La poca acogida que ha tenido lo "made in Chile" en nuestro territorio es tan impactante, que a través de la historia sólo personajes u obras específicas han sido valoradas aquí antes que en el exterior. Es parte de la idiosincrasia criolla que se mire a lo extranjero con otros ojos, siendo mucho menos crítico y exagerando de sobremanera sus cualidades aceptando sin tapujos sus deficiencias. Quizás sea por temas sociales o culturales, tal vez por el poco espacio que se les otorga a las artes para desarrollarse o quizás sea por motivos ajenos a nuestro control, que personajes como Claudio Arrau, Roberto Matta, Raúl Ruiz o Pablo Neruda sean valorados internacionalmente más que en esta angosta y larga faja de tierra. No es posible que las películas chilenas deban lanzarse al ámbito internacional para que luego de adjudicarse diversos premios, recién se les valore. "Nadie es profeta en su tierra" dicen por ahí, pero ya es tiempo de concentrarnos en lo autóctono para reconocer lo valorable antes que nos lo digan.

31 Minutos La Película no tiene nada que envidiarle a las producciones internacionales. Con un guión divertido y armónico, que se mueve dentro de una línea argumental sin desvíos innecesarios, la película logra adjudicarse el adjetivo "de exportación" para que pueda ser apreciada por los distintos habitantes del orbe. 31 Minutos La Película se basa en el noticiario "31 Minutos" el cual es realizado íntegramente por títeres. Sin embargo, estos títeres son tratados de tal forma que la diferencia que tienen con los seres humanos es bastante impercetible. Si bien sus facciones nos alejan mucho de ellos, sus características y comportamientos opacan las diferencias físicas mostrándolos como uno más de nuestra raza.

Siempre que se llevan al cine éxitos televisivos de formato tradicional, se corre el riesgo de plantear una historia del mismo estilo anexando solamente la novedad de "larga duración". Caso de ello son en general las cintas animadas originalmente televisivas como Los Simpson (2007), Bob Esponja (2004) o Rugrats (1998). Pero haciendo caso omiso a esta tendencia, 31 Minutos La Película logra separarse de su formato, proponiendo una historia distinta recurriendo a los personajes que se hicieron populares a través de la televisión. Además, les otorga una visión más terrenal en donde la fotografía, la interacción con el entorno y la pulcritud de las imágenes, juegan un papel fundamental. Bajo este marco, para el espectador serán inolvidables las escenas de la casa de Tulio y el trayecto de Juanin en bicicleta, demostrando así que 31 Minutos La Película no pasará desapercibida.

El dinero invertido en esta obra - que por lo demás no alcanza a ser un quinto de lo que cuesta en promedio una producción estadounidense - se presenta de buena forma permitiendo al espectador apreciar una cinta finamente terminada (no es el caso de Fuga (2006) que se tildó en su tiempo como la película más cara del cine chileno resultando ser un bodrio) . Si bien no es un recurso necesario para crear una película que resalte, el dinero facilita el buen tratado del film recurriendo a una post-producción de mejor calidad. La post-producción de la cinta dirigida por Peirano y Díaz tardó un par de años cuyo resultado es aplaudible ya que logra equilibrar con inteligencia la calidad técnica con la calidad artística. Esperemos que los chilenos seamos objetivos y valoremos lo que es valorable, aportando con nuestra apreciación el buen desarrollo del ámbito nacional.