“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • El agente topo, un registro antropológico importante
    Por Esteban Andaur

    ¿Qué sujeto viste de gabardina y sombrero? ¿Fuma, usa una lupa y resuelve misterios? ¿Y le lanza comentarios sarcásticos al sospechoso que tiene frente a él?

    Bueno, no Sergio, el protagonista octogenario del documental de Maite Alberdi El agente topo (2020). La descripción se ajusta a los detectives privados que investigaban casos truculentos en los clásicos del cine negro; piensa en Sam Spade de El halcón maltés (1941) o en Philip Marlowe de El sueño eterno (1946), ambos basados en personajes literarios e interpretados, inolvidablemente, por Humphrey Bogart.

    No obstante, Sergio ingresa a un mundo que pareciera estar hecho de la materia de la que están hechos los sueños de celuloide. Cuando lo conocemos, está en medio de una entrevista de trabajo muy particular. Leyó un aviso en el diario en el que se buscaban hombres de 80 a 90 años que se manejaran en tecnología; no lo podía creer, así que tuvo que ir a ver de qué se trataba. Ese espíritu indagador llama la atención de Rómulo, su entrevistador, un tipo parecido a Marlowe (mejor dicho, a la idea de Marlowe).

    Es un detective privado de mediana edad, quien debe investigar si la madre de una clienta está siendo maltratada en el hogar de adultos mayores donde vive. Para esto, necesita a un agente topo que se infiltre durante tres meses en el recinto y averigüe qué está pasando. Nadie puede descubrirlo.

    No es una simple entrevista, es un casting. Sergio resulta ser el candidato idóneo para el trabajo y, muy entusiasta, lo acepta; porque cualquier ocupación, por insólita que sea, le ayudará a sobrellevar el reciente fallecimiento de su esposa.

    La nostalgia por el cine negro nos abruma apenas vemos la oficina de Rómulo. Las persianas de las ventanas proyectan al interior esas sombras fragmentadas y tan cinematográficas. Hay una lámpara de banquero en el escritorio. Incluso hay un cuadro gigante y estrafalario de Al Pacino como Caracortada en la pared, y comprendemos que el “crimen” es una noción que define el temple de este hombre. Es duro, avasallador, quizá sea un matón.

    En el primer acto hay un insoslayable aire de artificialidad, lo que hace a este filme el más original y el más agudo de la carrera de Alberdi, y no le falta la ambición de sus largometrajes anteriores. ¿Acaso existe esa clienta de la que se habla o es la propia directora quien controla la situación? No importa. El documental no nos miente. En su lugar, funciona como un laboratorio.

    Alberdi realiza un experimento social con su público: coloca a alguien en una situación extraña para ver cómo se comporta y qué aprende; y, de consiguiente, somos nosotros quienes conocemos en primera persona el hogar de adultos mayores, y somos nosotros quienes sentiremos empatía o tal vez no al final de este experimento.

    De paso, juega con la forma misma de un documental, y ejecuta todo esto siguiendo tres principios hitchcockianos:

    (1) El maestro del suspenso solía elegir como protagonista a un hombre común, sin afectaciones de carácter, para luego sumergirlo en una intriga asfixiante. De este modo, el público se identificaba con él y seguía su periplo. En El agente topo, la intriga es más bien inocente; sin embargo, la elección de Sergio no es al azar, precisamente porque se trata de un hombre común y accesible.

    (2) La mujer que él debe investigar, llamada Sonia, no es una mujer fatal, que sería lo esperable. Por el contrario, ella personifica el concepto más emblemático de Hitchcock: el MacGuffin, aquello que motiva la historia y unifica todos sus aspectos, pero no es lo central. Parafraseando al director de Vértigo (1958), es como lo que el espía persigue y que a nadie le importa. No digo que Sonia sea irrelevante; es la excusa perfecta para que entre un observador al hogar y conozcamos a todos quienes viven ahí.

    (3) Dentro de los artefactos de grabación que lleva el topo, hay unas gafas especiales con una cámara; cuando se las pone, vemos un plano subjetivo. Pese a que carezca de una cualidad erótica, esta suerte de voyerismo es otro elemento hitchcockiano.

    Es curioso notar que si bien Sergio ha perdido a su esposa, no tarda en colmarse de nuevos amigos, sobre todo amigas. Los residentes en su mayoría son mujeres, al igual que las cuidadoras. Este es un tipo de familia pocas veces visibilizado en la vida real y menos aún explorado en el cine.

    El ambiente refuerza que los viejitos se remonten a su mocedad, y hasta hablan como los jóvenes que otrora fueron. En una ocasión, Berta, una de las que lleva más años ahí, dice “del uno”, una expresión de su juventud. Cuando van peluqueras a cortarles el pelo a las abuelas, las tratan de “señoritas”.

    Encima, florece un romance otoñal: a Berta le gusta Sergio, y suele sonreírle con la transparencia de una adolescente. Por fortuna ella posee mucha creatividad, pues no cuenta con la posibilidad de invitarlo a una cita. Es por eso que cuando le pide al espía que la acompañe a cobrar su pensión, nos conmovemos: no hay nada más íntimo que pueda hacer.

    La jovialidad es un tema recurrente en el cine de Alberdi, y siempre está ligado a las ideas de libertad e independencia.

    Asimismo, el lenguaje es esencial para ella. En La once (2014), las amigas sentadas en la mesa no hacen nada más que departir. En El salvavidas (2011), Mauricio, el personaje del título, escribe en su bitácora con faltas de ortografía. La directora no los juzga. Ama a sus personajes y los muestra en toda su dignidad y complejidad, y le fascina la manera en que se comunican.

    A medida que progresa, la película se empapa de una dulce melancolía y se metamorfosea, pasando de la intriga a un melodrama sofisticado sobre relaciones humanas (en un principio, a las cintas de cine negro se les llamaba melodramas). En una escena en que la cámara se concentra en el topo durante una llamada telefónica, la señora junto a él, su amiga, empieza a conversar con los realizadores que están fuera de cuadro. La presencia del equipo documentalista es la visita más frecuente que los residentes han recibido, y es desgarrador constatar que hay una conexión que ellos anhelan y que no está dentro del cuadro, sino afuera.

    El agente topo trata sobre el abandono de las personas mayores. Con una sensibilidad extraordinaria, Alberdi está ahí para ellos y elabora un registro antropológico importante, ya que la jerga, los valores, el sentido del humor y los gestos de estos adultos mayores son irrepetibles; no seremos como ellos cuando alcancemos su edad. Esta es la gente que la moviliza. Los marginados. Los originales. Y estas son las cosas que le gustan. La aventura. El romance. La risa. Los cupcakes. Es una gran película. Como habría dicho mi abuela, del uno.


    (Fuente: Culturizarte.com)


PELICULAS RELACIONADAS
El agente topo


BUSQUEDA DE TEXTOS









RECIBA NUESTRO BOLETIN

APOYO DE
COLABORACION
Copyright © 2024 Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Todos los derechos reservados.
©Bootstrap, Copyright 2013 Twitter, Inc under the Apache 2.0 license.