Camila Fabbri tiene una amplia y reconocida obra literaria e incursionó también en la actuación (trabajó en "Las Vegas", de Juan Villegas; "Marea alta", de Verónica Chen; y fue nominada al Cóndor de Plata a Actriz Revelación por "Dos disparos", de Martín Rejtman). Escribió y dirigió obras de teatro como: "Brick", "Mi primer Hiroshima", "Condición de buenos nadadores", "En lo alto para siempre" y "Recital Olímpico". A su multifacética producción faltaba sumarle un largometraje y esa deuda deja de estar pendiente con "Clara se pierde en el bosque", un film que aborda con sensibilidad y delicadeza un tema desgarrador: las secuelas de la tragedia de Cromañón.
Siendo apenas una quinceañera, Fabbri era una auténtica rolinga que seguía a sus bandas favoritas por distintos tugurios, muchos de ellos en condiciones impresentables. En diciembre de 2004 Callejeros organizó tres recitales en República Cromañón para presentar los tres discos que habían lanzado hasta el momento. Camila estuvo en el segundo, la noche anterior a la tragedia del jueves 30. No fue, por lo tanto, una víctima directa (otros conocidos, sí), pero ese hecho la marcó para siempre. Tanto como para concebir Clara se pierde en el bosque.
Híbrido entre ficción y documental con elementos propios del diario personal, un uso recurrente de los mensajes de audio de WhatsApp y bastante de found footage (se incluyen muchas imágenes caseras tomadas por las verdaderas protagonistas en aquellas épocas y recuperadas después de mucho tiempo), "Clara se pierde en el bosque" narra el doble camino -externo e interno- de Clara (Camila Peralta, una suerte de álter ego de la directora), quien se aleja de la ciudad en el marco de un viaje familiar, recibe después de varios años un mensaje de Martina, su amiga de la infancia (cursaron juntas el preescolar, la primaria y la secundaria) con quien estuvo en República Cromañón la noche de la tragedia, surge de manera imprevista en el marco de las charlas el tema de la maternidad y todos esos movimientos le provocan una necesidad de revisar de manera minuciosa y descarnada su propia adolescencia.
En ese viaje introspectivo y retrospectivo, Clara recuperará sus experiencias dentro de la tribu rolinga, su pasión por Viejas Locas (la voz de Pity Álvarez se escuchará en varios temas durante el film), Los Piojos y Callejeros. La experiencia, claro, es angustiante y desoladora para la protagonista y también para el espectador, pero esta bella y melancólica película elude cualquier atisbo de manipulación y demagogia. Es un film orgullosamente caótico sobre los recuerdos felices y los traumas con los que se conviven, un ensayo sobre la memoria que se escapa y regresa de las maneras más caprichosas e impensadas, un registro de sensaciones y emociones (del pasado y del presente) que sabiamente evita el golpe bajo y una exploracón catártica que evita los discursos de autoyuda.