“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • "Adentro mío estoy bailando", fascinante, valioso y estimulante
    Por Diego Batlle

    ¿Una ligera comedia romántica? ¿Un falso documental? ¿Una road movie por Europa del Este? ¿Un ejercicio de cine dentro del cine? ¿Una investigación-ensayo sobre una música como la klezmer y una cultura como la ídish que se van extinguiendo? La respuesta es que "Adentro mío estoy bailando" es todo eso (y podríamos sumarle todavía más alcances y derivaciones). Y, aunque no todas las capas funcionen siempre con la misma intensidad y eficacia, lo cierto es que el resultado final es en varios pasajes fascinante, valioso y estimulante.

    Leandro (Leandro Koch) es un frustrado cineasta judío que cumple de manera mecánica y sin el más mínimo entusiasmo con asignaciones laborales como filmar bodas. En una de esas fiestas se fascina por Paloma (Paloma Schachmann), una clarinetista de música klezmer que quiere hacer un documental sobre el tema y la ya casi olvidada cultura ídish. Aunque el tema no le interesa demasiado, él le sigue el juego para pasar más tiempo con ella y así este impostor enamoradizo termina involucrado en la realización.

    La pareja viajará desde Buenos Aires hasta una conflictiva zona como Ucrania, pero también a Rumania o Moldavia, para -cual investigadores- indagar en qué queda de esa tradición artística y social en regiones como la de los Cárpatos. Así, irán encontrando con no poca dificultad a los últimos herederos y cultores de una cultura que se va despidiendo en fade.

    Hay algo del espíritu de "Aquel querido mes de agosto", del portugués Miguel Gomes, en el corazón de "Adentro mío estoy bailando", pero también cierta mirada que remite a los documentales musicales y el universo de Emir Kusturica, e incluso cierto espíritu épico y un poco absurdo que recuerda a algunos trabajos de Werner Herzog.

    En la tendencia acumulatoria de la película se producen contradicciones y tensiones internas. Por ejemplo, se le dedica demasiado tiempo e importancia a una narración (generalmente en off) a cargo de Perla Sneh o se abordan cuestiones en principio interesantes (como el hecho de que la cultura ídish haya estado desde siempre más ligada al socialismo y la clase obrera y fuese combatida por lo hebreo, el zionismo, lo religioso), pero con un sentido meramente didáctico y bastante superficial.

    Más allá de las dificultades financieras y logísticas por la que atraviesa el equipo de rodaje (otra utilización/apropiación de hechos reales en términos ficcionales), la película transmite cierto espíritu lúdico/humorístico, una profunda curiosidad, la perseverancia de los realizadores/protagonistas. Así, "Adentro mío estoy bailando" nos regala un viaje interno y externo en busca de las raíces de un paraíso perdido. El cine con sus múltiples capas, dimensiones y alcances.

    (Fuente: Otroscines.com)


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