando vueltas casi una década y que ha ido tomando forma a través de reflexiones y experimentos realizados en otros trabajos anteriores, incluso la elección de su protagonista, con la que ya contó en proyectos anteriores. Como tuvo ocasión de relatar el propio Medel, la conexión con Mariana Di Girolamo fue esencial, así como la del director de fotografía Pedro García.

La historia de Verónica, la protagonista, se desarrolla a través de 53 primeros planos estáticos de la misma. Las interacciones de La Verónica con el resto de personajes y su disposición en el plano provoca la sensación de que está hablando con la cámara. La distancia entre ella y la lente es muy reducida en todos los planos, dando lugar prácticamente a un cara a cara con el espectador, mostrando a lo largo del filme sus múltiples caras. Los interlocutores de la protagonista cambian en las escenas, pero la cámara y el público se mantiene en la misma posición y es capaz de desentrañar las capas de este personaje que se adapta al medio para encajar y destacar en cada uno.

La Veronica. Revista Mutaciones

Verónica es una mujer volcada en su imagen pública y que tiene como objetivo conseguir seguidores en sus redes para ser la imagen de una marca de cosmética. Su imagen, construida como mujer de un famoso futbolista, madre e influencer, se desentraña en el filme, en el cual se descubre la realidad que se oculta bajo el filtro de lo que se comparte públicamente. Desde el debate de las redes sociales y los cánones inalcanzables que presentan en la sociedad actual, Medel juega con el desdoblamiento de la personalidad de Verónica, pasando al mismo tiempo de la comedia al thriller. A medida que el espectador conoce el fondo más oscuro de la protagonista y a donde puede llegar por conseguir sus metas, el filme, al principio lleno de colores, se torna siniestro. Este juego con la paleta cromática resulta muy interesante de cara a la estética de esta película que trata tan de cerca el tema de la imagen. El juego de realidad y filtro forma parte de la vida de Verónica de la misma forma que en sus redes sociales, así, mientras ella está creando contenido para sus redes en un ambiente idílico, el filme recoge esa recreación de realidad y la integra de forma orgánica en el entorno del personaje al mismo tiempo que la diferencia de forma patente de la estética de la verdadera vida de la Verónica. De esta forma, se hace una diferenciación visualmente patente entre las dos vidas de la protagonista. Las localizaciones abiertas, llenas de luz natural, colores vivos y brillo contrastan con los espacios interiores llenos de sombras y colores más apagados en los que el drama que esconde la vida de ensueño de La Verónica sale a relucir.

El trabajo de Mariana Di Girolamo resulta esencial en esta película que utiliza su rostro como vehículo dramático de la historia, además de ser el centro alrededor del que gira la composición y el trabajo de fotografía. Su interpretación consigue transitar entre la comedia, con la que arrancó carcajadas en el público, y el drama psicológico de la mente de un personaje terrorífico.