De tus obras, la última de la que nos contabas, que se está filmando, Iluminados por el fuego. Contanos un poco de esta última producción.
Bueno, este ha sido un desafío muy grande, seguramente el más importante de todas las películas que hice. Es una película bélica, sobre la guerra de Malvinas que se produjo en 1982 en nuestro país, y que tiene como eje inspirador el libro que escribió un excombatiente de Malvinas, Edgardo Esteban. Es un libro donde él narra todo lo que le ocurrió cuando fue llevado como soldado conscripto a los 18 años a enfrentar al ejército británico en nuestras islas Malvinas, y donde aparece la tragedia de esa guerra, que tiene que ver con militares argentinos que llevan de una manera absolutamente improvisada y muchas veces sádica a nuestros soldados a combatir, sin ningún tipo de preparación. Esa guerra se produjo en el extremo sur del continente, en una isla, en pleno invierno, y se llevó a nuestros soldados sin ninguna preparación para enfrentar esa situación. Hubo problemas de hambre, problemas de maltrato, y enfrentar nada más y nada menos que al ejército inglés con el apoyo del ejército de los Estados Unidos y de la OTAN.
De manera que es una historia doblemente trágica, una historia de una doble derrota para nosotros los argentinos, al estar enfrentados a nuestros propios jefes de ese ejército, que eran miembros de la dictadura más despiadada que conoció nuestro país, y por otro lado enfrentar a este ejército tan poderoso.
La película se mete desde el presente, desde el hoy, contando una historia que muy pocos conocen, que es la cantidad de excombatientes suicidas que hay de Malvinas. Hoy día hay más soldados muertos en la posguerra por el suicidio que soldados muertos en el territorio de las islas (son ya más de trescientos excombatientes que se han suicidado). Y también narra, y fundamentalmente, todo lo que fue Malvinas 82: esa situación tan difícil, tan complicada.
¿Es una película que vas a presentar aquí en el Encuentro Mundial de Intelectuales?
Sí, aquí estamos trayendo un avance, un avance largo, de noventa minutos. Para mí era muy importante compartir esta película con Venezuela, porque fue sin duda Venezuela uno de los países que más apoyó al pueblo argentino durante esos tiempos tan difíciles, ese momento de Malvinas. Y me parece importante porque creo que la reivindicación de la soberanía del territorio de las Malvinas no es una causa exclusivamente nacional, sino que es una causa de toda América Latina. Es un territorio argentino, latinoamericano, que está tomado por las fuerzas británicas.
Sabemos de la importancia de esta película. Ha ganado premios ya en sus presentaciones en el exterior.
Sí, curiosamente es una película que ha ganado ya varios premios antes de estar terminada. Ha nacido con una buena estrella.
Viene con el pan bajo el brazo.
Ha ganado un importante premio en uno de los festivales que yo más quiero, que es el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, para el guion. Ha ganado en Argentina dos premios muy importantes, que son los que permitieron la producción. Y recientemente en el Festival de San Sebastián obtuvo el premio Cine en Construcción y el Premio de la Oficina Católica de Cine, que nos posibilita terminarla con los mejores niveles de calidad.
Antes de preguntarte sobre el Encuentro Mundial (del que me gustaría que nos cuentes un poco), quisiera preguntarte cuál sería el mensaje como para que el televidente, el oyente, quiera acercarse al cine latinoamericano, al documental… ¿Con qué vos enamorarías a través de la palabra y luego de las imágenes, cuando lo vean, a quien nos escucha?
Creo que los latinoamericanos tenemos una deuda que tiene que ver con la valoración de nuestra propia cultura. Es un hecho lamentable que los argentinos no conozcan el cine venezolano, que los venezolanos no conozcan el cine argentino, que los chilenos no conozcan el cine cubano, que los brasileños no conozcan el cine boliviano, y que nuestro cine, sí, tal vez pueda ser mostrado en Europa, pero que entre nosotros, así como hay tratados del Mercosur y tratados económicos, no haya tratados culturales fuertes, sólidos, que nos ayuden a conocernos y a reconocernos más. Me parece que esto es algo pendiente, es algo a resolver. Cuba es el único país que de verdad difunde —y lo hace a nivel masivo, tanto en las salas de cine como en la televisión— el cine latinoamericano. Vas a Cuba y puedes hablar con cualquiera y conoce las últimas películas argentinas, brasileñas…
A veces han visto más películas argentinas que nosotros.
Y esto no ocurre en nuestro continente. Y me parece gravísimo en esta coyuntura en que se está haciendo un cine de gran calidad. En nuestro país, la Argentina, se ha dado un fenómeno muy fuerte también en los últimos años, que es una gran cantidad de jóvenes, pero una gran cantidad —hay más de 15 mil estudiantes de cine—, que se han puesto a producir, que se han puesto a generar imágenes, imágenes que surgen de sus propias experiencias, de su memoria, de su historia, de la historia de su país. Un cine nuevo, joven, muy vital y muy rico. Creo que este espacio los latinoamericanos tenemos que hacerlo crecer y que nuestra comunicación, nuestro diálogo, tiene que ser mucho más grande que el que existe hoy día.
Que nuestro cine tiene valores está demostrado en los festivales internacionales. En los últimos siempre está el cine latinoamericano muy presente y muchas veces obtiene grandes premios. El papel de los estados es fundamental, y es fundamental lo que pueda hacer la televisión: estas reglamentaciones, como las cuotas de pantalla, para que cada vez nos conozcamos mejor. Esto me parece importantísimo como barrera a ese cine de Hollywood arrollador que ocupa todos los espacios y todas las pantallas, y que finalmente nos quiere transformar en consumidores de imágenes imposibilitándonos ser productores de imágenes.
Primer Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. Sos uno de los invitados especiales, uno de los 328 participantes, y nos gustaría saber tu opinión de este evento único que se está dando en el mundo.
Muy positivo, muy interesante siempre encontrarse y reflexionar sobre este momento de guerra que le toca vivir a la humanidad. Estoy muy feliz de estar aquí en Venezuela. He venido siguiendo este proceso desde la Argentina y me resulta muy emocionante estar aquí. Y rescato del discurso de apertura del presidente Chávez aquello de «pasar a la ofensiva». Muchas veces pasar a la ofensiva en defensa de la humanidad, pasar a la ofensiva en defensa de la cultura, pasar a la ofensiva —en nuestro caso— en defensa de nuestro cine; muchas veces nosotros, sumergidos en nuestra memoria, en los tremendos dramas que han vivido nuestros países todos estos años y desde la colonia, quedamos como sujetos a esa reflexión muchas veces nostálgica y que muchas veces nos detiene la acción.
Creo, por supuesto, que tiene que existir una valoración de la memoria —yo estoy lleno de esas historias y de esa memoria—, pero creo que tenemos que ser capaces de dar un paso adelante. La Revolución Cubana, después de más de cuarenta y cinco años, demuestra que se puede. Chávez, en estos últimos tiempos y en estos dos episodios, tanto el intento de golpe de estado como el último referéndum, nos muestra que se puede. El triunfo del Frente Amplio en el Uruguay nos muestra que se puede. Y los acontecimientos del 20 de diciembre en la Argentina cuando un conjunto de diversidades —pues si bien hubo unidad, era una unidad sumada de distintos sectores de la sociedad argentina— pusieron el freno y dijeron: «¡basta!», de una manera así clara y dramática, al neoliberalismo. Y comienza ahí una nueva historia. Por supuesto que difícil, llena de pasos para adelante y pasos para atrás, pero sí un momento nuevo.
Creo que esta responsabilidad de pasar a la ofensiva es de todos; creo que tenemos que hacerla con gran creatividad. Son problemas nuevos los que aparecen en este mundo y tenemos que dar respuestas nuevas. En el cine creo que lo estamos haciendo. Si uno ve las últimas películas de Argentina y algunas de América Latina encontrará propuestas nuevas. Y creo que en todos los campos tenemos que hacer así: ir para adelante y crear, crear. Creo que ese es el gran debate. No quedarnos en discursos intelectuales —y digo esto en un congreso de intelectuales—, sino quedarnos en propuestas que tengan que ver con la creación de productos nuevos, de ideas nuevas. Es fundamental en este mundo y desde América Latina creo que podemos hacer propuestas permanentemente.
Para terminar. En esta ofensiva de la que vos hablás, ¿cuál es tu visión como creador y si creés que hubo una ofensiva después de lo que contás de diciembre del 2001 en la Argentina? ¿Cuál es tu visión de la Argentina hoy?
Mi visión de la Argentina es la de un país que, como te decía antes, dijo «basta», donde se están reorganizando fuerzas, las fuerzas del bien —y las del mal también—, y tengo una visión positiva en medio de una crisis profundísima. La Argentina era un país que en la historia reciente, en los años 50, producía aviones a reacción; era un país que tenía treinta y cinco mil kilómetros de vías férreas; era un país que tenía una empresa de petróleo ejemplar, como era YPF: empresa que fue ejemplo para América Latina: para el petróleo mexicano, para el venezolano, para el brasilero, y que de pronto se quedó sin pozos de petróleo, sin vías férreas (de treinta y cinco mil kilómetros bajamos a ocho mil), y aquellos aviones que producíamos veinte años después terminamos comprándoselos a los franceses y no somos capaces de producir ni siquiera un tornillo. Y además de eso tenemos el treinta por ciento de la población sumergida en niveles de miseria impensables para un país agrícola y ganadero como es el nuestro y con una deuda externa de más de 150 mil millones de dólares.
Esto que parece imposible de revertir, yo creo que se puede revertir. Creo que el presidente Kirschner en muchísimos aspectos está haciendo cosas muy positivas. Creo que también está encaramado ahí todo un sistema de partidocracia política, de partidos, de burocracias que frenan este proceso. Pero creo, como te decía recién, que la responsabilidad es nuestra, el espacio está ahí, y somos nosotros, los creadores, los trabajadores, los que tenemos estudiantes, los que tenemos la responsabilidad de, con propuestas y con una producción concreta, revertir esto. En ese sentido soy profundamente optimista, tengo una gran esperanza, y estar aquí y ver al presidente Chávez y ver lo que está ocurriendo me da una esperanza aún mayor.
Lo último. Me quedé con algo que habías dicho antes. Hablabas de la necesidad de intercambiar el cine entre los distintos países latinoamericanos, que teníamos que ver más cine brasilero, cine peruano, cine cubano; esa integración que falta en América Latina en cuanto al cine. ¿Ves alguna necesidad en lo político y en lo económico de una integración de nuestros países?
Los productores de cine, los directores de cine pueden hacer mucho. Pero muchísimo más se puede hacer desde los estados. Creo que los roles de los estados son vitales, y en ese sentido espero, es mi deseo y creo de verdad que va a ser así, que tanto los gobiernos de Cuba —que lo ha hecho siempre— como los de Venezuela, Brasil, Uruguay, Argentina van a desarrollar esto. Pero te vuelvo a decir que pongo la responsabilidad primera en nosotros mismos, los que estamos presentes en estos congresos y en tantos otros, y que no nos quedemos en las ideas o encerrados en nosotros mismos, sino que salgamos como volcanes hacia afuera.
Muchas gracias por tus palabras y muchas gracias por tu cine que realmente es más que una bocanada de aire para América Latina.
Gracias a ustedes.
(Tomado del libro "Por la izquierda. Dieciséis testimonios a Contracorriente. Tomo III". Selección y prólogo: Julio César Guanche y Ailynn Torres Santana. Ediciones ICAIC, 2013).