Os Desafinados retrata el espíritu creativo de los jóvenes idealistas que transformaron la sociedad en los años 60 del siglo pasado. Walter Lima Junior, cineasta brasileño que mantiene una calidad sostenida en sus películas, no pretendió seguramente construir un fresco histórico ni abordar la realidad políticamente. Aparentemente, el cineasta tenía solo la intención de retratar, a través del género musical bosa nova, la lucha de la juventud idealista y entusiasta de la época pos Kennedy. Una juventud empeñada en realizar su aporte a los cambios y la modernización del Brasil de los años 60.
El centro de atención del filme son la relaciones entre sus personajes y el movimiento cultural de la época, especialmente el cine y la música, y no los problemas políticos, los cuales, sin embargo, se van insertando de manera natural debido a la fuerza y trascendencia de los acontecimientos de la época.
Muchas veces la intención de un cineasta por limitar temáticamente un filme resulta vana. De esta forma, Os Desafinados también puede ser vista como una obra política; tal es su riqueza en tanto obra cinematográfica. El resultado es una de las más brillantes, bellas y emocionantes obras del cine brasileño en las últimas décadas. Un nuevo logro en la creación de este director que se distingue por la simplicidad y poesía de sus propuestas cinematográficas.
La grandeza de este filme reside en la simplicidad al representar el entusiasmo de la juventud ante los nuevos cambios y transformaciones de Brasil, lo cual sirve para retratar una época, una generación y un país. El argumento representa la vida de cuatro amigos músicos, el pianista Joaquin (Rodrigo Santoro), el violinista David (Angelo Paes Leme), el bajista Geraldo (Jair Oliveira) y el baterista Paulo Cesar (André Moraes). Entusiasmados con la venta de una de sus composiciones a un productor americano, los cuatro músicos deciden viajar a Nueva York, en compañía de un amigo cineasta, Dico (Selton Melo) con el propósito de presentarse en el Carnigie Hall de Nueva York, pero no tendrán éxito.
Forman entonces el conjunto "Os Desafinados", que intenta lograr un lugar en la vida musical de la ciudad. A lo largo de la trayectoria de los músicos veremos sus dificultades, sueños, la aparición de una cantante brasileña residente en Nueva York, Glória Baker (Cláudia Abreu), que se involucra románticamente con el personaje de Santoro y siembra la discordia entre él y el baterista, Paulo César. Presenciamos también los efectos que ejerce la cultura extranjera en el modo de vida, seguido del deseo de retornar a trabajar en Brasil. Obviamente todo no es más que una ficción: “Os Desafinados” y Glória Baker nunca existieron en la realidad.
En este contexto de ficción, la realidad se inserta en el filme a través de tres momentos bien delimitados: el inicio, entre 1962 y 1964; el golpe militar, y de ahí hasta los años 70, cuando los amigos son arrastrados por las dictaduras que infestaron el continente sudamericano; y finalmente el momento actual, en el que los amigos se reencuentran para la grabación de un programa y recuerdan y corrigen la memoria de algunos acontecimientos. El pasado continua vivo, mas es solo historia.
Walter Lima Júnior se vale de algunos elementos históricos para marcar la realidad en el interior de lo ficcional; el intento del grupo de presentarse en el Carnegie Hall refiere a la célebre presentación en 1962 de Tom Jobim y João Gilberto, la cual anunció el bossa nova y dio a conocer la música brasileña en todo el mundo; la ocupación militar de las calles del país en la madrugada del 1 de abril de 1964; la detención por los militares y la posterior desaparición del pianista Tenório Júnior, durante una gira del artista por la por Argentina (hasta hoy al músico se le considera como “desaparecido”), la intervención de la censura en muchas de las creaciones de los artistas de la época, son algunos de los acontecimientos reales insertados en el filme.
Otro curioso acontecimiento real vivido por el propio cineasta en 1997 en Italia también es insertado en el filme.Caminando por la calle los dos personajes interpretados por Rodrigo Santoro y Cláudia Abreu oyen un clarinete interpretando Insensatez, de Tom Jobim. Cuando buscan al interprete encuentran a una bella mujer tocando el instrumento. En el filme esta escena se convirtió en un momento mágico lleno de romanticismo y musicalidad.
Otra credencial de Os Desafinados es la de no utilizar la música como mero acompañamiento de los acontecimientos, sino para expresar su poder de comunicación y para revelar sentimientos. Al finalizar su historia en los tiempos actuales, la película realiza un gran homenaje a los artistas y a la inmortalidad de su música, a la preservación de la memoria y la historia de aquellos que resistieron en una época de barbarie y dolor. Ver esta película es un encuentro directo con la emoción.