“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Cordero de Dios es una obra de gran riqueza y de múltiples aristas
    Por Diego Batlle

    Tanto por la rica tradición política y artística familiar como por la cantidad y calidad de premios que había recibido por su cortometraje En ausencia, esta opera prima de Lucía Cedrón era uno de los debuts más esperados por el cine argentino en bastante tiempo. Y, si bien se trata de una película áspera, provocadora, por momentos hasta algo incómoda, y aunque hay ciertos elementos de la narración que no terminan de funcionar con fluidez, Cordero de Dios es una obra de gran riqueza y de múltiples aristas para el debate apasionado e incluso para discutir desde el disenso.

    El primer largometraje de Cedrón es bastante ambicioso ya desde su idea conceptual (vincula un secuestro extorsivo en plena crisis de 2002 con la persecusión a los militantes de izquierda durante la época del Mundial de 1978) y en el terreno narrativo tampoco apuesta a lo seguro, ya que plantea constantes saltos temporales que permiten ir (de)construyendo la trama policial, pero también el dilema ético, moral, político, ideológico, económico, íntimo y familiar que aquí se plantea.

    Cedrón se maneja con pulso muy firme durante buena parte del relato, que mantiene una gran tensión tanto en la relación madre-hija que se desarrolla en la actualidad (Mercedes Morán-Leonora Balcarce) como cuando tiene que retratar la vida familiar en la clandestinidad durante los años '70 (hay aquí algo del punto de vista infantil que remite a Kamchatka, de Marcelo Piñeyro). El problema es que la directora acumula demasiados elementos en pocos minutos (lo que le quita algo de desarrollo y de profundidad) y, por momentos, especialmente en la segunda mitad, cede a la tentación de hacer demasiado explícitas algunas cuestiones como, por ejemplo, la reapertura de los juicios a los represores (el personaje de Tere que encarna Mercedes Morán es una argentina exiliada en París que regresa al país para ayudar a su hija a lidiar con el secuestro extorsivo del padre/abuelo, pero también con la idea de ofrecer su testimonio sobre los abusos a los derechos humanos).

    Película sobre el exilio, sobre el olvido/la memoria/el perdón/la reconciliación, sobre las diferentes lógicas de quienes vivieron o no determinado proceso histórico, sobre las brechas generacionales, sobre las heridas tan difíciles de cicatrizar aún con el paso del tiempo, Cordero de Dios es una obra compleja, con desniveles y carencias, es cierto, pero concebida con una enorme potencia dramática y carnadura humana para reconstruir la tragedia personal y, al mismo tiempo, describir en toda su dimensión el sino trágico de un país.


    (Fuente: Otroscine.com)


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