“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Entrevista a Carola Fuentes, directora de «El efecto ladrillo»
    Por Antonella Estevez

    Cinechile.cl conversó con la periodista, realizadora y productora Carola Fuentes, responsable – junto a Rafael Valdeavellano- de los documentales “Chicago boys” y el recientemente estrenado “El efecto ladrillo”.

    “El efecto ladrillo” es una película que dialoga con el documental “Chicago boys”, pero se comienza a filmar a propósito del estallido. ¿Cuál fue la idea original y cómo eso fue cambiando en el proceso?

    – Sí, efectivamente empezamos a grabar el 19 de octubre, así que ya se cumplieron 3 años desde la primera vez que salimos a la calle con una cámara para este registro. Y el salir a la calle fue como una pulsión. Cuando exhibimos “Chicago boys” el año 2015, no pensamos que íbamos a seguir hablando sobre el mismo tema, pero hace tres años cuando vimos lo que estaba en la calle, cuando leímos los carteles que estaban en la calle reclamando por cosas que el 2015 todavía no estaban tan socializadas -por ejemplo, el movimiento “No+ AFP”-, pensamos en hacer un registro de estos resultados en el largo plazo del modelo económico que en –como aprendimos en la primera película aprendimos- habían implementado los “Chicago boys” en dictadura.

    No queríamos volver a entrevistar a los “Chicago boys”, porque ya habían tenido momento de entregar su versión en la primera película, más bien nos interesaba registrar qué es lo que estaba pasando con otros actores de la sociedad que habían vivido las consecuencias de las decisiones que este grupo de economistas habían tomado años antes. En un principio habíamos pensado solamente seguir a los ciudadanos y ciudadanas que estaban protestando, pero luego fuimos acotando un poco la historia, y decidimos hacer un seguimiento a un empresario durante un año, desde el día del estallido hasta el día del plebiscito de entrada, y a una profesora, que estuvo mucho en la calle. Ambos tienen un viaje interior muy importante durante ese año, al igual que el país.

    En el contexto actual la película nos plantea muchísimas preguntas. También nos recuerda de dónde veníamos, en qué estábamos y cómo llegamos hasta acá ¿Cómo sientes que la película dialoga con este presente?

    – Cuando la hicimos no teníamos en mente una fecha de estreno específica, más bien pensamos en el tiempo que necesitaba para procesar la historia, para registrar transformaciones y también para editarla con cierta distancia de todas las emociones que tuvimos durante los primeros meses, sobre todo, de estallido social. Entonces, la ambición era dejar un registro del presente que pudiera convertirse en un testimonio de memoria para el futuro, y que también, nos invite a reflexionar a todas y a todos no solo sobre las protestas, si no también sobre los resultados o los efectos, por eso el nombre “El efecto ladrillo”, de este modelo económico.

    Entonces, tiene contingencia porque ocurre en un momento histórico, en un marco histórico, pero no es una película que hable sobre lo que está pasando hoy. Se dejó de editar mucho antes del 4 de septiembre, entonces ¿cómo la vemos hoy? no sé cómo la habríamos visto si el resultado hubiese sido otro el 4 de septiembre, pero creo que la vemos como una fotografía de un momento muy importante en Chile, y también, de una realidad que sigue existiendo. Independiente de que las temperaturas de la opinión pública cambien día a día -porque estamos muy cambiantes en términos de opiniones- lo que la película muestra subsiste, está ahí, y los efectos del modelo económico son innegables, no sólo en términos de desigualdad material, que era lo que ya veníamos hablando en “Chicago boys”, sino tambien en términos de desigualdad de trato y el clasismo – que es algo que mostramos en esta película- que también creemos que es un resultado no esperado del modelo económico. Creo que la película instala un nuevo punto a reflexionar, que tiene que ver con las diferencias que hay entre gente que tiene dinero o los “empresarios” y quienes por años han sufrido las consecuencias del modelo económico.

    En algún momento del relato, Ramiro –siendo un poco más joven que los “Chicago boys”- cuenta que fue parte entusiasta de la entrada de este modelo económico en los 80 a nuestro país, especialmente por la esperanza de que solucionara los problemas vinculados a la tremenda pobreza del país entonces. Ustedes acompañan esos dichos con imágenes de archivo para mostrar la pobreza de Chile en ese momento, y luego volvemos al presente para seguir a Mariana, la profesora, en su labor de ayuda a muchos de sus alumnos que durante pandemia no pueden acceder a la educación a distancia porque no tienen conexión, pero que además, descubrimos, tampoco tienen acceso al agua o a condiciones materiales mínimas. Resulta impactante verificar en el relato cómo esta promesa del sistema neoliberal y el capitalismo de mejorar la realidad de las clases más empobrecidas termina siendo absolutamente falso. ¿Cómo fue para ustedes esa verificación tan brutal de los hechos?

    – Sí, eso que dices es bien interesante. Creo que una de nuestras intenciones era hacer una película que tuviera varias capas. Que las personas cuando la vean una segunda vez, vean cosas que no vieron la primera. Es una película que tiene muchas miradas y genera muchas reacciones.

    Una de esas capas tiene que ver precisamente con las intenciones; Ramiro, al igual que los “Chicago boys” cuando tuvieron todas estas ideas en los años 70 para implementar este modelo económico, pensaban que esto iba a ser beneficioso para todos. Y por muchos años hubo muchos que pensaron que Chile era un país exitoso y el estallido trajo una realidad que a muchos los golpeó, y era que había muchas cosas que todavía hacen que muchos chilenos no estén satisfechos con su vida. Y la pobreza material ha sido opacada por las cifras macroeconómicas que nos dicen de un país que llegó a los 20 mil dólares per cápita y creció mucho económicamente, son cifras que reflejan promedios que no hablan de un desarrollo que les haya llegado a todos, sino de un crecimiento económico que se concentró finalmente en pocas personas. Entonces, en ese sentido, también es una reflexión sobre estos resultados que durante tanto tiempo hablaron de un país exitoso, pero desde el estallido han hablado de una sociedad muy fracturada, también. Hay alguien en la película que dice una frase que a mí me gusta mucho: “de qué sirve tener empresas tan exitosas en sociedades tan complejas, tan complicadas”.

    Esa también es una reflexión que el mismo Ramiro nos ayuda a exponer, porque no habla desde la tercera persona si no desde la primera. Él, siendo empresario, va viendo, constatando e interpelando a sus pares a ver estos resultados. Hasta el último día él me dijo “yo no reniego del modelo económico, yo lo defiendo”, pero lo que sí reconoce es que hay elementos del modelo que hay que corregir urgentemente.

    El documental se detiene un momento en este evento solidario que se hizo en pandemia para generar recursos para ir en apoyo de personas de la tercera edad. Ramiro es uno de los organizadores, y ustedes muestran, como ese día, él empieza a ver en redes sociales como algunos amigos de él, otros empresarios, empiezan no solamente a no apoyar, si no que derechamente a boicotear este evento, porque hubo algunos artistas que expusieron una mirada política durante el evento. Esa escena resulta muy impactante, porque fue su descubrimiento de que el poder económico no es inocuo de la mirada política, y que aquellas cosas que se mueven, se mueven porque quienes tienen el poder para moverlos están ligados ideológicamente a aquello. Ese momento en la película me pareció tremendamente revelador.

    – Sí, efectivamente esa es una secuencia muy potente y que también abre la puerta a otra mirada de la película y es lo que sigue a continuación, que tiene que ver con la solidaridad y la filantropía. En la película vemos muchos actos de solidaridad, porque parte de ella se registró en pandemia y fue un momento en el que a los chilenos y a las chilenas les surgió la solidaridad, como este evento parecido a la Teletón para ayudar a las personas mayores. Pero también creo que Ramiro hace algo muy admirable, que es interpelar a quienes se quedan tranquilos o descansan en la filantropía, que sigue siendo una acción asimétrica – como dice Mario Kreutzberger “los que más pueden le dan a los que menos tienen”-, para pasar a algo que es más horizontal, empezar a vernos como personas iguales en la misma estatura. Ramiro busca esa transformación e interpela también a sus pares en ese sentido, lo que me parece muy interesante porque yo creo que es algo de lo que hablamos poco, todavía, en Chile.

    Sí y además porque, de alguna manera explica el “no lo vimos venir”. El documental va contraponiendo los mundos tan distintos que habitan Mariana y Ramiro, y nos muestra este Chile segregado, en donde las experiencias, la mirada social, política y cultural son tan radicalmente distintas. ¿Sientes que el documental puede ser una herramienta interesante para encontrarnos en esas diferencias, para proponer espacios posibles para el diálogo?

    – Sí, creo que lo que tratamos de hacer con el documental es entrar a mundos que normalmente no vemos, pero de los que hablamos harto. Se habla de la pobreza en la población, pero en la televisión la vemos mediada por un mensaje bien asistencialista, llenos de prejuicios, como cuando hablan de “la pobladora”, etc. En cambio, en este documental, Mariana nos lleva de la mano con una mirada bien horizontal a realidades que son super duras, que a nosotros mismos cuando íbamos nos costaba registrar, es muy triste, hace frío, huele mal, las personas están muy necesitadas y a uno le da mucha impotencia de cómo uno no puede ayudar más, eso es difícil de enfrentar. Y por otro lado está el mundo de Ramiro, que también es un mundo con muchos privilegios materiales, pero con muchas inquietudes, con muchas personas, incluido Ramiro, que no saben que existe este otro mundo y viceversa. Entonces, la película yo creo que pone ahí estas dos realidades y también las cosas que tienen en común las personas que viven en estas realidades tan distintas, como por ejemplo los sueños y las esperanzas, la vocación o la ambición que todos finalmente tenemos, creo yo, de que este sea un Chile mejor.

    No sé si la película es la que está llamada a establecer el diálogo o el puente, pero nuestra mayor ambición es que las personas que puedan verla salgan del cine conociendo algo que antes no conocían y quizás pensando algo que antes no pensaban, y quién sabe, si cambiando un poco su mirada respecto a estas verdades que tenemos tan establecidas y que nos llevan, como tú dices, a creernos a pie juntillas cosas que al final resultan no ser así y sorprendernos con lo que no vemos venir.

    (Fuente: Cinechile.com)


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