“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • "El gran movimiento", colisión telúrica entre la naturaleza y los tentáculos envenenados de la urbanización
    Por Fabien Lemercier

    “Este entorno me mata”. Al pie de las altas montañas del Altiplano andino se extiende, en un concierto caótico de martillos perforadores y klaxons, en un paisaje atravesado por casas en construcción y por una maraña de cables de electricidad, la metrópoli hipertrofiada de La Paz. Es en el corazón de la capital boliviana, epicentro de las discordancias entre modernidad y naturaleza, donde Kiro Russo ha ambientado "El gran movimiento", presentada en el programa Orizzonti de la 78º Mostra de Venecia, una obra cinematográfica cautivadora, que mezcla la ficción y el documental, iniciada con su primer largometraje, Viejo Calavera (mención especial en Cinéastes du présent en Locarno 2016).  

    Con Julio César Ticona en el papel de Elder, un minero de Huanuni que ha venido con sus compañeros (después de siete días de caminata) a manifestarse por trabajo, el director sigue su viaje (y el de sus amigos, Gallo - Israel Hurtado - y Gato - Gustavo Milán) a través de las personas que alimentan a la ciudad en el mercado, en el laberinto de callejones escarpados donde sobresalen las líneas del teleférico. Pero el joven, protegido por Mamá Pancha (Francisca Arce de Aro), una mujer que podría ser su madre, se enferma, su respiración sibilante, empolvada, empeora cada día. Pronto la fiebre gana… Es entonces cuando interviene el segundo personaje principal de la película, Max (Max Eduardo Bautista Uchasara), una especie de “vagabundo divino” que subsiste en las afueras de la ciudad, entre los árboles, picos rocosos y cascadas, entre visiones y salmodias, trances meditativos y exorcismos de intercesión con las fuerzas de la naturaleza. Un fenómeno que desciende con regularidad a los barrios más populares de la ciudad, donde es recibido entre amabilidad y bromas (“ve a lavarte”, “¿cuántos habitantes hay en tu cabeza?”). Pues en el país de la Pachamama, la divinidad que representa a la madre tierra en la cosmogonía andina, las personas creen en los rituales de purificación y en la caza a los malos espíritus… Pero, ¿será suficiente para salvar a Elder?

    Kiro Russo consigue crear una alquimia notable y sorprendente entre un profundo realismo documental y una interesante dimensión ficticia (trabajando sobre todo las sombras y el grano de la imagen, pero también ofreciendo algunas escapadas a la pura fantasía y a dos momentos de danza totalmente inesperados, que recuerdan a "Más allá de las montañas", de Jia Zhangke. El director impone una fuerte personalidad cinematográfica y un original talento atmosférico que infunde una clara voluntad de resistencia a las violencias a través de la civilización (“nunca de rodillas”, “el corazón de los combatientes”). Un artista a seguir…

    El gran movimiento ha sido producida por la boliviana Socavón, la francesa Altamar Films, el Doha Film Institute, la suiza Bord Cadre Films, la inglesa Sovereign Films y Miguel Angel Peñaloza. La belga Best Friend Forever gestiona las ventas internacionales.

    (Fuente: Cineuropa.org)


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