"Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé". La voz que lee el poema, carraspeada, es la de Ernesto Guevara. Es el Che leyendo a César Vallejo, sonando a través una vieja cinta fonográfica que necesita todavía un subtitulado.
Vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa en la mirada. Conmueve esa voz de quien quizá, en su momento final, contempló imágenes como las que evocó en otro contexto Cesar Vallejo. Conmueve escuchar a Tristán Bauer cuando dice que solo un puñado “de no más de diez personas en el mundo” han escuchado esa cinta del Che leyendo poesía.
Es la cinta que, días antes de partir por última vez de Cuba, grabó en un aparatoso equipo de fabricación norteamericana como un legado personal, íntimo, a su esposa Aleida March y sus hijos. La secuencia del poema apenas si introduce el documental en el que el cineasta, actual director del canal Encuentro, viene trabajando desde hace 12 años. Doce años en los que hurgó por archivos personales de Cuba y Argentina y en legajos ocultos en Bolivia, donde las Fuerzas Armadas aún guardan escritos y objetos del médico argentino devenido en líder guerrillero internacionalista.
En ese recorrido de tantos años tuvimos la suerte de tener acceso a algunos materiales secretos y después la alegría y el agradecimiento de que la viuda del Che nos abriera todo el archivo personal, el más íntimo de Ernesto. Con eso pudimos construir un relato que se distancia de todo lo que se hizo antes. Es un intento de acercarnos a su humanidad y a su pensamiento a través de sus textos, de las cintas y de material audiovisual inédito que nos abre una nueva perspectiva sobre el hombre que fue.
Eso dice Bauer, conmovido también por las imágenes, a pesar del tiempo que lleva revisándolas, editándolas una y otra vez.
Ya tengo los primeros cien minutos prácticamente terminados. Me falta resolver los últimos 20 y la posproducción, que se hará en España. Por ahora la película sigue ayuna de algún nombre definitivo. Sí se conoce la ficha técnica: dirige Bauer; el guión es suyo y de Carolina Scaglione; la producción es de la Universidad Nacional de General San Martín, el INCAA, el Centro de Estudios Che Guevara, el ICAIC, de Cuba y Golem Distribución, de España.
Desde adentro
“Esto es lo más intimo, íntimamente mío y lo más intimo de los dos”, le adelanta Ernesto Guevara a Aleida, al comienzo de la grabación. Luego desgrana con una voz profunda el poema del peruano Vallejo que pone (pondrá) el espectador en trance de conectarse con la intimidad de un personaje central de las luchas políticas del siglo XX.
Para mí hubo todo un proceso de revelación cuando fue avanzando la investigación —dice Bauer, sentado en el estudio del barrio de Coghlan donde trabaja—, como el de la triple escritura del Che.
¿Cómo es eso de la triple escritura?
El Che era fundamentalmente un hombre de acción, un guerrillero, un combatiente. Pero ese mismo hombre llevaba siempre consigo una libretita en la que tomaba notas permanentemente. Aleida tiene guardadas decenas de esas libretas. Y te llama la atención también cómo utiliza el papel. Está escrito hasta los márgenes. Hay una primera escritura de una libretita que después se transforma, en una segunda etapa, en una reflexión en cuadernos de tipo escolar. Después están los libros que él llegó a editar y a publicar, donde reunía y pulía todo aquel esbozo. Siempre es acción precedida de una reflexión muy muy profunda.
Bauer, realizador entre otras películas de la premiada Iluminados por el fuego, destaca entre estos hallazgos el prólogo que Guevara escribió a una edición de un libro de economía política marxista editado en la Unión Soviética para difundirse en Cuba. Un prólogo que escribió entre Praga y Bolivia y en el que cuestionaba el manejo de la economía en los países de la órbita soviética. Según lo escrito por Guevara, la crisis que padecía el sistema tenía un sólo culpable: Lenin y su Nueva Política Económica de 1921.
El Che llegó a escribir en plena Guerra Fría que si la URSS continuaba por ese camino iba rumbo al capitalismo. Eso es fácil decirlo ahora que ha caído el muro de Berlín, pero plantear estas cuestiones en 1965 y ver cómo evolucionó el prólogo que inicia en Praga y continúa escribiendo en Bolivia para mí fue una revelación.
Imaginar la muerte
En la pantalla se sucede un texto que escribió Ernesto pero lee su hermano Roberto. A la manera de Vallejo, imagina cómo será su muerte. Imagina el contexto, el entorno, pero no dice, como el poeta, “moriré en París”. Se ve en medio de una batalla e incluso alcanza a entrever la portada de la revista Life con su mirada de asombro final. Es esa tapa que casi de un modo exacto publicó la revista estadounidense en blanco y negro, a poco de su muerte real, la de octubre de 1967. Eso, visto en la pantalla, también golpea.
¿Cuál es para usted el legado del Che, en una época en la que incluso algunos sectores de izquierda cuestionan su figura?
A mí me costó mucho sintetizar en los 120 minutos que dura la película una idea, un pensamiento. Pero me parece que el Che es uno de esos hombres que marcan a la humanidad y que marcan sobretodo a un continente, a Latinoamérica. Yo creo que esta combinación del hombre que estudia, que hace permanentemente una reflexión teórica y que al mismo tiempo es un hombre de acción, que se pone adelante, es determinante.
Ahora el Che aparece en la pantalla en el marco de un video familiar, filmado cuando estuvo en la célebre conferencia de Punta del Este de 1962. Es otro hallazgo del documental, fruto de la perseverancia, porque el material estaba al final de un rollo con el que se habían filmado partidos de rugby. Nada indicaba que hubiera otra cosa más que escenas caseras y ajadas. Hay otras imágenes toscamente filmadas del Ernestito niño, en triciclo, en Alta Gracia, o jugando a hombros de su padre. Quién diría.
Es fácil rotular con la idea de fracaso. Y también es cierto que un sector de la izquierda le puso el rótulo de guerrillero heroico y ahí quedó, como un intocable de bronce. Era un ser humano de una intensidad, de una enorme profundidad. Por eso estoy seguro de que cuando aparezcan todas estas nuevas ideas que se ven en el documental, todos estos nuevos materiales que encontramos, va a aparecer con mucha fuerza esta otra dimensión que no es tan conocida del Che.
“Se puede, pero desde el estado se podría hacer mucho más”
Cuando me llamó Daniel Filmus para proponerme esto yo le dije varias veces que no, porque estaba seguro de que no se podía.
“Esto” es la dirección de Encuentro, el primer canal educativo de la Argentina. Bauer, entonces, trabajaba en la Universidad de San Martín y en el documental sobre el Che. Acababa de estrenar la película sobre la guerra de Malvinas. ¿Para qué meterse en problemas? No, no se puede, no se puede y a otra cosa.
Pero el rector de la UNSaM no opinaba igual. “Sí se puede, y es más fácil de lo que uno piensa, porque cuando uno tiene la idea y logra transformar la idea en una acción, se puede”. Eso dice Bauer que decía el rector. Y se metió. Ni siquiera, asegura, conocía a Filmus, lo que en cierto modo era una tranquilidad.
¿Qué dice ahora, cuando pasaron cerca de dos años de la propuesta?
Digo que es tremendamente difícil, que yo a veces admiro mi voluntad, la paciencia que he tenido para hacer esto, porque es difícil la estructura del Estado. Muchas veces los organismos del estado son vistos como focos de corrupción y nuestra meta fue la construcción de calidad. Lo primero que te aleja de la calidad es la corrupción, el amiguismo. El estado es una burocracia de una complejidad dificilísima, pero sí se pueden hacer las cosas, sí se puede mejorar la educación, si se puede hablar de una nueva cultura. Es un esfuerzo brutal, hay millones de resistencias, pero se pueden hacer las cosas. Me parece que desde el Estado se podría hacer mucho más.
¿No le bajan línea desde arriba?
El único impedimento que tenemos es el de los recursos económicos, por eso busco coproducciones y esas cosas. Pero desde el punto de vista ideológico, mágicamente cero, increíblemente cero, por lo cual yo tengo un enorme agradecimiento.
La grilla no es la única batalla
Apenas al mes de emitir por Canal 7, la programación de Encuentro en la franja de 19 a 20 alcanzó 1.4 puntos de rating, es decir 140 000 personas. El documental que Bauer hizo con Miguel Bonasso sobre Evita, emitido por televisión abierta, midió casi 20 puntos.
En una entrevista al diario La Capital Tristán Bauer se preguntó si Encuentro podría alcanzar ese rating. Y se respondió: “Yo digo que con mucho trabajo y con muchos años se puede lograr. El poder de la televisión comercial es gigantesco: un programa pésimo, que no genera ningún interés, por el sólo hecho de estar en una pantalla como la de Telefé, mide seis o siete puntos. Por el contrario, cuando nosotros ponemos al aire una excelente entrevista con Julio Cortázar, medimos con suerte un punto de rating. Ahora bien, esa misma entrevista puesta al aire por Telefé te mide ocho puntos. ¿Por qué? Porque las grandes señales comerciales realizan de manera brillante sus productos —no son ninguna televisión-basura— y son acompañadas por todo un imaginario construido durante años”.
Algunos de los programas de Encuentro ya fueron premiados por la Asociación Argentina de Televisión por Cable. Y hace unos días el canal celebró su primer año de transmisión. Hubo una fiesta y hubo anuncios sobre programación y sobre la futura sede en lo que fue parte de la ESMA. Para Bauer había algo más que decir de lo que apareció publicado. Porque la referencia precisa del aniversario es más bien un dato difuso. Por eso este tramo de la conversación comienza con cierta ironía del documentalista y va in crescendo hasta casi el final, con moto. Subido a la moto.
"¿De qué aniversario estamos hablando? ¿De cuándo logramos subirlo al satélite y de cuándo los cableoperadores lo pusieron en la grilla?", pregunta malicioso. ¿Cómo fue esa historia?
El día que Encuentro llegó al satélite, a 12 mil kilómetros de altura, fue el 5 de marzo de 2007. Pero hubo un proceso de un mes aproximadamente en el que nuestro trabajo básicamente fue tratar de que los cableoperadores lo colocaran en la grilla en el número que habíamos pedido. Tuvimos dos grandes peleas: una para lograr que lo pusieran y otra para que lo pusieran entre el 2 y el 15, como estaban obligados por ley nacional. No debe ser casualidad que en estos momentos la batalla de los operadores sea también por el dibujo de la grilla, sobre todo de la ubicación de los canales de noticias. O más específicamente del canal Todo Noticias, en plena disputa entre el gobierno y el Grupo Clarín. Es lo que le pasó al canal Encuentro —cuenta Bauer— que tuvo que recurrir al máximo nivel del Ejecutivo para que los cables no ubicaran al canal en el número 60 o más, como amenazaron. Gran parte de la difusión que tuvo el canal educativo se debe al sitio privilegiado que consiguió. De esperar alguna generosidad cultural de los grandes medios lo anunciaran, Encuentro hoy sería un destello entre remoto y desconocido. —Lo que puedo decir es que hoy estamos en la mayoría de los cables y en más de cinco millones de hogares. Nuestra expectativa es transformar a Encuentro en un canal de aire como primer objetivo de esta nueva etapa, para llegar a todos. Creo que en este año hemos dado un paso pequeño pero importante.
¿La madre de todas las batallas es por la grilla?
Te puedo decir varias cosas. Como ciudadano me siento avergonzado y creo que como pueblo debemos sentirnos avergonzados de que la Ley de Radiodifusión que nos rige siga siendo la ley de la dictadura sangrienta de Videla. Han pasado 25 años de democracia y todavía los argentinos no hemos logrado formular e implementar una nueva ley, sobretodo con los cambios tecnológicos que hubo en los últimos tiempos. En cuanto al reordenamiento de la grilla, es insólito que algo que es natural y debe ser normal y habitual sea tomado con semejante fricción. A mi me parece también vergonzoso haber permitido que un monopolio se adueñe del sistema de cable. Que Cablevision y Multicanal manejen el 80 por ciento de los cables me parece una verdadera vergüenza.
¿Qué sería lo normal?
El ordenamiento natural es que los canales de noticias estén en un lugar, los canales de aire en el otro, los canales de deporte en el otro, los canales de documentales en otra franja de la grilla. Que el Grupo Clarín, aprovechando que es monopólico, haya colocado la señal de TN entre Telefé y Canal 13, los canales de mayor rating, es un privilegio. Y que hoy siga sosteniendo y defendiendo esa señal de privilegio me parece una vergüenza. Me parece una medida de absoluta justicia este nuevo ordenamiento y lo que debe corresponder parece un exabrupto de parte del estado o así se lo quiere poner. Pero no es la única batalla.