“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • Lecciones de Verónica Córdova y Sanjinés: películas que cambiaron la historia - Revista Así

    Ve a la casa del abuelo, elige uno o dos libros y sal a comer helado mientras lees. Así fue la infancia de Verónica Córdova en Cochabamba. Mientras brotaba su afición por la lectura, también sentó las bases que luego la acercarían al cine y la apoyó en su lugar para trabajar en “cambiar la historia”.

    La cineasta, productora y guionista Verónica Córdova Soria (1972) no consideró la opción de una carrera en el cine cuando se mudó a La Paz después de la secundaria. Antes de eso, su única exposición al cine fue un seminario que tomó con Pedro Susz en la escuela.

    Aunque dice estar fascinada con el primer acercamiento, no lo ve como una profesión. Esto la impulsó a elegir comunicación social en la Pontificia Universidad Católica de Bolivia, ya que era la profesión «más cercana» a ella. Al mismo tiempo, su interés por las ciencias sociales y la cultura la llevó a elegir Antropología en la Universidad Mayor San Andrés.

    Durante sus estudios, comenzó como voluntario en el semanario Aquí. Escribe notas de vez en cuando, principalmente haciendo trabajo de oficina. Mientras transcribía cartas de periódicos, encontró una que le llamó la atención: era un llamado a Cuba para estudiar cine. Hizo el examen anterior, y de más de 80 postulantes de Bolivia, solo dos fueron seleccionados. Uno de ellos es Verónica.

    En 1993, ese hecho fortuito lo llevó a ingresar a la Academia Internacional de Cine y Televisión (EICTV) en San Antonio de los Baños, Cuba, donde estudió cine. Se especializó en escritura de guiones.

    Verónica define su llegada al país caribeño como «un cambio de vida». “Yo no sabía que se podía estudiar cine. Entonces en Bolivia era mucho menos que ahora, y en Cochabamba era peor”, recuerda.

    «Nunca he hecho una película en mi vida. El taller de una semana de Pedro Susz es todo lo que sé de cine, excepto verlo», agregó.

    Todo lo que sabía era que le encantaba escribir. De niña soñaba con ser escritora. Quizá por eso no sorprende que se especialice en guión.

    Recuerda que iba a la biblioteca de su abuelo una vez al mes, escogía como tres libros, y se iban a comer helado, y al mes siguiente repetían el ritual, pero ya leían el texto. Se convirtió en un hábito, y fue un paso de ahí a querer ser escritor.

    Por eso, cuando descubrió que podía hacer y estudiar cine, no tardó en darse cuenta de que quería centrarse en escribir guiones.

    Junto a su formación cinematográfica, también fortaleció su conciencia social, algo que le había sido inculcado en su infancia. “Es un espacio donde puedes decidir cuestiones profesionales, pero también desde una perspectiva humana”.

    Pasó por uno de los momentos difíciles de Cuba. La Unión Soviética colapsó no hace mucho (1991) y el país atraviesa una etapa complicada a nivel político.

    Sus relaciones con Cuba aún se mantienen a través de la EICTV (donde es miembro del Consejo) y la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (donde es miembro del Consejo Superior). A través de ambos, buscó devolverle al país «lo que le dio». «El cine es un espacio de identidad y transformación social. Como dijo Jorge Sanjinés, siempre me inspira una de sus palabras: «No hacemos películas para contar historias, hacemos películas. Las películas son para cambiar la historia», dijo.

    Verónica describe los patrones que aprendió en Cuba como los que ha estado tratando de replicar a lo largo de los años y lo que la impulsa a hacer la película, trascendiendo las dificultades que se han presentado en el camino.

    Luego de la primera experiencia, regresó a Bolivia, donde comenzó a dirigir sus primeros cortometrajes y comenzó a liderar algunos proyectos cinematográficos. Pero eso no duró mucho. En 1998 se le dio la oportunidad de estudiar, esta vez en la Universidad de Bergen, Noruega, donde obtuvo una maestría en guión de ficción, documental y multimedia, y luego realizó un doctorado en teoría del cine.

    Durante sus cuatro años en Noruega, su formación se centró más en la teoría y el análisis cinematográfico. «Abrió la puerta a otra forma de pensar sobre el cine, no solo cómo se hace, sino qué hace en la sociedad. Cómo las expresiones que creamos en el cine pueden impactar en la sociedad», insiste.

    Trabajo de producción

    En 2002, cuando finalmente regresó a Bolivia, pensó que se comprometería a convertirse en documentalista, pero en lugar de escribir guiones, comenzó a especializarse en producción, casi a la fuerza.

    “Cuando regresé después de seis años de estudio y ya quería hacer algo, no pude hacerlo porque nadie iba a hacer mi guión”.

    Así que evitó la larga e incierta espera y decidió hacerlo ella misma. Junto al cineasta Fernando Vargas (esposo) cristalizaron el cuento “Di Buen Papá”. «Pasamos meses buscando a alguien que lo lograra hasta que finalmente dije: ‘No debería ser tan difícil, lo haré’. Tuve que aprender en el camino, cometer errores y hacerlo», dijo sobre 2005. dijo cuando se estrenó la película.

    Desde entonces se han logrado avances importantes gracias a la especialización de cineastas, técnicos, directores, actores y todos los involucrados en la producción. Sin embargo, todavía enfrentan obstáculos como el financiamiento. Para ello, Verónica destaca que es importante contar con una red internacional de contactos que permita realizar coproducciones y acceder a financiación económica.

    “Hoy es más competitivo porque hay más profesionalismo, porque hay más proyectos, más productores”.

    Y, como punto importante, está el apoyo estatal. Bolivia ha experimentado un «boom del nuevo cine» desde 2020, con varias películas llegando a la pantalla y ganando decenas de premios internacionales. Muchos de estos fueron posibles gracias a proyectos de intervención urbana en 2019, frente al primer boom del cine nacional en 1995, gracias al Fondo de Fomento Cinematográfico.

    Lo que tienen en común los dos momentos dorados del cine boliviano es el apoyo estatal. “Hay muchos proyectos, hay mucha gente con talento, hay mucha fantasía por todos lados, y lo que no tenemos es un empujón que te permita hacer realidad tu proyecto sin tener que rogar durante años para conseguir financiamiento. , dijo Córdova. Demostramos que lo único que necesitamos para realmente sobresalir es el apoyo decidido de las instituciones a las que se les pide que apoyen las artes”, agregó.

    El cine también es un espacio para las mujeres

    Tradicionalmente, las salas de cine también han sido ocupadas por hombres, o al menos de manera notable. Por ello, desde hace algunos años se comenzó a trabajar en revalorizar el valioso aporte de las mujeres a la producción nacional.

    “No podemos olvidar que tenemos algunas mujeres muy valiosas en nuestras películas que han sido oscurecidas de alguna manera, primero por los personajes que interpretan, pero también porque la mayoría de ellas han trabajado en documentales”, explicó.

    Beatriz Palacios, María Eugenia Muñoz, Cecilia Quiroga, Raquel Romero y muchas otras sentaron las bases para los que vinieron después, sumando a la especialización que adquirieron.

    Otro factor, insiste Verónica, es que las mujeres tienden a ocupar espacios menos visibles en las salas de cine, pero aquí es igual de importante. «Muchas veces estas películas no se habrían hecho sin estas mujeres», agregó.

    Obras dirigidas por cochabambina incluyen: «Tierra Interior» (1996); «Marzo (2007); «La Última Mamá» (2010); «Crónicas del Racismo» (2008); «Otra Frontera» (2009); «La bolivianos»; «Noviembre rojo» y espera estrenar su última película, titulada «Jiwiri», en los cines de todo el país a finales de este año. También está escribiendo el guión de «Siete sapos», una posible sería una serie de sátiras

    Al mismo tiempo, suele visitar de vez en cuando su ciudad natal de Cochabamba para estar con sus padres. En La Paz comparte su vida con su esposo Fernando y su hija Inés de 16 años.

    Junto a Fernando, lideran la productora Imagen Propia y se complementan para lograr un trabajo de alta calidad. A pesar de lo difícil que era ganarse la vida haciéndolo en Bolivia, encontraron la manera.

    «El cine es una forma de vida, en el más alto sentido de la palabra. Es una forma de relacionarme con la realidad. El cine actúa como un mediador entre las cosas de la vida y mi sensibilidad. A través de él trato de averiguar, dejarme encontrar mi lugar en este mundo», dijo.

    Después de contar más de 25 años de trabajo en el cine, Verónica resume su visión de la industria como una forma de entender PeriodistasdeGénero. Esto le da la responsabilidad de sí misma. “Le dejamos esa responsabilidad a Hollywood, no que mostráramos PeriodistasdeGénero a nuestros hijos. Fue un error. Es muy caro hacer una película, sí, pero sería más caro no hacerla”, concluyó.

    (Fuente: periodistasdegenero.org)


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Verónica Córdova


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