“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

NOTICIA


  • Así se hizo el primer documental sobre los cuatro niños perdidos en la selva hace un año
    Por Claudia Arango Holguín

    El 1 de mayo de 2023 hubo un hecho que conmocionó a Colombia: el accidente de la aeronave tipo Cessna 206 en zona rural de Solano, Caquetá, en la que iban tres adultos (que murieron en el hecho) y cuatro niños: Lesly, Soleiny, Tien y Cristin, que aparecieron vivos 40 días después, el 9 de junio, tras sobrevivir –de manera inexplicable– en la selva colombiana.

    Esa historia se siguió en Colombia día tras día, pero en otras latitudes como en Londres, Inglaterra, tuvo dos momentos de conmoción: el primero, el accidente como tal; el hecho de saber que cuatro niños de 13, 9, 4 años, y un bebé de 11 meses no aparecían ni vivos ni muertos y el segundo, cuando, lejos de todo pronóstico o esperanza, aparecieron vivos.

    En ese momento, Emma Read, cabeza de Emporium Productions en Inglaterra, supo que ahí había una historia que merecía ser conocida por el mundo entero. “Emma había estado trabajando con un productor local en Colombia en otro programa y de inmediato comenzaron a hablar sobre si podían hacer algo al respecto con este hecho en particular y fue en cuestión de semanas, después de que encontraron a los niños, que rápidamente intentaron hacer contactos, y entre los indígenas buscaron a la familia y al Ejército para ver si la podíamos contar”, le explicó a EL COLOMBIANO desde Londres, Dollan Cannell, el showrunner (escritor) del documental Operación Esperanza: Los niños perdidos en el Amazonas, que estrenará Prime Video este viernes 26 de abril para 240 países y que es narrado por Gloria Emilse Martínez Perea, más conocida como Goyo, la cantante, productora y cofundadora de ChocQuibTown.

    Con Dollan entró al proyecto Tom Cross, el director elegido para este documental y quien rememoró ese momento que fue noticia en el mundo, mucho antes de verse involucrado en este proyecto: “Yo estaba leyendo en el periódico The Guardian cuando el avión acababa de ser descubierto y en ese artículo hablaban de cómo traían a los líderes indígenas para intentar conectarse con los espíritus de la jungla. Recuerdo que me impactó mucho, lo leí y lo compartí con un amigo mío de la industria cinematográfica al que le dije que seguro ya alguien estaba haciendo esta historia y luego, aproximadamente un mes después, Emma se puso en contacto conmigo y con Dollan y me sentí muy afortunado, fue increíble”.

    Sobre la celeridad y lograr ser una de las primeras producciones audiovisuales que salen explican Tom y Dollan que todo fluyó, desde la posibilidad de hablar con las fuerzas militares colombianas, en cabeza del Brigadier Pedro Sánchez, comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales de las Fuerzas Armadas del Ejército de Colombia y también con los familiares de los niños: Dairo Mucutuy, el tío; Fatima Valencia, la abuela y Yeritza Mucutuy, la tía. Además con Eliécer Muñoz, líder indígena y miembro de la Guardia Indígena que encontró a los niños y Luis Acosta, coordinador nacional de la Guardia Indígena, cuyos testimonios reales nutren el documental.

    Dollan también destaca que querían recrear, lo más fielmente posible, la historia y por eso buscaron locaciones que se parecieran al lugar exacto en el que estuvieron perdidos los niños.

    El equipo de producción estuvo en el país cerca de dos meses. La base de operaciones era Bogotá y hubo varios desplazamientos por el territorio nacional. Estuvieron en algunas zonas del departamento del Putumayo y también en San José del Guaviare. La ayuda de Eliécer fue fundamental porque conoce mejor la selva y la producción se dejó aconsejar de él a la hora de encontrar el terreno adecuado, “que fuera muy similar o efectivamente idéntico a los lugares reales en los que pasaron los niños, Eliécer identificó patrones particulares de árboles, bosque, frutas o alimentos con los que ellos pudieron sobrevivir y queríamos que todos se viera muy real”, detalló el escritor.

    Para recrear las escenas buscaron cuatro niños indígenas de edades similares a las de los reales: “Fueron una alegría absoluta los cuatro niños que aparecieron en la película, son niños indígenas que conseguimos con ayuda de una compañía de casting colombiana, pero fueron tan increíbles porque ninguno de ellos había actuado antes, ninguno había estado frente a la cámara antes, eran inteligentes y tenían una capacidad para concentrarse a pesar de estar hablando constantemente a través de traductores, fueron muy brillantes y sus padres increíbles, de verdad que estoy muy orgulloso de ellos porque fue una grata experiencia trabajar con ellos en la jungla y lo hicieron todo muy fácil”, precisó Tom.

    Aprendizaje a todo nivel

    El equipo de Emporium Productions conocía lo básico de Colombia, “incluso de una manera bastante cliché. Lo que siempre se escucha sobre los narcos, las Farc, la guerra en la selva, todo eso. Pero una vez que comenzamos a trabajar en ello y a profundizar un poco más sobre la cultura indígena, la historia de los indígenas y dónde se ubican en la sociedad, el tema de la naturaleza y el medio ambiente, todo fue una verdadera revelación. Fue descubrir un país increíble y fascinante”, contó Tom, el director.

    Dollan añadió que fue muy pronto, al aterrizar en el país, que descubrió que era otra cosa completamente diferente a lo que pensaba. “Una vez que comienzas a hablar con la gente y a ver cómo son realmente, entonces hago eco de lo que dice Tom, es un lugar increíblemente fascinante”.

    Para ellos era muy importante familiarizarse con la perspectiva indígena, “y ese fue un verdadero privilegio. Tom y yo pudimos viajar y quedarnos en el pueblo de donde viene Eliécer Muñoz en el resguardo indígena Jiri Jiri. Estuvimos allí varios días y fue como vivir en un mundo diferente, en un lugar al que solo se puede acceder en barco, es muy remoto, un viaje muy largo para llegar allí y fue un verdadero honor poder ser parte de sus vidas durante estos días para hablar con ellos sobre esta historia, su comprensión de la misma y para ver un poco de su cultura porque tuvimos la buena suerte de ser invitados a participar en algunas de sus propias prácticas espirituales. Vimos muchas cosas de primera mano que de otro modo nunca hubiéramos podido hacer. Fue un gran aprendizaje en esa etapa”.

    Tom y Dollan fueron testigos, en el resguardo indígena Jiri Jiri, de las reuniones con ancianos, sus debates y todo el ritual jerárquico que tienen, “eso, un poco, lo incluimos en la película (que se narra cronológicamente), pero obviamente no pudimos incluir todas las vivencias que fueron fascinantes. Entender también el tema espiritual, fue muy emocionante”, añade el director.

    Para Dollan el tema de la selva fue muy impactante, “caminamos por la jungla cerca al resguardo y ahí entendimos mucho sobre ese espacio, pero además el misticismo y el papel que tiene el bosque en la vida de los indígenas. Eso personalmente fue una revelación porque en el mundo entero la gente está preocupada por el Amazonas, la conservación y la deforestación y aquí estábamos nosotros con un grupo de personas que trabajan para protegerlo y cuidarlo y eso fue algo extraordinario de ver”.

    El misticismo fue algo que los impactó muchísimo. En el documental Luis Acosta, coordinador nacional de la Guardia Indígena, habla de esa primera noche en la selva y como sucedieron “cosas espeluznantes” que ellos interpretaron como actividad espiritual y tal vez ira de los espíritus. “Algunos de los soldados también hablaron de ello y verificaron algunos de esos sucesos un poco extraños de los que hablaban los indígenas. No necesariamente tenían la misma manera de describirlos, pero sí lo verificaban y eso fue realmente asombroso en el relato”, cuentan desde la producción.

    El rechazo inicial

    Desde que sucedió el incidente en Colombia se decía que los indígenas no querían que se hiciera ningún documental, ninguna película sobre el tema. En este caso la familia incluso participó activamente de las entrevistas. ¿Cómo lograron que se involucraran? Aunque no precisaron si hubo pago de por medio se supo que en ello tuvo mucho que ver el equipo de producción local, “ellos tuvieron el primer contacto. Pero creo que la respuesta a esa pregunta sería que no había nada adicional aparte de que intentaríamos contar su historia de una manera muy honesta y precisa en la que estuviera presente el lado indígena. Queríamos que la familia de los niños y la gente de los pueblos indígenas en donde filmamos sintiera que éramos personas que íbamos a escuchar su versión de los hechos y espero que cuando vean la película sienta eso”, señaló Dollan.

    Tom reiteró que el primer contacto fue el equipo de producción en Colombia y luego entre Dollan y él empezó un trabajo que consistió, en gran medida, en que antes de filmar cualquier cosa se sentaban y lo hablaban, era generar confianza. “Es que es su historia y nos la explicaron muy claramente. Cuando nos conocimos con Eliécer, por ejemplo, él nos invitó a su aldea para comprender mucho más ese entorno”.

    Algo que para ambos fue muy impactante fue entender la manera en que la Guardia indígena y el Ejército Nacional lograron trabajar juntos de manera tan constructiva, “porque cuanto más los conoces, más te das cuenta de que sus métodos son completamente diferentes. Esta operación fue muy compleja y había filosofías completamente distintas que además era difícil combinarlas. Si de por sí, cuando se unen en labores de rescate de ejércitos de diferentes países se nota todo eso y hasta causa confusión, imagina esto en una escala en la que había desde estrategias, enfoques y filosofías completamente diferentes. Que hayan logrado hacer su esfuerzo combinado fue increíble. Desde el principio, el general Sánchez pensó que realmente podía hacer que esto funcionara involucrando a los indígenas”, anotó Dollan.

    Tom trae a colación las entrevistas previas que hicieron para el documental en la que los soldados hablan de ese momento en el que se unen con la guardia indígena y ven como ellos se movían más rápido o sabían qué era cada árbol y ahí no tuvieron más remedio que dedicarse a a aprender. Ni la alta tecnología, ni el mejor GPS, ni el mejor uniforme bastaron, “los indígenas tenían un machete y ya y a los soldados los sorprendió lo buenos que eran en la selva. Escuchar ese tipo de cosas nutrió el relato”.

    Este equipo de producción se fue de Colombia con un aprendizaje sobre la importancia de la naturaleza y su conexión con los humanos, pero además con una historia que contar al mundo sobre valentía, fuerza y esperanza.

    ¿Dónde están los niños en este momento?
    La producción de este documental no pudo conocer a los niños de la historia real porque actualmente continúan en el proceso de restablecimiento de derechos en una institución de protección de Bienestar Familiar, de la que tampoco se entregan datos adicionales. Todo esto mientras se soluciona el tema de la custodia ya que tanto el padre de los dos más pequeños como los abuelos maternos la han solicitado y le corresponderá a un tribunal de familia decidir sobre la disputa, cabe recordar que la madre de los niños viajaba con ellos en la avioneta y murió en el accidente.

    (Fuente: elcolombiano.com)


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